De las Cortes de Cádiz a la Primera Guerra Carlista: Transformaciones Políticas y Sociales en España (1810-1839)

Legislación Social y Económica: Las Cortes de Cádiz y la Construcción del Estado Liberal

Las Cortes de Cádiz se formaron en el año 1810, en plena Guerra de la Independencia, para afrontar los graves problemas que el conflicto bélico suscitó y que la Junta Suprema Central no había podido resolver. El hecho de que muchos diputados elegidos no pudieran acudir a Cádiz y fueran reemplazados por gaditanos, permitió formar una asamblea dominada por las ideas liberales. La aportación más conocida fue la Constitución de 1812, primera de España, pero también se aprobaron numerosos textos legales cuyo objetivo era desmontar el Antiguo Régimen (AR) y construir un nuevo Estado liberal.

Principios Fundamentales y Reformas Económicas

El primer paso fue establecer el principio de la soberanía nacional, de manera que el poder residiera en el conjunto de los ciudadanos representados por los diputados elegidos y no únicamente en el rey, tal y como mantenía hasta entonces el absolutismo. En el terreno económico y social, las Cortes aprobaron una serie de decretos destinados a eliminar el AR:

  • Se suprimieron los señoríos jurisdiccionales, aunque no los territoriales, que siguieron en poder de sus dueños, pero convertidos ahora en simple propiedad privada. Los antiguos señores consolidaron la propiedad de las tierras y siguieron cobrando las rentas, mientras que los campesinos continuaron en su mayoría sin acceder a esa propiedad.
  • También fueron suprimidos los mayorazgos y aprobada la desamortización de las tierras comunales. El objetivo era favorecer la actividad económica impulsando la compraventa de tierras y, en el caso de la desamortización, obtener fondos con los que reducir la deuda pública y recompensar a los militares retirados.
  • Se suprimieron los gremios proclamándose la libertad de trabajo y contratación, y se estableció la unificación de los mercados y la libertad de comercio. Los trabajadores urbanos perdieron las garantías que les otorgaba el modelo del AR y se sintieron más desprotegidos ante las nuevas condiciones laborales y económicas que dependían de la voluntad de los empleadores y la competencia empresarial.

Reformas Religiosas y Libertad de Imprenta

Se promulgó abundante legislación religiosa con el fin de reformar y mejorar el funcionamiento de la Iglesia. Otro decreto estableció la abolición de la Inquisición, asunto al que se opusieron firmemente los diputados conservadores. Se decretó también la libertad de imprenta, salvo en temas religiosos que continuaban bajo el control de la Iglesia.

El Problema Sucesorio de Fernando VII y el Origen del Carlismo

El reinado de Fernando VII estuvo marcado desde el inicio por el enfrentamiento entre los liberales, que habían logrado un cambio revolucionario por medio de la Constitución de 1812, y los absolutistas, que se resistían a ese cambio. El propio rey era partidario del absolutismo y solo por la fuerza había admitido la Constitución. Las tensiones entre ambos bandos fueron en aumento a lo largo del reinado, así como los episodios violentos (exilios, fusilamientos, golpes de Estado).

La Cuestión Dinástica y el Conflicto Político

En 1830, el rey tuvo una hija, Isabel, que garantizaba la continuidad de la dinastía. Sin embargo, el hecho de que fuera niña provocó un debate entre los partidarios de aplicar la Ley Sálica, que impedía el acceso al trono a las mujeres. El rey, en último término, aprobó la Pragmática Sanción, que permitió el acceso al trono de su hija. Este conflicto legal escondía otro de tipo político mucho más complejo.

La aplicación de la Ley Sálica implicaba que el trono fuese ocupado por el príncipe Carlos, hermano del rey y máximo representante del absolutismo más conservador. En torno a este personaje se unieron los sectores más perjudicados por la caída del AR: parte de la nobleza, el bajo clero, campesinos y artesanos temerosos de perder la seguridad que el AR les proporcionaba, funcionarios y militares ultraconservadores. Todos ellos integraron el bando carlista.

La Primera Guerra Carlista (1833-1839)

A la muerte de Fernando VII en 1833, su esposa María Cristina ocupó la regencia, dada la minoría de edad de Isabel. Los carlistas se sublevaron con la intención de expulsar a Isabel del trono y colocar en su lugar a Don Carlos. Comenzó la Primera Guerra Carlista, una guerra civil en la que se dirimía el modelo de sociedad: la continuidad del AR o la implantación del liberalismo.

La regente no tuvo más remedio que buscar el apoyo de los sectores próximos al liberalismo para salvar el trono de su hija. El bando cristino estaba formado por los sectores más moderados del liberalismo, los liberales, altos funcionarios, las clases medias y los intelectuales.

Los carlistas lograron importantes triunfos al comienzo de la guerra, pero el fracaso en la conquista de Bilbao y en el asalto de Madrid fueron mermando su capacidad militar, quedándose poco a poco recluidos en sus bastiones del norte peninsular y el Maestrazgo, hasta que el agotamiento les llevó a iniciar las negociaciones con el ejército gubernamental y firmar la rendición en el llamado Abrazo de Vergara (1839). El carlismo siguió activo, pero no pudo impedir el triunfo de la revolución liberal.