Proclamación de la Segunda República Española
En febrero de 1931, se constituyó el último gobierno de Alfonso XIII, presidido por el almirante Aznar, que asumió el compromiso de convocar elecciones municipales para el 12 de abril. El triunfo de las candidaturas republicanas y socialistas en las capitales de provincia fue interpretado como el apoyo a la República, y el 14 de abril de 1931 Alfonso XIII abandonaba el país. Ese mismo día, los representantes de los partidos del Pacto de San Sebastián constituyeron un Gobierno provisional compuesto por un amplio espectro político, que iba desde la derecha republicana hasta socialistas. El nuevo gobierno estaba presidido por Alcalá Zamora, que proclamó oficialmente la Segunda República y convocó elecciones a Cortes Constituyentes en junio.
Primeros Desafíos de la Segunda República
Desde el comienzo, tuvo que hacer frente a los enemigos declarados de la República (Iglesia y sectores monárquicos) como de sus aparentes partidarios (catalanistas y clases populares). Esta situación se hizo evidente en dos aspectos:
- Cuestión catalana. El mismo día de la proclamación de la República, Macià, líder de la recién fundada Esquerra Republicana de Cataluña, había declarado la República Catalana como un Estado dentro de la Federación Ibérica. La solución al conflicto vino por compromiso del Gobierno a buscar una solución inmediata del conflicto.
- Oposición de la Iglesia. El segundo asunto fue la intención de secularizar el Estado, lo que molestó a la Iglesia, que criticó a la República y alabó la monarquía. La consecuencia fue una oleada de violencia anticlerical por todo el país con quema de conventos e iglesias.
Elecciones a Cortes Constituyentes y la Constitución de 1931
La participación en junio a las elecciones a Cortes Constituyentes fue alta (superior al 70%). El resultado de las mismas dio el Gobierno a la coalición de republicanos de izquierda y socialistas. La primera reunión del Congreso tuvo lugar el 14 de julio de 1931. Las principales discusiones giraron en torno al reconocimiento del derecho a voto a las mujeres y la cuestión religiosa. Finalmente, la Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931. En su contenido cabe destacar:
- El Estado se constituía como “una República democrática de trabajadores de toda clase”.
- Se reconocía la soberanía nacional.
- Los poderes del Estado quedan repartidos entre legislativo, ejecutivo y judicial.
- Amplia declaración de libertades y derechos como el matrimonio civil y el divorcio, la igualdad de los ciudadanos ante la educación y el trabajo, etc.
- Se establecía un Estado laico con la separación de la Iglesia y el Estado, libertad de cultos y prohibición de ejercer la educación a la Iglesia.
- Apareció como obligación del Estado extender la educación y la cultura a toda la población sin discriminación alguna.
- Por último, la Constitución preveía la posibilidad de expropiación forzosa de cualquier tipo de propiedad por causa de utilidad social.
Gobierno de Azaña y Reformas del Bienio Reformista
Tras aprobarse la Constitución, fue elegido como Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana) y como Presidente del Gobierno, Manuel Azaña (Acción Republicana: izquierda republicana). Los socialistas, con tres ministros, entran en el Gobierno por primera vez en su historia.
Al tratarse de una Constitución sin consenso, produjo rechazo de la derecha y del sector más radical del movimiento obrero. Los anarquistas declararon la guerra a la República desde el primer momento intentando establecer el comunismo libertario, es decir, la revolución continua y espontánea, y provocando huelgas y estallidos revolucionarios duramente reprimidos por el nuevo Gobierno.
En este bienio, se pusieron en marcha algunas reformas sociales que no llegaron a satisfacer plenamente a los colectivos más afectados: reforma militar, religiosa, territorial, agraria, educativa y cultural.
El Sufragio Femenino en la Segunda República
Las elecciones de junio de 1931 a Cortes Constituyentes fueron por sufragio universal masculino, como se había establecido desde 1890. Sin embargo, el Gobierno introdujo el voto pasivo, que reconocía el derecho de las mujeres a presentarse a las elecciones, aunque no el derecho a voto. Tres fueron las elegidas: Clara Campoamor, Margarita Nelken y Victoria Kent.
El derecho al voto llegaría tras la aprobación de la Constitución y después del debate entre dos bandos. Clara Campoamor afirmaba que el acceso de las mujeres a las urnas era una obligación ética del Congreso y que las españolas se lo habían ganado después de haber luchado durante mucho tiempo por la República. Victoria Kent y Margarita Nelken representaban los puntos de vista conservadores que querían impedir el derecho al voto de las mujeres. Kent argumentaba que aún no estaban listas para votar, ya que no estaban lo suficientemente educadas para tomar esta decisión política, y que se someterían a los deseos de sus esposos y de la Iglesia.
El duelo entre Campoamor y Kent por el sufragio femenino fue el más significativo de este tipo de la historia parlamentaria de España. Finalmente, el artículo de la Constitución fue aprobado el 1 de octubre de 1931. Con su aprobación, España se convirtió en el primer país latino en ofrecer el sufragio universal. El período también otorgó otros derechos para las mujeres por primera vez, como el divorcio y el acceso a la educación superior. Las mujeres pudieron votar por primera vez el 19 de noviembre de 1933.