Industrialización en España: Desarrollo, Desafíos y Evolución (1833-1876)

La Industrialización en España: Desarrollo, Desafíos y Evolución (1833-1876)

La Revolución Industrial supuso el tránsito de una economía agraria y artesanal a otra basada en la industria y la producción mecanizada. El cambio se inició en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Por su parte, España quedó mucho más rezagada en el proceso industrializador europeo, debido a una serie de obstáculos que frenaron su desarrollo. Entre ellos se encuentran:

  • El bajo rendimiento de la agricultura, con crisis de subsistencias y falta de capital para adquirir productos por la inexistencia de un mercado nacional.
  • Por otro lado, la transición demográfica no se dio en España hasta bien entrado el siglo XIX y principios del XX, y aunque su población creció considerablemente, lo hizo menos que otros países de Europa.
  • Esto se vio favorecido por la emigración de muchos españoles a América Latina.
  • Cabe destacar el retraso de la educación, pues solo un 30% de la población estaba alfabetizada.
  • Otro de los factores de este retraso fue la absorción de gran cantidad de recursos por la Hacienda Pública española para poder hacer frente a sus gastos, lo que supuso un incremento en los tipos de interés.
  • Asimismo, se encareció la financiación de las empresas, por lo que la red ferroviaria y la explotación de las minas quedaron en manos de capital extranjero.
  • La escasez de fuentes de energía y la posición periférica de España también fueron factores adversos para la expansión industrial.
  • Todo esto dio lugar a una industria limitada por dos focos poco competitivos: por un lado, la industria algodonera catalana y por otro, la industria siderúrgica del País Vasco, lo que obligó a mantener políticas proteccionistas.

Industrias Textil y Siderúrgica

Nos centraremos en el período de tiempo transcurrido entre 1833 y 1876. Las industrias textil y siderúrgica fueron las introductoras de la industrialización en España. En la textil, destaca el sector algodonero, desarrollado principalmente en Cataluña. A principios del siglo XIX se introdujeron máquinas como las mulas, movidas por ruedas hidráulicas o máquinas de vapor. En 1835 tuvo lugar la primera protesta contra las máquinas por parte de los obreros, pero esto no frenó la expansión de esta industria, favorecida por la introducción de las selfactinas. Los industriales del textil catalán y los terratenientes castellanos o andaluces apoyaron una política proteccionista; se oponían a la libertad de mercado, que amenazaba sus negocios, poco competitivos frente a los productos extranjeros. Otras industrias destacadas son la industria lanera, la de la seda y la del lino.

Minería y Siderurgia

El mineral de hierro y el carbón fueron materias primas fundamentales para el desarrollo de la siderurgia española, por lo que la explotación minera condicionó la expansión. La legislación librecambista dio un mayor dinamismo al sector. La Ley de Bases sobre Minas de ese año y otras posteriores favorecieron el auge de la minería. Asimismo, hubo una expansión de la demanda, que se produjo con la ayuda de la inversión extranjera y la llamada “desamortización” del subsuelo (la venta de las explotaciones a manos privadas). España era a finales de siglo el principal exportador de mineral de hierro de toda Europa, pero el desnivel que presentaba entre la producción minera y la siderúrgica mostraba una economía poco dinámica. La expansión minera sirvió para desarrollar la siderurgia vasca y se creó una empresa emblemática, la de la familia Ybarra. También tuvo gran expansión la siderurgia vizcaína, formándose entre varias compañías los Altos Hornos de Vizcaya. La tecnificación del proceso permitió un crecimiento de la producción, pero muy lejos de los niveles de otros países europeos. Este atraso se explica por la libertad de importación que estableció la ley de ferrocarriles de 1855, a lo que debe sumarse la reducida demanda interna, el atraso técnico y la escasez de carbón, que se tenía que importar.

