Miguel de Unamuno: Vida y Pensamiento
Miguel de Unamuno (1864-1936) fue un destacado pensador y literato de la Generación del 98, catedrático de Griego y rector de la Universidad de Salamanca. Sufrió destierro por su oposición al régimen de Primo de Rivera y tuvo una posición cambiante con respecto al golpe de Estado de Franco: en un principio lo saludó y vio con buenos ojos, pero pronto se enfrentó abiertamente con él, con lo que fue destituido como rector y confinado en su domicilio, donde murió a las pocas semanas.
Fue un hombre de personalidad fortísima y desgarrada, incluso a veces contradictoria, en permanente lucha consigo mismo.
Los grandes temas de su obra fueron el problema de España y el sentido de la vida humana, que es el asunto central de San Manuel Bueno, mártir.
Su pensamiento filosófico aparece disperso en toda su obra poética, narrativa y ensayística, y de un modo más sistemático en el libro Del sentimiento trágico de la vida. En esencia, se trata de un vitalismo influido por Kierkegaard que pone al ser humano en la terrible tensión entre las ansias de plenitud y la desesperación, la angustia, por el vacío y el sinsentido de la vida.
Por lo que se refiere a sus novelas, es un renovador importante del género: las novedades de argumento y estructura (importancia del diálogo, poca descripción, estilo rápido) que aparecieron en su primera novela, Amor y pedagogía, lo hicieron acuñar el término de “nivola” para la segunda, Niebla. En esta novela ya encontramos algo muy característico de Unamuno que encontraremos en San Manuel Bueno, mártir: un protagonista agónico, en lucha consigo mismo.
Características de San Manuel Bueno, mártir
- Caracterización progresiva y amplia del protagonista, don Manuel Bueno, y menos relieve de los personajes de Ángela y Lázaro.
- Valor simbólico de los nombres: Manuel (=Emmanuel, uno de los nombres de Cristo); Ángela (=mensajera); Lázaro (=el resucitado).
- Carga simbólica de los elementos del paisaje: el nogal (=el vínculo con la tierra, la historia y la vida); la montaña.
Argumento de San Manuel Bueno, mártir
Ángela Carballino escribe la historia de don Manuel Bueno, párroco de Valverde de Lucerna (base geográfica real, el lago de Sanabria, Zamora). Sus feligreses lo consideran un santo y lo adoran, pero el cura esconde un secreto desgarrador: no cree en Dios. Llega al pueblo un hermano de Ángela, Lázaro, progresista y anticlerical, que en un principio siente animadversión por el cura, aunque pronto la cambia por admiración. Van a trabar una estrecha relación y va a ser a Lázaro a quien don Manuel confiese el secreto que lo tortura. Lázaro también finge convertirse y colabora en la misión del párroco, intentando que las gentes del pueblo vivan felices. Acaban muriendo ambos y Ángela se pregunta por la salvación de las almas de aquellos dos seres queridos.
Temas principales
- La fe y la inmortalidad.
- La relación entre una verdad trágica (no hay nada, la vida no tiene sentido) y una felicidad ilusoria (la tranquilidad que da la fe).
- La agonía, la tensión entre la mente y el corazón, entre la razón y la fe.
- La abnegación y el amor al prójimo.
- El problema de la salvación.
Estructura y aspectos técnicos
- Aunque no es una “nivola”, sí tiene cierta complejidad técnica y estructural.
- Desdoblamiento entre autor (Unamuno) y narradora (Ángela Carballino), complicado por el hecho de que Ángela cuenta la historia sobre la base del testimonio de su hermano Lázaro. Se trata del conocido recurso del “narrador editor” o “manuscrito encontrado”.
- Dividida en 25 secuencias (24 del relato de Ángela + 1 como epílogo del propio Unamuno), con numerosas elipsis temporales.
Gustavo Adolfo Bécquer: Poesía y Simbolismo
Concepto de poesía
Gustavo Adolfo Bécquer es un romántico rezagado que se inspiró en el Romanticismo alemán de Heine, caracterizado por el tono intimista, la sencillez formal y la depuración retórica.
Su concepto poético preludia la renovación de finales del siglo XIX, pues partiendo de elementos de la realidad cotidiana, intenta expresar otras ideas, como la belleza, el amor o la poesía misma, que se resisten a ser formuladas con palabras. Precisamente es en esta búsqueda de la forma expresiva donde Bécquer se acerca al Simbolismo, al aludir a ideas y sentimientos interiores mediante vocablos que designan realidades exteriores.
Y por eso mismo es considerado como presimbolista en nuestra literatura, colocándose en el umbral del Modernismo poético posterior.
Las Rimas
Aunque escribió obras en prosa y tanteó el teatro, su reconocimiento parte de las ochenta y cuatro Rimas que escribió a lo largo de su vida, y cuya primera edición data del año 1871.
Las Rimas se presentan entonces como un largo poema unitario que, tras la exposición de principios estéticos generales, desarrolla una historia amorosa que abarca desde la ilusión hasta el desengaño y la desesperanza. No obstante, hoy día se sabe que sus versos no son una autobiografía amorosa, sino la expresión lírica de sus ideas sobre la poesía y el amor, ambos conceptos inefables.
En cuanto a la temática de estos poemas, los temas son, sustancialmente, los dos ya mencionados: la poesía y el amor.
Las Rimas de la I a la XI son las que abordan la creación poética: su evanescencia, sus dificultades, sus motivos centrales (el misterio, el amor, la mujer, los sentimientos…).
Las restantes, de la XII hasta el final, tratan del amor, el desengaño y el dolor. Si bien hay que tener en cuenta que alguna de ellas no encaja con ninguno de los aspectos aquí señalados, pero son la excepción.
Por lo que atañe al estilo, y pese a que en Bécquer aún se pueden identificar algunos ecos del Romanticismo decimonónico, se aleja de la retórica hueca y retumbante de poetas como Espronceda. Y así llega a una poesía sintética, breve, sencilla, en la que la expresión de las ideas -repetimos- se basa en referencias a objetos materiales; o sea, para él la palabra tiene una importancia crucial para sugerir el concepto.
De todos modos, esa aparente sencillez expresiva esconde una cuidada elaboración de los versos, en los que combina con éxito elementos poéticos populares y cultos, como en la métrica: composiciones breves, de dos, tres o cuatro estrofas, por lo general, con rimas asonantes y versos de diferentes medidas (heptasílabos y endecasílabos; decasílabos y hexasílabos; coplas, seguidillas, etc.).
El uso de la lengua también obedece a una sencillez aparente, pues recurre a metáforas y las imágenes se elaboran a partir de palabras que remiten a realidades sensoriales, tangibles, por lo que proliferan términos asociados a la naturaleza (golondrinas, viento, luna, huracán, árbol, etc.) o a la música (arpa, lira, cadencia…), si bien no faltan voces propias de la literatura realista, incluso de la más estrictamente romántica.
En cualquier caso, lo más relevante de su vocabulario poético es, sin duda, su capacidad de sugerencia: los elementos de la realidad se asocian a emociones íntimas.