Poesía, Teatro y Novela en España: Del 98 a la Posguerra

La Poesía Española de Posguerra: Tendencias y Autores Clave

La poesía después de la Guerra Civil española se caracteriza por una profunda transformación marcada por la victoria franquista, que benefició a los sectores privilegiados y provocó un retroceso cultural debido a la censura. Muchos autores se vieron forzados al exilio o fueron silenciados, incluso con la muerte. Este periodo se distingue por la diversidad de corrientes poéticas que surgieron.

Años 40: Entre el Arraigo y la Desesperanza

En los años 40, conviven autores nacidos alrededor de 1910, algunos exiliados y otros permaneciendo en España. Miguel Hernández, figura puente entre la Generación del 27 y la del 36, destaca por su evolución desde un estilo gongorino en Perito en lunas hasta la plenitud poética de El rayo que no cesa, obra cumbre con sonetos de gran carga retórica y emotiva, donde destaca la “Elegía a Ramón Sijé”. Con el estallido de la Guerra Civil, su poesía se torna comprometida.

  • Poesía del exilio: Inicialmente, predomina la temática de la patria perdida y la lucha, evolucionando hacia la nostalgia y la evocación de la infancia. León Felipe sobresale con su poesía combativa.
  • Poesía arraigada: Representada por autores como Luis Rosales y Leopoldo Panero (garcilasistas), que reflejan una visión optimista y ordenada de la vida, siguiendo los modelos clásicos del imperio. Priorizan la formalidad, la evasión y abordan temas religiosos y amorosos, utilizando principalmente el endecasílabo y el soneto.
  • Poesía desarraigada: Surge como contraposición a la poesía arraigada, reflejando una visión caótica de la existencia. La revista Espadaña se convierte en su principal órgano de difusión. Se caracteriza por un lenguaje directo, sencillo y menos formal. Destacan Dámaso Alonso (Hijos de la ira), Eugenio de Nora, Blas de Otero y Gabriel Celaya.
  • Otras tendencias: Autores como José Hierro, con una poesía que combina elementos arraigados y desarraigados, y José María Valverde, con una poesía religiosa diferente a la arraigada, enriquecen el panorama poético. También surgen movimientos como el Postismo, heredero de las vanguardias y con influencias surrealistas, y el Grupo Cántico de Córdoba (Ricardo Molina, García Baena), con una poesía intimista, formal y de temática religiosa y amorosa. Gloria Fuertes, conocida por su poesía infantil, también cultivó la poesía social y el postismo.

Años 50: La Poesía Social como Testimonio

En los años 50, los escritores evolucionan desde la angustia personal hacia una preocupación por el “nosotros”, dando lugar a la poesía social. Se objetiviza la vida española, utilizando la poesía como medio de comunicación y testimonio de los hechos, así como una herramienta de transformación social. José Hierro (Cuanto sé de mí, Que trata de España) y, especialmente, Blas de Otero, son figuras clave. Otero explora al máximo las posibilidades expresivas del lenguaje, pasando de una poesía desarraigada centrada en sus problemas existenciales a una poesía social marcada por la solidaridad y el interés por los demás, y finalmente a una poesía de la experiencia que refleja su necesidad de renovación.

Años 60: Renovación y Experimentación Poética

Los años 60 se caracterizan por una renovación poética marcada por los experimentalismos. Triunfa la Generación del 50, que aborda la realidad objetiva y problemas menos explícitos, con temas íntimos como la infancia, la cotidianidad y la conciencia social, desde una perspectiva crítica y escéptica. Se impone un estilo conversacional, cálido y depurado, con predominio del verso libre. Gil de Biedma, con un lenguaje directo y emocionante, refleja su amargura vital en obras como Compañeros de viaje y Moralidades, posteriormente recopiladas en Las personas del verbo.

El Teatro Español: De la Innovación a la Posguerra

El teatro, para su plena realización, requiere de actores y público. El teatro anterior a la Guerra Civil se enfrentaba a dos condicionantes: los escenarios, orientados al éxito empresarial, y el público, mayoritariamente burgués. Se distinguen dos tendencias principales:

Teatro Comercial y Teatro Innovador

  • Teatro comercial:
    • Comedia burguesa: Jacinto Benavente (La malquerida, El nido ajeno) presenta conflictos de personajes burgueses.
    • Teatro en verso: Francisco Villaespesa y los hermanos Machado cultivan un teatro en verso con ambiente romántico e importancia de hechos históricos e ideales burgueses.
    • Teatro cómico: Carlos Arniches (La chica del gato) busca entretener con finales felices y situaciones amorosas. Incluye subgéneros como el juguete cómico, el sainete (conflictos madrileños) y el astracán.
  • Teatro innovador:
    • Grupo del 98: Unamuno (teatro sin ornamentación escénica, drama esencial), Azorín (lenguaje popular y antirrealista), Jacinto Grau (teatro culto, con éxito internacional).
    • Valle-Inclán: Destaca por su originalidad y técnicas innovadoras. Su obra se divide en etapas:
      • Etapa dramática (realismo e ironía): El yermo de las almas.
      • Ciclo mítico: El embrujado.
      • Ciclo de las farsas (crítica, parodia y sátira): La marquesa Rosalinda.
      • Esperpento (degradación de personajes): Luces de bohemia.
    • Vanguardias: Ramón Gómez de la Serna (Los medios seres), pionero de las vanguardias en España.
    • Grupo del 27: Salinas, Alberti (surrealismo), Miguel Hernández (teatro social y combativo), Alejandro Casona (realidad y fantasía), Max Aub (incapacidad de los hombres) y Federico García Lorca.

