Hitos Clave en la Historia de España: De Atapuerca a la Revolución Liberal

La Prehistoria en la Península Ibérica: Primeros Pobladores y Desarrollos Culturales

El Paleolítico y los Primeros Homínidos

Hace aproximadamente 600.000 años, grupos de Homo Ergaster migraron desde África y se establecieron en la Península Ibérica, posiblemente a través del estrecho de Gibraltar o los Pirineos. Estos homínidos eran capaces de tallar la piedra y fabricar herramientas. Uno de los yacimientos más significativos de este periodo es la Sierra de Atapuerca (Burgos), considerado el yacimiento paleolítico más importante del mundo. Estos primeros habitantes eran cazadores y recolectores, y aún se desconoce si dominaban el fuego.

Posteriormente, entre 250.000 y 30.000 a.C., los Neandertales habitaron la región. Esta especie, por razones aún no esclarecidas, se extinguió, posiblemente debido a la expansión del Homo Sapiens, que llegó a la Península alrededor del año 40.000 a.C. El Homo Sapiens poseía una tecnología superior a la de los Neandertales y se especula sobre su capacidad de lenguaje. Eran principalmente cazadores, y nos han legado numerosos vestigios, entre los que destacan las famosas pinturas rupestres. Las pinturas de la cueva de Altamira y Cogull son ejemplos notables, cuyo significado exacto sigue siendo un misterio, aunque se cree que podrían representar un primitivo sistema de creencias.

El Neolítico y los Megalitos

Entre el 6.000 y el 3.000 a.C., se desarrolló el periodo Neolítico, marcado por el descubrimiento de la agricultura y la ganadería. Este avance propició la aparición de los megalitos en Europa, construcciones monumentales hechas de grandes piedras.

Conquista y Romanización de la Península Ibérica

La romanización se refiere al proceso gradual de asimilación de la cultura, sociedad, legislación y costumbres romanas por parte de la sociedad hispana. Este proceso no fue uniforme en toda la Península. Entre los legados romanos más importantes se encuentran:

  • Latín: Se convirtió en la lengua oficial y privada, a excepción del vascuence, y es el sustrato de lenguas romances como el castellano, el catalán y el gallego.
  • Derecho: El Ius latii integró a la Península como una provincia más del Imperio Romano. El derecho romano sigue siendo una base fundamental de nuestro ordenamiento jurídico actual.
  • Religión: El cristianismo fue declarado religión oficial del imperio por Constantino mediante el Edicto de Milán en el año 313.
  • Obras públicas: La arquitectura romana se caracterizaba por su utilidad, perfección técnica y propósito propagandístico. Destacan acueductos, teatros, etc.

La costa mediterránea fue la zona más romanizada, con dos focos principales: la Bética (cuna de Séneca y Lucano) y el Valle del Ebro (origen de Quintiliano y Marcial de Bílbilis).

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Las Cortes de Cádiz se celebraron en 1810, en una ciudad asediada por las tropas francesas. Se constituyó una Junta Suprema que reunía a absolutistas, reformadores y liberales, y que convocó a las Cortes. Estas estaban compuestas por miembros de las clases medias urbanas (médicos, abogados, funcionarios), eclesiásticos, aristócratas y los llamados “suplentes”, que sustituían a los diputados que no podían asistir.

En las Cortes, liberales y absolutistas no lograban ponerse de acuerdo. Los absolutistas querían que las Cortes se centraran en la guerra y que se siguiera un procedimiento estamental. Los liberales, además de abordar la guerra, buscaban implementar las reformas que España necesitaba. Finalmente, los liberales se impusieron, dando lugar a las Cortes de Cádiz, que se dividieron en dos partes: Decretos y Constitución.

Entre los decretos más destacados se encuentran:

  • Decreto de Soberanía Nacional: Transformó las Cortes tradicionales en constituyentes, transfiriendo la autoridad del rey a la nación.
  • Abolición de la Mesta.
  • Abolición del régimen jurisdiccional.
  • Abolición del mayorazgo.
  • Libertad de imprenta.
  • Libertad de trabajo, contratación y comercio.
  • Supresión de los gremios.
  • Abolición de la Inquisición española.

