El Sexenio Democrático en España: Revolución, República y Restauración (1868-1874)
El Sexenio Revolucionario o Democrático en España se refiere al período transcurrido desde el inicio de la Revolución de “La Gloriosa” en septiembre de 1868, que pone fin al reinado de Isabel II, hasta el pronunciamiento de Martínez Campos en diciembre de 1874, que pone fin a la dictadura del general Serrano, y supuso el inicio de una nueva etapa conocida como Restauración borbónica. En este corto período de tiempo participan cuatro bloques políticos: unionistas, progresistas, demócratas y republicanos, sumados a la acción emergente del movimiento obrero español y la cuestión de Cuba. La principal dificultad de esta etapa histórica viene ligada a la rápida sucesión de fases: destronamiento de Isabel II, Gobierno Provisional, Monarquía Democrática de Amadeo I de Saboya, I República, y la efímera dictadura del general Serrano. Además, los problemas económicos, políticos y sociales que generaron la guerra cubana, la guerra carlista y la sublevación cantonal dan a este período ese matiz revolucionario. No obstante, el Sexenio nos dejó la primera constitución democrática de España: la Constitución de 1869.
La Revolución Gloriosa y la Constitución de 1869
Con el fin de derrocar el modelo político isabelino, surge la Revolución de “La Gloriosa” bajo el lema “¡Viva la España con honra!”, que triunfó sin apenas derramamiento de sangre, formándose juntas revolucionarias en muchos puntos del país. Militares de reconocido prestigio (Prim, Serrano, Topete) dirigieron este movimiento insurreccional. El ejército leal a la reina fue derrotado en Alcolea, e Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia. La formación de juntas revolucionarias y del gobierno provisional casi al mismo tiempo provocó la existencia de un doble poder, que el gobierno resolvió ordenando la disolución de las juntas. Su objetivo básico era elaborar una nueva constitución. Así, se promulgó la Constitución de 1869. En ella se consagraban los principios fundamentales de un sistema democrático: se garantizaban las libertades básicas (asociación, reunión, expresión, imprenta, enseñanza), se establecía el sufragio universal (masculino) y, por primera vez, se reconocía la libertad religiosa. En la cuestión de la forma de gobierno, se optó por un nuevo concepto de monarquía: el de la monarquía democrática, aunque había una importante presencia de diputados favorables a la opción republicana. Las Cortes eligieron al general Serrano como regente y a Prim como presidente del consejo de ministros.
La nueva burguesía de los negocios y de la banca, ligada al poder político, pretendía una efectiva división de poderes con el fortalecimiento de las Cortes y la independencia del poder judicial. El poder ejecutivo –el rey– quedó limitado a una función de equilibrio y moderación entre las fuerzas políticas. Durante el año 1869 se produjeron diversos problemas que amenazaron la estabilidad del nuevo régimen: el año anterior había comenzado la guerra de Cuba, tras el grito de Yara en La Demajagua, en demanda de autonomía política, comenzando así una guerra de 10 años; por otro lado, se reorganizaron los carlistas, que promovían a su pretendiente don Carlos VII, como rey legítimo y, finalmente, se sucedieron levantamientos y agitaciones republicanas en gran parte del país.
El reinado de Amadeo I de Saboya (1870-1873)
A fines de octubre de 1870 se logró solucionar la cuestión del rey, en la persona de don Amadeo de Saboya, pero su reinado fue efímero debido a diversos factores:
- La pérdida de su principal valedor, el general Prim, asesinado coincidiendo con la llegada del nuevo rey a España (27 de diciembre de 1870).
- La hostilidad de la nobleza y la burguesía españolas, que lo consideraban extranjero y miembro además de una familia real enemiga a la Iglesia.
- El conflicto militar en Cuba. El gobierno prometió llevar a cabo una serie de reformas, pero los intereses económicos lo impidieron. Los cubanos contaban con el apoyo de EEUU, que tenía intereses económicos en la isla. Este problema impidió eliminar las quintas y los impuestos de consumos tan odiados por las clases populares.
