Explorando la Felicidad y la Ética: Epicuro, San Agustín y Aristóteles

Epicuro: La Búsqueda del Placer y la Ataraxia

Epicuro: El objetivo de la felicidad es el placer (hedoné), que se consigue mediante la meditación sobre el placer en sí mismo. El placer surge de la eliminación del dolor, siendo “el placer la ausencia del dolor”.

Tipos de Placeres según Epicuro:

  1. Placeres katastemáticos: Deseos naturales y necesarios para la supervivencia, como el agua y los alimentos.
  2. Placeres cinéticos: Deseos naturales pero no necesarios, como el exceso en los placeres naturales (manjares o bebidas en abundancia). El amor se considera una fuente de perturbación que impide la tranquilidad del alma y el matrimonio solo se acepta como una relación de amistad y conveniencia sexual.
  3. Placeres ni naturales ni necesarios: Deben evitarse, ya que están relacionados con la vida política y social y se basan en falsas opiniones sobre lo necesario en la vida.

La felicidad se basa en los placeres katastemáticos y en la eliminación de las perturbaciones del alma, mediante la meditación y el cálculo de la compatibilidad de los deseos (prudencia). El objetivo es la “ataraxia” o tranquilidad del alma.

Miedos y Angustias:
  • Dioses: Son materiales y emiten simulacros que llegan a nuestra mente como falsas creencias. No se preocupan por nosotros, por lo que no hay que temerlos, pero se les debe rezar para la vida pacífica en comunidad.
  • Muerte: No tiene sentido preocuparse, ya que cuando estamos vivos, la muerte no está presente, y cuando la muerte llega, nosotros ya no existimos.

San Agustín: La Ciudad de Dios y la Historia de la Salvación

San Agustín: La Ciudad de Dios. Fue el primer pensador en analizar el sentido de la historia universal como el escenario donde Dios se manifiesta y tiene lugar la salvación.

Las Dos Ciudades:

  • Ciudad Terrena: Aquellos que se aman a sí mismos hasta despreciar a Dios.
  • Ciudad de Dios: Aquellos que aman a Dios hasta despreciarse a sí mismos.

El hombre requiere control, por lo que Dios crea el gobierno para asegurar la paz terrenal, objetivo de toda formación política que necesita la sabiduría cristiana. Los gobernantes justos, temerosos y amantes de Dios son considerados “felices”.

Introduce la noción lineal del tiempo, prediciendo que Dios vencerá al final, a diferencia de las nociones circulares. Expone un orden jerárquico de leyes:

  1. Ley de Dios: Razón divina.
  2. Ley Natural: Impresión de la captación de la voluntad de Dios.
  3. Ley Temporal: Ley humana que no puede contradecir los principios de la ley eterna.

Aristóteles: La Eudaimonia y la Virtud

Ética de Aristóteles: Todos estamos de acuerdo en llamar felicidad (eudaimonia) a aquello por lo que, en última instancia, hacemos todo lo que hacemos, aunque haya discrepancias en su definición. Aristóteles descarta la riqueza o el placer como fuentes de felicidad, y sostiene que lo que nos hace felices es “ser realmente lo que somos”, es decir, el ejercicio de la función propia, que en el caso del hombre es el logos (razón, habla).

El logos no es una potencia natural, sino que requiere aprendizaje. El ejercicio en un entorno social genera un hábito (disposición adquirida), que luego parece natural. Aristóteles llama virtud al hábito bueno y vicio al hábito malo.

El “ejercicio del logos” puede significar:

  • Usarlo para conocer: Da lugar a las virtudes dianoéticas (episteme: conocimiento de lo necesario; prudencia: de lo contingente; nous: de los primeros principios; sophía: sabiduría absoluta).
  • Usarlo para tomar decisiones: Da lugar a las virtudes éticas, que son un término medio entre dos extremos (exceso y defecto). El término medio se calcula mediante la prudencia, que es un hábito selectivo relativo a cada individuo.