Tras estos decretos, se redactó la Constitución, promulgada el 19 de marzo de 1812. Sus rasgos principales son:

  • Reconocimiento de la soberanía nacional.
  • División de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.
  • Establecimiento del sufragio universal indirecto.
  • Constitución rígida, sin posibilidad de modificación en 8 años.
  • El catolicismo como religión oficial, prohibiendo cualquier otra.
  • Igualdad de derechos para todos los ciudadanos, independientemente de su origen geográfico dentro de España.

Esta constitución estuvo vigente de 1812 a 1814, de 1820 a 1823 y de 1836 a 1837, e influyó en países como Portugal, Italia y toda Iberoamérica.

La Crisis de 1808: Guerra de la Independencia y Comienzos de la Revolución Liberal

El Reinado de Carlos IV y la Influencia de la Revolución Francesa

El reinado de Carlos IV estuvo marcado por grandes dificultades internas y externas. Coincidió con el estallido de la Revolución Francesa, que generó pánico entre los gobiernos europeos y provocó un retroceso en las ideas ilustradas. El primer ministro de Carlos IV fue rápidamente sustituido por el conde de Aranda y, posteriormente, por Manuel de Godoy en 1792. Godoy optó por aliarse con los ingleses mientras los revolucionarios franceses guillotinaban a Luis XVI. Esta alianza se enfrentó a Francia en la Guerra del Rosellón, que concluyó con una victoria francesa. Posteriormente, la Paz de Basilea estableció una alianza entre España y Francia contra Inglaterra, obligando a España a prestar ayuda militar en caso de guerra. Francia decidió atacar a Inglaterra, y España la apoyó en la Batalla de Trafalgar, que tuvo graves consecuencias para la flota española.

A nivel interno, los salarios disminuían, los precios subían constantemente y el sector agrario y el comercio exterior se vieron duramente perjudicados. Estos problemas generaron especulaciones sobre cambios sociales, a los que se oponían los absolutistas, lo que desembocó en la Guerra de la Independencia.

La Guerra de la Independencia (1808-1814)

Napoleón y Godoy firmaron el Tratado de Fontainebleau con el objetivo de repartirse la corona portuguesa, aunque Napoleón también tenía interés en la Península Ibérica. La familia real, ante la invasión, decidió trasladarse a Sevilla con la intención de huir a América. El Motín de Aranjuez evidenció la debilidad de la corona española. Napoleón, tras invadir España, entregó la corona a su hermano José I. Algunos españoles, conocidos como afrancesados, vieron en José I la posibilidad de llevar a cabo las reformas que España necesitaba.

El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se rebeló contra el invasor, lo que provocó levantamientos similares en otras partes de España. Se crearon juntas individuales en cada región para gestionar los asuntos de la guerra y del país, rindiendo cuentas a la Junta Suprema Central, que contaba con figuras como Jovellanos y Floridablanca. La primera derrota napoleónica en campo abierto fue la de Bailén. El pueblo español logró finalmente expulsar a las tropas napoleónicas.

La guerrilla fue una táctica clave en la derrota del ejército napoleónico, caracterizada por:

  • Apoyo activo de la población civil.
  • Acciones militares destinadas a infligir daño, no a debilitar al rival.
  • Mayor conocimiento del terreno.
  • Ataques dirigidos contra pelotones aislados o convoyes, entorpeciendo las operaciones francesas.

La Guerra de la Independencia se dividió en tres etapas:

  • Mayo-Noviembre de 1808: Fuerte resistencia española, ejemplificada por la derrota de Bailén.
  • Noviembre de 1808-1812: Dominio napoleónico en España, con la toma de ciudades importantes como Zaragoza y Madrid.
  • 1812-1814: Cambio en el curso de la guerra debido a la participación de Inglaterra y la difícil situación de Francia en Rusia, lo que llevó a la retirada de Napoleón y al fin de la guerra en 1814.

Los Comienzos de la Revolución Liberal

Se distinguían tres corrientes ideológicas principales:

  • Absolutistas: Defendían que el monarca era el Estado, con poder absoluto y sin necesidad de consultar al pueblo. Buscaban el fin de la guerra y la restauración de Fernando VII.
  • Liberales: Sostenían que las personas tenían derechos inalienables, incluso frente al rey. Abogaban por un sistema político parlamentario.
  • Ilustrados: Veían en José I un equilibrio entre las dos posturas anteriores.