Infraestructuras y Transporte

Por otro lado, también destacan los molinos, las industrias derivadas de la explotación agraria (aceite de oliva, vinos…) y la industria mecánica, de menor peso. España tuvo grandes problemas para articular un mercado nacional y para comunicar su territorio. La accidentada orografía peninsular hizo que la construcción de carreteras y vías férreas fuera mucho más costosa que en otros países europeos. Fue Bravo Murillo quien elaboró 6 grandes rutas nacionales de carácter radial, debido al deseo de consolidar un Estado centralizado desde Madrid, que lo comunicara con los puntos claves de la periferia y con el extranjero, aunque eso representase la construcción de cientos de kilómetros de vías de escaso o nulo rendimiento económico. La construcción del ferrocarril se inició tras la Ley de Ferrocarriles de 1855 y atrajo cuantioso capital extranjero (francés principalmente) y se inauguró con la línea Barcelona-Mataró. La red de carreteras fue construida y financiada por el Estado. El transporte marítimo también mejoró mediante tres cambios fundamentales: la mejora y ampliación de los puertos, el perfeccionamiento de la navegación a vela y la introducción de la navegación a vapor. La red ferroviaria construida tenía serios defectos: la escasez de ramales y enlaces, el carácter extranjero de la mayoría de las compañías y la falta de rentabilidad de la mayoría de las líneas. Otro problema importante fue el ancho de vía superior al europeo que dificultó y encareció los intercambios comerciales con el resto de Europa. La autorización a las compañías para importar, libres de aranceles, todos los materiales necesarios para su construcción frenó el desarrollo de la siderurgia nacional de cereales y textiles, aunque el escaso poder de compra de una población agraria motivó que el volumen total del transporte fuese escaso, y escasos también los beneficios de las compañías constructoras.

Hacienda y Sistema Financiero

Desde tiempos de Carlos IV, la Hacienda española hubo de vivir de empréstitos concertados en el extranjero. La llamada reforma Mon-Santillán intentaba superar el caos del Antiguo Régimen e iniciar un sistema fiscal moderno, simplificado y racional. Trazó un plan para reducir la deuda pública. También estableció unos presupuestos generales del Estado por los que se podía conocer el total de ingresos y gastos. Además modificó el sistema fiscal, pero fue insuficiente para cubrir los gastos del Estado, por lo que no pudo acabar con el déficit fiscal ni con el progresivo endeudamiento de la Hacienda española. Por otro lado, elaboró un plan sencillo estableciendo dos tipos de impuestos: directos e indirectos. El sistema monetario consistió en la implantación de la peseta como moneda oficial en 1868. La Ley de Bancos de Emisión y Sociedades de Crédito reordenará el sistema financiero español. El nuevo sistema bancario se construye sobre el pilar de la sociedad anónima. El sistema financiero aparece presidido por el Banco de España, al que el Estado confiaba la custodia de sus reservas metálicas. Los bancos de emisión locales funcionaban también como sociedades por acciones.

Comercio Exterior: Proteccionismo vs. Librecambismo

El comercio exterior español aumentó de volumen, pero la balanza comercial se mantuvo deficitaria: se exportaban materias primas y se importaban productos industriales. España intentó reservar el mercado interior para la producción nacional mediante la imposición de aranceles a los productos extranjeros. Como el resto de países europeos, los gobiernos españoles siguieron una corriente de avance del librecambismo y otra de claro avance del proteccionismo. Los proteccionistas alegaban que la protección era imprescindible para el desarrollo de la industria nacional frente a la competencia de textiles ingleses. Los librecambistas crearon la Asociación para la Reforma de los Aranceles. Defendían el librecambismo porque sus exportaciones se veían perjudicadas por las tarifas puestas a las importaciones de manufacturas británicas.

El Estado deseaba un arancel bajo que incrementase el comercio exterior y, por tanto, los ingresos. No obstante, la política arancelaria española fue proteccionista hasta el llamado arancel Figueroa de 1869, y a partir de 1891.