La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Ándalus
Introducción
La presencia musulmana en la Península Ibérica, conocida como Al-Ándalus, se extendió durante ocho siglos, desde la conquista en el siglo VIII hasta la caída del Reino Nazarí de Granada en 1492. Este periodo se caracterizó por:
- La conquista musulmana, enmarcada en el proceso expansivo del Islam y facilitada por la crisis interna de la monarquía visigoda.
- La convivencia, con alternancia de periodos de paz y conflicto, con los reinos cristianos del norte, manteniendo ambas religiones entidades políticas independientes.
- La progresiva expansión de los reinos cristianos y la recesión de los musulmanes hasta su desaparición en 1492.
- La profunda huella de la cultura islámica en la Península Ibérica.
1. Evolución Política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
1.1. La invasión
La debilidad del reino visigodo, con uno de los bandos enfrentados solicitando ayuda musulmana, propició el desembarco de un contingente bereber dirigido por Tariq en 711 en Gibraltar. La batalla de Guadalete marcó el fin del reino visigodo. Posteriormente, un nuevo desembarco, liderado por Musa y compuesto en su mayoría por árabes, consolidó la conquista. La escasa resistencia hispanovisigoda y la tolerancia hacia cristianos y judíos facilitaron la rápida expansión musulmana. La ocupación se realizó mediante dos sistemas:
- Rendición incondicional: aquellos que se oponían perdían sus derechos y tierras.
- Rendición pactada (capitulación): se conservaban derechos y tierras a cambio del pago de tributos.
1.2. Al-Ándalus, provincia del Imperio árabe (711-756)
Al-Ándalus se convirtió en una provincia dependiente del califato de Damasco, con capital en Córdoba y bajo la autoridad de un emir. Se organizó la recaudación de tributos y la administración provincial. Los contingentes musulmanes se distribuyeron por el territorio: los árabes se instalaron en las ciudades del sur, mientras que los bereberes se asentaron en los valles del Duero y Ebro, fronterizos con zonas de débil dominio. La inestabilidad política y los enfrentamientos entre grupos musulmanes marcaron este periodo. La batalla de Poitiers (732) frenó el intento de expansión musulmana al norte de los Pirineos. Paralelamente, se fundó el reino astur por nobles visigodos, que vencieron a los bereberes en la batalla de Covadonga (722). La rebelión bereber (741) contra el dominio árabe propició el avance astur en el valle del Duero.
1.3. El Emirato independiente (756-929)
En el año 750, en Oriente Medio, la sublevación de grupos persas provocó el fin de la dinastía Omeya y el ascenso de la dinastía Abbasí. Abd al-Rahman I (755-788), de la dinastía Omeya, fundó en Al-Ándalus un Emirato independiente de Damasco. Tras años de lucha, consiguió afianzar su régimen y desarrolló la ciudad de Córdoba, consolidando y reorganizando el poder musulmán en Al-Ándalus. A finales del siglo IX, el Emirato sufrió una grave crisis: el descontento popular por la presión fiscal provocó varias rebeliones, generando una difícil situación, especialmente en las zonas fronterizas. Durante este periodo se produjo la conquista de Baleares.
1.4. El Califato de Córdoba (929-1008)
Abd al-Rahman III acabó con las rebeliones y restableció el poder de Córdoba. Tras reforzar las fronteras e imponer tributos a los reyes cristianos, se autoproclamó califa en 929. Se reforzó la administración y aumentó la hegemonía de los árabes en los principales cargos. Se creó un importante ejército y un poderoso cuerpo de funcionarios. El equilibrio interno permitió una Hacienda saneada y la consolidación de un poderoso Estado que controlaba el Mediterráneo occidental, el norte de África y recibía tributos de los reinos cristianos. Se conquistaron Ceuta y Melilla (931) para asegurar el Estrecho. Esta fue una época de gran esplendor cultural y artístico, especialmente con Al-Hakam II. Sin embargo, el cambio de milenio trajo consigo una pérdida de cohesión política, debido a la excesiva presión fiscal y al poder en manos de caudillos militares. Bajo el reinado de Hixam II, el visir al-Mansur ejerció un dominio absoluto, realizando numerosas campañas (razias) contra los reinos cristianos.
