En términos generales, la postura del cuerpo y la gesticulación deben obedecer a las siguientes reglas:
- Deben adaptarse a la personalidad.
- No deben parecer ensayados, sino que, al contrario, han de mostrarse naturales.
- Nunca deben resultar exagerados.
Si el orador no está convencido de lo que dice, quizá logre engañar con sus palabras, pero probablemente le delaten sus gestos porque el cuerpo no miente nunca.
Por ejemplo: a las palabras ‘estoy encantado de saludarles y de haber compartido con ustedes esta cena’ se le pueden adjuntar innumerables gestos; desde luego, como la mirada se pierda en el suelo o se escape por la ventana, como el rostro parezca huraño, ya puede el orador insistir en que es un placer disfrutar de esa compañía que nadie le va a creer: su discurso debe ser verosímil no sólo en el tono, sino también en lo que respecta al ámbito de la comunicación no verbal.
Consejos para Diferentes Situaciones
El Lugar
Para empezar, piensa en el lugar desde el que vas a hablar a tu público. Procura echar un vistazo previamente al lugar desde el que vas a dirigirte a tu auditorio: comprueba la altura de la silla, fíjate si la mesa es cerrada o si el público te verá las piernas cuando tomes asiento. Si es posible, escoge, según tus preferencias, entre hablar de pie o sentado. Ten en cuenta que te interesa que te vean porque, si te ven con dificultad, te escucharán peor. Si se trata de una reunión poco numerosa en la que todos intervienen sentados, no hay duda; en casi todos los demás casos es preferible hablar de pie. De cualquier modo, no olvides que eres tú quien debe ver bien a tu público y viceversa. Nada debe interponerse en la línea visual que une emisor y receptor.
El Sonido
Es imprescindible que el público te oiga bien. Por eso, unos minutos antes de comenzar debemos comprobar la calidad y el funcionamiento de los micrófonos; asegurarnos de que las condiciones acústicas van a permitir a todo el público escucharnos y, si es preciso, resolver con los organizadores los problemas técnicos. Es preferible ser muy meticuloso con esos aspectos antes de que llegue el público e intentar resolverlos cuando ya todo el mundo está esperando en su silla. Comprueba la distancia adecuada a los micrófonos haciendo pruebas de sonido; para ello, habla en el mismo tono de voz que vayas a utilizar y no des golpecitos al micrófono, ya que sólo sirven para estropearlo. Si el micrófono es de pie, deberás regularlo a tu altura con antelación.
La Postura
La postura del cuerpo que conviene adoptar siempre ha de ser adecuada a la situación en la que te encuentras. Si tienes que hablar sentado, mantente erguido, pero sin que parezca que te han colocado una camisa de fuerza. Normalmente dispondrás de una mesa; apoya en ella los codos e inclínate ligeramente hacia delante, desafiando al público y a la vez mostrándote más cercano a él. Ten la preocupación de comprobar si desde los asientos se te ven las piernas y, si es así, no juegues con ellas durante el discurso: muévelas lo menos posible.
Si has de hablar sentado pero sin mesa –por ejemplo, en una tertulia de televisión– puedes cruzar las piernas, pero procura no realizar el cruce justo cuando comiences una de las intervenciones, pues transmitirás sensación de nerviosismo. Tampoco estires demasiado las piernas, podrá pensarse que no te interesa lo que los otros están diciendo. No cruces los brazos, pues parecerá que estás a la defensiva. Inclínate ligeramente hacia delante en actitud abierta o apóyate en el respaldo informalmente sin llegar a repanchingarte; no te mantengas envarado, pues darás la sensación de que estás incómodo. No mires el reloj y mucho menos si se te acaba de formular una pregunta espinosa.
Si debes dirigirte al público de pie, intenta disponer de una tribuna, pues podrás adelantar una pierna ligeramente con respecto a la otra y aumentar así tu capacidad de respiración; en la plataforma del atril podrás además encontrar un buen soporte para tus papeles. Si te apoyas en el atril, hazlo para mostrar seguridad, contundencia y fuerza, es decir, apóyate distendida y naturalmente; no utilices el ambón para agarrarte, pues transmitirás nerviosismo e inseguridad. Mantén la cabeza erguida y procura mirar al público: baja la vista si tienes que leer tus notas, pero nunca la cabeza.
Si has de hablar de pie con tan sólo un micrófono frente a ti, es decir, sin tribuna, intenta que tu discurso sea breve, ya que no podrás ocultar tus piernas, lo que ciertamente constituye un problema, pues nunca se sabe qué hacer con ellas ni dónde ponerlas. No debes adelantar una pierna con respecto a la otra como si estuvieras dispuesto a salir corriendo; al contrario, conviene que mantengas los pies a la misma distancia y formando un ángulo de unos cuarenta y cinco grados; no des pasitos ni para adelante ni para atrás. En cualquier caso, los hombros no deben estar caídos, pero tampoco en posición militar y, si se te ocurre flexionar las rodillas, no sólo transmitirás una mala impresión, sino que te cansarás a los pocos minutos.
Los Brazos y las Manos
Estas son las posiciones básicas, pero ahora debemos resolver dónde colocar los brazos. No los dejes colgando: la colocación ideal es entre la cintura y los hombros, a la altura del estómago. No alces los brazos jamás por encima de la cabeza. Tampoco entrelaces las manos a la altura del pecho, ni tampoco hay que situarlos colgando.
Las manos son especialmente importantes y, como hemos dicho, al ser latinos, necesariamente las utilizaremos para comunicarnos. Pero ten en cuenta que están sujetas a códigos muy definidos. Hay que tener en cuenta que al mover las manos también transmitimos mensajes: hazlo por tanto con naturalidad, pero sin exageraciones. Muéstralas siempre: no las escondas bajo la mesa, ni junto a la espalda, ni las metas en los bolsillos. El movimiento de las manos no debe ser desproporcionado, sobre todo en el caso de los varones. Procura que las manos permanezcan abiertas, pues el puño cerrado muestra nerviosismo o agresividad. Finalmente, recuerda que es preferible el movimiento de una mano al que se hace con las dos (aunque no siempre).
Movimiento en el Escenario
Es recomendable moverse por el escenario, pero con lentitud, cambiando de dirección de vez en cuando, pero manteniéndote algún tiempo en un lugar determinado antes de cambiar de itinerario. En estos casos, intenta gesticular menos que si te sitúas ante un micrófono. Y no olvides que, en caso de duda, es preferible ser parco en los gestos: mejor parecer poco expresivo que resultar muy vehemente.
Adaptación al Público y al Tema
La comunicación no verbal debe adecuarse a las características del tema, al carácter del orador y al tipo de público. Este último marca la velocidad gestual: ten en cuenta que cuanto mayor sea la sala y más la espectacularidad que quieras dar a tu presentación, más lentos deberán ser tus movimientos. Los ademanes grandilocuentes pueden interpretarse como un intento de desviar la atención de un discurso vacío de contenido; si te expresas en televisión, presta especial cuidado y procura moderarlos porque con mucha facilidad parecerán exagerados o delatarán nerviosismo. Cuanto más joven sea la audiencia, más alarde de gestos debes emplear para captar la atención, hasta el punto de que, si se trata de niños, es casi obligatoria una gesticulación exagerada.
Indicaciones de Dirección
Si necesitas indicar al público las direcciones derecha o izquierda, debes ponerte en la situación del auditorio, pues de lo contrario provocarás más de una confusión. La solución más eficaz es siempre extender el brazo hacia donde se pretende que los asistentes miren y precisar con las palabras: a su izquierda, a su derecha…