- La oposición de las fuerzas monárquicas más reaccionarias, alineadas con el carlismo.
- Las movilizaciones obreras y populares, que reclamaban el establecimiento de un régimen republicano y federal.
- El permanente acoso del republicanismo de todo tipo.
- La oposición de los monárquicos alfonsinos o proborbónicos, que lo veían como un rey usurpador.
- La enemistad del ejército, que no lo reconocía como su máxima autoridad.
Tras varias elecciones generales, crisis de gobiernos que nada solucionaron y harto del rechazo generalizado, don Amadeo abdicó en febrero de 1873. Inmediatamente, el Congreso y el Senado, constituidos en una sola Asamblea Constituyente, dispusieron, de forma ordenada y pacífica, la proclamación de la república.
La Primera República Española (1873-1874)
La Primera República abarcó menos de un año, del 11 de febrero de 1873 al 3 de enero de 1874, cuando el golpe de Estado del general Pavía derrocó al gobierno republicano. En ese tiempo se sucedieron numerosos acontecimientos: cuatro presidentes (Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar), seis gobiernos, una intensa agitación social, dos guerras –carlista y cubana–, y la revolución cantonal. Se cuestionaba la legitimidad de su origen y la diversidad de corrientes políticas y proyectos. El primer presidente del poder ejecutivo fue Estanislao Figueras, cuyo gobierno duró unos cuatro meses. Tras convocar unas elecciones con triunfo del republicanismo federal, las nuevas Cortes Constituyentes proclamaron la república democrática federal. Francesc Pi i Margall sustituyó a Figueras. Tuvo que afrontar problemas como la Guerra carlista, la Guerra de Cuba y diversos cambios de gobiernos. Se produjo una huelga en Alcoy y pronto surgieron los cantones, que proclamaron la república federal. Pi i Margall había presentado a las Cortes un proyecto de constitución: la Constitución de 1873, elaborada apresuradamente por Emilio Castelar, que no llegó a promulgarse. El fenómeno cantonalista desbarató los planes de Pi y el gobierno entró en crisis. Nicolás Salmerón lo sustituyó en la presidencia. El cantonalismo surgió por dos causas: como reacción defensiva ante la posible derechización de la república y como medio de presión para acelerar la implantación de la república federal. Este movimiento se inició en Cartagena y dividió a los republicanos entre los transigentes y los partidarios de la represión, iniciada por el gobierno de Salmerón, que logró controlar el cantonalismo salvo en Málaga y Cartagena. Emilio Castelar sustituyó a Salmerón, puesto que éste se negó a firmar dos penas de muerte a dos militares y dimitió. Castelar defendía una república centralista. Gobernaba de forma autoritaria y suspendió las garantías constitucionales. El general Pavía había preparado un golpe de Estado del que Castelar tenía conocimiento. Al negar la cámara la confianza a Castelar, este dimitió. El 2 de enero de 1874 Pavía entra en el Congreso con la Guardia Civil y disuelve las Cortes. Finalizaba así el experimento republicano. En esta etapa el poder recae en los unionistas y progresistas dirigidos por Serrano, que intenta estabilizar una República conservadora. Tras el pronunciamiento del 29 de diciembre de 1874 del general Martínez Campos, se proclama a Alfonso XII, hijo de Isabel II, nuevo rey de España. Esto obligó a Serrano a marchar a Francia, mientras Cánovas (principal dirigente del sector Alfonsino) constituía el “ministerio-regencia” que inauguraba una nueva etapa: la Restauración borbónica.
Conclusión
En definitiva, el breve ensayo democrático vivido durante el Sexenio sirvió para que republicanos, carlistas y, sobre todo, las clases populares vieran en las reformas la posibilidad de un cambio en su situación. De esta forma, se produjo un pulso entre los sectores burgueses más acomodados, monárquicos y republicanos, y los sectores revolucionarios que finalmente fueron derrotados. El intento democratizador había fracasado.