2. La Crisis del Siglo XI. Reinos de Taifas e Imperios Norteafricanos
2.1. La crisis del Califato (1008-1031)
Los enfrentamientos en la corte cordobesa fueron aprovechados por los nobles. Las élites árabes se enfrentaron a la tiranía de los visires, produciéndose varios golpes palaciegos. En 1031, el último califa fue derrocado, lo que provocó la disolución del califato. Desde comienzos del siglo XI, algunos territorios se habían independizado aprovechando la crisis del califato. La descomposición del Estado en pequeñas unidades políticas evidenció las profundas divergencias en el seno de la población islámica.
2.2. Los reinos de taifas (1031-1090)
El territorio se dividió en reinos independientes (taifas) dominados por familias árabes, bereberes y eslavas. Estos reinos experimentaron prosperidad económica y cultural, pero adolecían de debilidad política y militar. Se vieron obligados a pagar tributos (parias) a los reyes cristianos a cambio de treguas, lo que provocó una subida de impuestos y el descontento popular. Las disputas entre los diferentes reinos eran frecuentes. Se produjo un proceso de conquista y absorción de la mayor parte de las taifas por otras mayores, reduciéndose su número inicial. La conquista de Toledo (1085) por el rey de Castilla tuvo un gran impacto simbólico y territorial, evidenciando la superioridad de los reinos cristianos. La supervivencia de los reinos de taifas dependía de las parias. Los reyes de Sevilla y Algarve pidieron auxilio al reino almorávide norteafricano.
2.3. Los almorávides (1090-1144)
Los almorávides invadieron Al-Ándalus y derrotaron a los cristianos. En 1110, terminaron por apoderarse de todo el territorio musulmán. Su éxito se debió al rigor islámico y a una política de reducción inicial de impuestos. Sin embargo, en pocos años, el reino almorávide entró en crisis debido a la relajación religiosa, la corrupción política, la subida de impuestos y la reducción del número de tropas. La ofensiva cristiana, con la conquista de Zaragoza por el rey de Aragón en 1118, debilitó aún más a los almorávides. En 1144, se produjo el hundimiento del imperio almorávide. Su breve duración se debió a la pérdida de territorios, el fanatismo religioso y la aparición a mediados del siglo XII del imperio almohade. Hacia 1145, la descomposición del poder almorávide propició el retorno a la fragmentación política, dando lugar a los segundos reinos de taifas, caracterizados por la inestabilidad.
2.4. Los almohades (1172-1232)
Algunas de esas nuevas taifas volvieron a pedir ayuda a los bereberes norteafricanos: los almohades, un movimiento religioso con aspiraciones de dominio político. Este fue el segundo intento de reunificación de las Taifas. Los almohades conquistaron el norte de África y controlaron la península con dificultades. En 1195, vencieron a los reinos cristianos en Alarcos, alcanzando su mayor esplendor en los últimos años del siglo XII. Sin embargo, en 1212, una coalición de reinos cristianos les derrotó en las Navas de Tolosa. La crisis del reino almohade se precipitó a partir de entonces, debido a la presión fiscal, las luchas internas y la falta de soldados. Los reinos cristianos se expandieron, conquistando entre 1212 y 1248 Valencia, Murcia, la Mancha y Andalucía occidental. Al no contar con el apoyo de la población, el único soporte de los almohades era su fuerza militar. Cuando ésta decayó, se produjo una nueva fragmentación política, dando lugar a las terceras taifas.
2.5. El reino nazarí (1232-1492)
El reino nazarí fue el último reino islámico que pervive en la Península. Su primer rey, Muhammad I (de la dinastía de los Banu Nasr o Nazaríes), controló Jaén, Córdoba, Málaga, Granada y Almería. Los Nazaríes dominaron ese territorio durante dos siglos debido a su habilidad para negociar treguas, la difícil topografía, los problemas internos en Castilla y la llegada masiva de andalusíes. El reino consiguió sostenerse gracias a la negociación con los cristianos, pagando tributos y colaborando con Castilla en la conquista de Sevilla. El reino nazarí fue el más islámico de los reinos musulmanes de la Península. Experimentó prosperidad económica, a pesar de los elevados impuestos para pagar tributos a los reinos cristianos. Alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIV con Yusuf I y su hijo Muhammad V, quienes llevaron a cabo una reorganización administrativa y militar y construyeron la Alhambra. Desde finales del siglo XIV, el reino sufrió una larga crisis política, debido al enfrentamiento entre grupos de la aristocracia, con continuos golpes de Estado. En 1482, se inició la guerra contra Castilla. El avance castellano, con escasa resistencia nazarí, culminó en 1492 con la conquista de Granada.
