Poesía Española: Evolución y Tendencias desde la Posguerra hasta los Años 80

La Poesía Española de Posguerra: Un Reflejo de la Sociedad

La poesía, incluso más que otros géneros, refleja las preocupaciones de los autores de los decenios posteriores a 1936: las secuelas de la guerra, los problemas existenciales y sociales, las inquietudes artísticas…

Miguel Hernández: Puente entre Dos Generaciones

Miguel Hernández representa un puente entre dos etapas de la poesía española. Por un lado, en su período de precocidad, mantiene contacto con la Generación del 27, de la que Dámaso Alonso lo llamará “genial epígono”. Por otro lado, por su edad, se le incluye a veces en la Generación del 36 o generación escindida (la de Rosales, Celaya, etc.).

Tras sus tanteos adolescentes, Miguel Hernández rinde culto a la moda gongorina y compone Perito en lunas, con una elaboración metafórica hermética y deslumbrante. En El rayo que no cesa consolida su tríptico temático: “Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida”.

Con la llegada de la guerra, aparece Viento del pueblo, con la que inicia su etapa de poesía comprometida. Poemas como “El niño yuntero” muestran su preocupación social. En la misma línea, escribe El hombre acecha, incluyendo el dolor por la tragedia de la guerra.

Finalmente, en la cárcel compone, entre 1938 y 1941, Cancionero y romancero de ausencias, donde habla del amor a la esposa y al hijo, frustrado por la separación. Otros temas son la situación de prisionero y las consecuencias de la guerra. De esta época son las estremecedoras “Nanas de la cebolla”, un canto al hijo en el que encuentra fuerzas para sobrellevar su trágico destino.

La Generación del 36 y la Poesía del Exilio

En los años 40 y principios de los 50, surgen poetas más o menos coetáneos a Miguel Hernández, agrupados bajo el rótulo de Generación del 36. El grupo del 27 se ha dispersado, pero ninguno ha abandonado la poesía entrañablemente humana.

En los primeros años del exilio, escriben sobre la derrota, la nostalgia de la patria perdida, el anhelo de regreso y la dictadura franquista, criticada con dureza. Destacan León Felipe, Altolaguirre, Prados y Juan Gil-Albert.

Poesía Arraigada y Desarraigada: Dos Visiones de la Posguerra

Después de la Guerra Civil, se instauró una dictadura que centró sus esfuerzos culturales en difundir valores tradicionalistas que idealizaban el pasado histórico y artístico español. Dámaso Alonso acuñó el término poesía arraigada para designar a poetas afines al régimen, que vuelven los ojos hacia poetas del Imperio como Garcilaso y muestran una visión del mundo coherente, ordenada y serena.

Entre los temas dominantes, encontramos un firme sentimiento religioso, junto con temas tradicionales como el amor, el paisaje o lo bello. Destacan Leopoldo Panero, Vivanco, Ridruejo y Luis Rosales. Este último se distanció en un momento del régimen para buscar el sentido vital. En La casa encendida encontramos largos poemas en versículos y un lenguaje personalísimo que convierten esta obra en una de las más importantes del lirismo español contemporáneo.

La poesía desarraigada queda en el lado opuesto, representada por Dámaso Alonso en Hijos de la ira. El escenario es una realidad social de posguerra donde imperan la injusticia, la miseria material y moral y el odio. Es una poesía de tono trágico, desazonado, enfrentada a un mundo deshecho y caótico, invadido por el sufrimiento y la angustia. La religiosidad está presente, aunque tratada con desesperanza.

En esta línea se incluyen Victoriano Crémer, José Luis Hidalgo, Eugenio de Nora y los primeros libros de Blas de Otero y Gabriel Celaya.

El Realismo Social y la Poesía como Arma

Hacia 1955, se consolida en todos los géneros el realismo social. Dos libros marcan un hito: Pido la voz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos iberos, de Gabriel Celaya. Ambos poetas superan su etapa anterior de angustia existencial para situar los problemas humanos en un marco social.

En este marco, los nuevos poetas estarán acompañados por una figura de la Generación del 27, Vicente Aleixandre, que en 1954 da un giro a su obra con Historia del corazón, en torno a la solidaridad. Estas obras muestran una nueva función de la poesía en el mundo. Nace así la poesía social, reflejada en los versos de Celaya: “La poesía es un arma cargada de futuro”.

Se aborda el tema de España con un enfoque más político, y otros como la injusticia social, la alienación, el trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor. Junto a Celaya y Otero, podemos situar a Ángela Figuera, José Hierro y Ángel González. Todos continúan la línea rehumanizadora iniciada tras la Guerra Civil, bajo la influencia de autores como Antonio Machado, Pablo Neruda, César Vallejo o Miguel Hernández.

La Poesía de la Experiencia y la Generación del 68

La poesía social se prolonga en los años 60. Surgen autores nuevos que representarán pronto su superación, como Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, etc. Estos poetas no formaron un grupo, pero presentan rasgos comunes:

  • Preocupación por el hombre, que enlaza con el humanismo existencial, aunque rechazando cualquier tratamiento patético.
  • Inconformismo con la realidad, pero sin aspirar a cambiarla.

Se trata de una poesía basada en la experiencia personal. Esta poesía de la experiencia se caracteriza por:

  • Alejamiento de las tendencias precedentes.
  • Labor de depuración y condensación de la palabra.
  • Tono cálido y cordial.
  • Ironía triste que refleja escepticismo.
  • Interés por los valores estéticos y posibilidades del lenguaje.

En 1970, Josep Maria Castellet publica una antología de amplia repercusión, Nueve novísimos poetas españoles (Pere Gimferrer, Panero hijo, Colinas, Ana María Foix, etc.). Resultan representativos de una nueva sensibilidad llamada Generación del 68.

Nacidos después de la guerra, reciben una educación sentimental que combina una formación tradicional y estrecha con ciertos tebeos, cine, discos, televisión… También tuvieron acceso a libros antes difíciles de encontrar, y sus viajes al extranjero los ponen en contacto con nuevas tendencias culturales.

En la temática, se encuentra lo personal (amor, infancia, erotismo) y lo público (guerra de Vietnam, sociedad de consumo). Presentan cierto escepticismo sobre las posibilidades que tiene la poesía para cambiar el mundo. Les importa el estilo. Su objetivo es la renovación del lenguaje, y ven en el surrealismo una manera de romper con la lógica absurda del mundo.

Últimas Tendencias: Intimismo y Tradición

Los poetas más jóvenes, que se dan a conocer a finales de los 70 o ya en los 80, continúan las líneas apuntadas, y se alejan del vanguardismo más estridente. Presentan mayor interés por la intimidad y por las formas tradicionales.