Federico García Lorca: Teatro y Poesía

Lorca concibe el teatro como un medio para enseñar y entretener. Su estilo evoluciona del verso a la prosa, con diálogos ricos en simbolismo. Aborda géneros como la farsa, el teatrillo y el surrealismo, con influencias de la tragedia griega, las vanguardias y Lope de Vega. Su trayectoria incluye obras como El maleficio de la mariposa (modernista) y La zapatera prodigiosa. En su etapa vanguardista, alcanza su plenitud con las obras creadas durante su etapa en La Barraca: dos tragedias, dos dramas y una comedia, con la mujer como figura central y marginada.

El Teatro de Posguerra: Crisis y Tendencias

El teatro de posguerra se enfrenta a una crisis económica, la ausencia de autores (exiliados o muertos) y la competencia del cine y las traducciones. Se identifican varias tendencias:

  • Teatro de continuidad: Comedia de salón, tradicional, con una ligera crítica realista (Pemán, Luca de Tena).
  • Teatro de humor: Busca la risa fácil o la renovación del humor, como Jardiel Poncela, con su lenguaje inverosímil.
  • Teatro existencialista: Se divide en:
    • Posibilista: Buero Vallejo (Historia de una escalera), con una crítica indirecta.
    • Radical: Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte), con una denuncia directa.
  • Teatro de protesta y denuncia (a partir de 1955): Surge por la necesidad de denunciar los problemas sociales, la relajación de la censura y la aparición de un público crítico. Los temas incluyen la burocracia deshumanizada y la esclavitud del trabajador. Se utiliza un realismo dialéctico, lenguaje y ambiente popular, técnicas esperpénticas, expresionismo y simbolismo.

Buero Vallejo y Alfonso Sastre: Dos Visiones del Teatro de Protesta

Buero Vallejo indaga en la tragedia humana para hacer reflexionar al espectador. Sus temas son la injusticia, el inconformismo, el sufrimiento y la libertad. Sus personajes son antagonistas, representando la ambigüedad humana. Destacan sus acotaciones detalladas y cultas, la técnica de inmersión y la técnica de simultaneidad. Sus obras se clasifican en: crítica a España (Historia de una escalera), simbolista (La fundación) y crítica a la historia (Un soñador para un pueblo, sobre Esquilache, y obras sobre Velázquez, Goya y Larra).

Alfonso Sastre, desde sus inicios con Arte Nuevo, se caracteriza por un teatro antiburgués y de agitación social. Escuadra hacia la muerte le otorga éxito, pero su obra se radicaliza políticamente. Sus temas incluyen la libertad, la culpa y el arrepentimiento. Su obra evoluciona paralelamente a su pensamiento político.

Teatro Renovador (1965-1975) y la Democracia

Entre 1965 y 1975, se aplican tendencias extranjeras y se abandona el realismo, dando importancia a lo extraverbal. Los temas tratados son la alienación y la injusticia. Destacan Francisco Nieva (teatro furioso) y Fernando Arrabal (teatro pánico). Cobran importancia las compañías independientes. Con la llegada de la democracia, se abren nuevos horizontes, pero los críticos señalan una dispersión de tendencias y una menor afluencia de público.

La Literatura del 98 y el Modernismo: Una Época de Renovación

La literatura del 98 coincide cronológicamente con el Modernismo. El desastre del 98 (pérdida de las colonias) genera un ambiente de regeneración en España. El Grupo del 98 (Baroja, Azorín, Maeztu, Unamuno, Machado, Valle-Inclán) se caracteriza por un menor esteticismo en comparación con el Modernismo, y una mayor preocupación social, íntima y simbolista, con una confianza idealista en el pueblo. Pretenden alejarse del realismo y el naturalismo.

Temas y Objetivos del Grupo del 98

Los temas principales del Grupo del 98 son:

  • Rechazo al aislamiento intelectual hispano.
  • Modernización y europeización de España.
  • Nacionalismo y exaltación del ambiente de Castilla.

La Novela del 98: Unamuno, Baroja y Azorín

La novela de Unamuno presenta una estructura abierta, con una temática centrada en la búsqueda de la personalidad, la realidad frente a la apariencia y la maternidad frustrada. Los personajes son individuales y se produce una confusión entre lo real y lo ficticio (el autor aparece interactuando con los personajes). El narrador es subjetivo y el espacio-tiempo es indeterminado para concentrarse en la trama. El lenguaje y el estilo son sobrios, expresivos y retóricos.

La novela de Baroja es abierta, con episodios dispersos yuxtapuestos de carácter impresionista, organizados en trilogías. El tema principal es la lucha por la vida o la voluntad. El protagonista es individual y los personajes son reactivos o incapaces de actuar. El narrador es subjetivo, el espacio-tiempo es indeterminado, y el lenguaje y el estilo son similares a los de Unamuno.

La novela de Azorín tiene una estructura abierta, carece de acción y es muy fragmentaria. La temática se centra en el sentido de la vida y la preocupación por el tiempo. El protagonista es individual y los personajes son incapaces de actuar. El narrador es subjetivo, el espacio es indeterminado, y el lenguaje y el estilo son similares a los de Unamuno y Baroja.

Valle-Inclán, además de su obra teatral, también cultivó la prosa, iniciando su trayectoria en el Modernismo y evolucionando hacia el esperpento, también presente en su novela.