3. La Organización del Poder
La administración y organización del Estado en Al-Ándalus se estructuraba de forma piramidal. Inicialmente, Al-Ándalus era una provincia bajo la autoridad de un emir que dependía del califa. El hachib (una especie de primer ministro) controlaba a los visires. Las Kuras estaban dirigidas por valíes. El sistema judicial se basaba en los cadíes. Desde mediados del siglo VIII, se convirtió en un emirato independiente. En 929, se estableció el Califato, máxima jerarquía del mundo islámico. El esquema político se mantuvo más o menos similar en todos los periodos:
- Soberano (emir, califa, rey): ostentaba el poder absoluto político y religioso.
- Administración central: gran visir (jefe de gobierno) y varios visires o ministros.
- Administración territorial: división del territorio en Kuras o provincias.
- Administración judicial: a cargo de jueces y cadíes.
- El ejército era fundamental.
4. Organización Económica y Social
4.1. Poblamiento y hábitat: un mundo urbano
Las ciudades desempeñaron un papel fundamental en la organización política, económica, social, militar y religiosa de Al-Ándalus. El comercio era el sostenedor económico de las urbes. El origen de las ciudades se remonta a la revitalización de las antiguas ciudades romanas y a la creación de otras nuevas. Se desarrolló la artesanía y el comercio, existiendo una numerosa clase media. La población es difícil de calcular, aunque en el reino nazarí se estima que ascendía a unos 300.000 habitantes. La mayoría de la población era campesina. Las ciudades tenían una gran importancia, siendo Córdoba en el siglo X la mayor ciudad europea. La vida urbana giraba en torno a la gran mezquita, alrededor de la cual se encontraban bazares y barrios artesanos.
4.2. La tierra y la economía agraria
La agricultura tenía una gran producción y un elevado porcentaje de la población se dedicaba a ella. Predominaban los latifundios. La tierra era propiedad del Estado y de las élites árabe y visigoda. Se instauró un feudalismo tributario, en el que la mayoría de los campesinos libres, pequeños propietarios y colonos aparceros estaban sometidos al pago de impuestos. En la producción agraria dominaban los cultivos mediterráneos. Se introdujeron el arroz, los cítricos, la caña de azúcar y el azafrán. Se extendieron y perfeccionaron las técnicas de regadío, como las acequias y norias. La ganadería se centraba en la cría de ganado bovino, caballar y ovino. También se producía miel y gusanos de seda.
4.3. La producción artesanal y el comercio
El sector textil era la actividad manufacturera más importante. La producción artesanal se realizaba en talleres agrupados en barrios céntricos. Los principales sectores eran el textil de la seda, el cuero, la alfarería y el vidrio. También se especializaron en pedrería, orfebrería, alfarería y decoración. El comercio tenía una gran importancia social y económica, consolidándose gracias a la extensa red urbana y al sistema de comunicaciones marítimas y terrestres. El comercio local se realizaba en los propios talleres. Se importaban esclavos y pieles de los reinos cristianos y maderas de Oriente. Se exportaban azúcar, frutos secos, azafrán, alfarería, etc.
4.4. La moneda y los impuestos
El sistema monetario era bimetálico, basado en el dirhem y el dinar. La moneda fue de calidad hasta el siglo XI, gracias a los botines y tributos cristianos. A partir de este siglo, el pago de parias debilitó la moneda. El sistema de impuestos inicialmente solo obligaba a pagar a los no creyentes, pero más tarde se extendió a toda la población.
4.5. La sociedad
En Al-Ándalus coexistieron tres religiones, con periodos de convivencia pacífica y otros más tensos. La sociedad se dividía en hombres libres, con diversidad étnica y religiosa, y estratificación social. La división religiosa era la más llamativa:
- Musulmanes: ocupaban las funciones públicas, disfrutaban de derechos sociales y estaban exentos del tributo personal. Esto provocó una conversión masiva al Islam (muladíes).
- No creyentes: cristianos (mozárabes) y judíos. Tenían autoridades y leyes propias, bajo control musulmán. Estaban sujetos al pago de impuestos y al servicio militar.