La Segunda República y la Guerra Civil en el País Vasco (1931-1937)
El nacimiento del régimen republicano en 1931 dio la oportunidad de cambiar el marco político español, y los nacionalistas vascos vieron la oportunidad de reivindicar el derecho a la autonomía. La autonomía vasca se hizo realidad en 1936.
El resultado de las elecciones generales del 36 puso de manifiesto la existencia de diferentes fuerzas políticas en las cuatro provincias vascas. En Guipúzcoa y Vizcaya existía una clara mayoría que se posicionaba a favor del cumplimiento del Estatuto y la República, mientras que Álava y Navarra contaban con más seguidores del carlismo, contrarios al régimen republicano y favorables al alzamiento militar. Por ello, cuando estalló la Guerra Civil, el País Vasco quedó dividido en dos zonas. Bilbao fue tomada por los nacionales el 19 de junio de 1937, lo que supuso el fin de la guerra en tierras vascas y el inicio de la dictadura franquista en ellas.
Partidos Políticos durante la Segunda República en el País Vasco
Durante el periodo de la Segunda República hubo presente en el País Vasco una gran variedad de partidos políticos:
- Comunión Tradicionalista: Recogía a los carlistas y era el primer partido de Navarra y Álava. Tenía una ideología contrarrevolucionaria y católica. Eran partidarios de la insurrección contra la República y contaban con importantes fuerzas paramilitares, los requetés.
- Nacionalistas: Estaban repartidos en dos grandes partidos:
- PNV: Católico y conservador, fue la fuerza más importante en Euskadi, sobre todo en Vizcaya y Guipúzcoa, debido sobre todo a su presencia en amplios sectores de la sociedad gracias a organizaciones como ikastolas y batxokis. Junto a la Comunión Tradicionalista y los partidos monárquicos, el PNV formó coalición electoral para las elecciones del 31, y juntos impulsaron el proyecto del Estatuto de Estella.
- Acción Nacionalista Vasca: Nacido de la escisión del PNV. Era un partido laico y progresista, y en las elecciones del 31 se presentó en coalición con republicanos y socialistas.
- Republicanos: Se dividían en muchos pequeños partidos. Su control de las gestoras que realizaron el borrador del Estatuto de Autonomía les dio importancia.
- Partidos obreros:
- PSOE: Junto con su sindicato, la UGT, tenía mucha fuerza en las zonas industriales mineras de Vizcaya y en ciudades de Guipúzcoa como Eibar e Irún. Su líder era Indalecio Prieto. Fue más moderado durante el bienio reformista y más radical durante el bienio conservador. Creó alianzas obreras con el comunismo en 1934.
- Partido Comunista: Con presencia en la zona minera e industrial de Vizcaya. Era opuesto al PSOE, aunque se alió con él tras la huelga del 34. En 1935 se crea el Partido Comunista de Euskadi, que forma parte del Frente Popular.
- CNT: Carecía de importancia en el País Vasco.
El Camino hacia la Autonomía Vasca
El nacionalismo cobró fuerza en el País Vasco y Cataluña, y en toda Europa, tras la Primera Guerra Mundial, cuando el presidente norteamericano Wilson formuló los 14 puntos a tener en cuenta en la formulación de los nuevos estados europeos, en los que se recogía el derecho de autodeterminación.
Esto provocó que, en 1918, el gobierno liberal de Romanones creara una comisión para reconocer un estatuto al País Vasco. Sin embargo, la crisis política de 1917 hizo fracasar el proyecto.
La Segunda República lo hizo posible, a pesar de que las fuerzas nacionalistas no estuvieran dentro del Pacto de San Sebastián y los carlistas estuvieran en contra de la República. El movimiento de autonomía vasca se puso en marcha el mismo 14 de abril de 1931 de la mano del alcalde nacionalista de Getxo, José Antonio Aguirre, que inició un movimiento de alcaldes a favor de la autonomía que culminó en la reunión de Estella de junio del 31. En estas reuniones, tras hacer varias enmiendas, fue aprobado por la mayoría de los alcaldes un proyecto de estatuto cuya redacción se había encargado a la Sociedad de Estudios Vascos.
El estatuto se aprobó gracias al apoyo de los nacionalistas, carlistas y católicos independientes. Sin embargo, el proyecto quedó en suspenso por ser declarado anticonstitucional al incluir un artículo que otorgaba la capacidad al territorio vasco de negociar con el Vaticano.
En diciembre de 1931 se encargó la elaboración de un proyecto acorde a la Constitución, esta vez a las gestoras de las disueltas diputaciones, que estaban controladas por republicanos. De esta manera se aseguraban su constitucionalidad y su redacción laica y republicana. Este nuevo proyecto fue aprobado por los nacionalistas, republicanos y socialistas, pero fue rechazado por los carlistas y demás fuerzas católicas por tener un carácter antirreligioso, de manera que Navarra lo rechazó y quedó excluida del proyecto. En febrero del 33, los ayuntamientos vascos aceptaron el nuevo proyecto, pero la aprobación definitiva del Estatuto llegó en noviembre con la convocatoria del referéndum. Se aprobó por mayoría en Vizcaya y Guipúzcoa, pero en Álava solo llegó al 47%.
Al llegar a Madrid, el país se había adentrado en el “bienio negro” y los radicales cedistas lo dejarán en suspenso por su talante antirreformista. Con la llegada del Frente Popular en 1936, el Estatuto se retomó e Indalecio Prieto facilitó y presidió una comisión para su aprobación.
El Estatuto de Autonomía de 1936 y el Gobierno Vasco
El estallido de la Guerra Civil no lo paralizó y se aprobó en octubre del 36, ya iniciada la guerra, por unas Cortes reducidas a unos pocos diputados. Se conocerá como el Estatuto de Elgueta. Será más breve y simple que los proyectos anteriores, contendrá menos transferencias, pero será más democrático en la medida en que se contempla una ley de proporcionalidad para la formación del Parlamento Vasco. Debido a la guerra, sólo fue efectivo en Vizcaya durante nueve meses, hasta su conquista por las fuerzas navarras en junio del 37. Por el mismo motivo, se planteó la imposibilidad de celebrar elecciones al Parlamento Vasco, por lo que en una disposición transitoria del Estatuto de Autonomía se estableció que el primer presidente del Gobierno Vasco sería nombrado por los concejales de los ayuntamientos no ocupados por los franquistas. Fue elegido como lehendakari José Antonio Aguirre, que formó inmediatamente un gobierno en el que los nacionalistas vascos ocuparon las principales consejerías. No obstante, fue un gobierno presidencialista, ya que Aguirre concentró muchos poderes. El gobierno sólo ejerció su jurisdicción sobre el menguado territorio vasco bajo el control republicano: Vizcaya, Eibar y el valle de Ayala.
La hegemonía del PNV en el seno del gobierno quedó patente en su programa político, en el que se hacía hincapié en el respeto a la libertad religiosa y en la garantía de seguridad del clero. Se creó la Ertzaña, los presos quedaban sometidos a la jurisdicción ordinaria y se establecía la cooficialidad del euskera. Esto provocó que la situación política y social del País Vasco fuera completamente diferente a la del resto de la zona republicana. En el momento que Aguirre fue nombrado lehendakari, el frente se había estabilizado en el límite entre Guipúzcoa y Vizcaya, y así permaneció hasta marzo del 37, cuando las tropas franquistas reanudaron su ofensiva.
En esos seis meses, el gobierno de Aguirre construyó una administración propia, transformó lo que era un estatuto de mínimos en una autonomía de máximos. Euskadi mantuvo relaciones exteriores a través de sus delegaciones en el extranjero, formó el ejército regular de Euskadi, acuñó moneda, expidió pasaportes, reorganizó la justicia, creó la Universidad Vasca y adoptó la ikurriña como bandera.
La Guerra Civil en el País Vasco
El estallido de la guerra dejó al País Vasco dividido en dos zonas: Álava y Navarra quedaron junto al bando nacional, y Guipúzcoa y Vizcaya se mantuvieron leales a la República, lo que se explica por la intensa actividad requeté en Álava y Navarra.
De acuerdo con la tradición juntera procedente de la Guerra de la Independencia, se constituyó la Junta de Defensa de Guipúzcoa. A finales de agosto, el coronel Beorlegui emprendía una ofensiva, tomando la ciudad de Irún el 4 de septiembre, lo que significaba el aislamiento de Francia de la zona norte republicana.
El 13 de septiembre, San Sebastián cayó en manos nacionales y Guipúzcoa quedó a su merced. A finales de este mes, el frente se estableció en el valle de Deva y 50.000 refugiados se vieron obligados a huir a Vizcaya.
El 12 de agosto se había formado la Junta de Defensa de Vizcaya, pero el 7 de octubre las principales competencias pasaron al recién creado Gobierno Vasco. En noviembre, el Gobierno Vasco emprendió una ofensiva contra Villarreal, pero la dura resistencia de los pocos defensores locales y la llegada de refuerzos convirtieron el avance en derrota, lo que obligó a tomar posiciones defensivas y a preparar el llamado “Cinturón de Hierro” que protegía Vizcaya. Finalmente, se decidió que este sistema sólo cubriera Bilbao. Mientras tanto, el general Mola lideraba el Ejército del Norte e iniciaba el intento de conquista de Vizcaya. El avance nacional fue duro debido a la orografía vizcaína, y la aviación tuvo que emplearse para romper el frente de forma continua en Ochandiano, Durango y Guernica.
El general Mola murió y fue reemplazado por Dávila, quien emprendió el ataque contra el “Cinturón de Hierro”. Los nacionales cercaron Bilbao y por Arrigorriaga llegaron hasta la ciudad, tomada el 19 de junio de 1937. Los restos del ejército vasco abandonaron la provincia de Vizcaya y se instalaron en Santoña. Allí, los soldados de izquierda quisieron seguir luchando, pero los nacionalistas, hundidos, decidieron deponer las armas en el llamado “Pacto de Santoña”, que no llegó a firmarse por la negativa de Franco ante aceptar otra cosa que la rendición incondicional. Tras la caída del País Vasco, nacionalistas, socialistas y el gobierno del lehendakari Aguirre se exiliaron hacia Francia.