El Arte Barroco en España: Arquitectura, Crisis y Transformaciones Urbanas
Entre 1600 y 1760, se desarrolló la decadencia del Imperio español, que coincidió con la creación de la arquitectura barroca en España. Las guerras, las epidemias de peste y el hambre propiciaron una fuerte emigración a América y una disminución de la población. La crisis impidió las grandes reformas urbanísticas y arquitectónicas, que requerían inversión económica. En el aspecto estético se produjo una evolución distinta a la del resto de Europa. Los materiales utilizados en las construcciones de los territorios hispánicos eran pobres, y adoptaron el aspecto y formas decorativas de los edificios, de las plantas complejas como las que habían hecho los italianos.
Periodos de la Arquitectura Barroca Española
- Primera mitad del siglo XVII: Formas herrerianas, que se adaptan a los ideales de la Contrarreforma.
- Segunda mitad del siglo XVII: Retroceso de las formas herrerianas y desarrollo de la decoración.
- Finales del siglo XVII hasta 1760: Con la llegada de los Borbones, el arte de la corte se mantuvo clasicista y el arte tradicional más recargado.
Transformaciones Urbanísticas en las Ciudades Españolas
Las ciudades españolas sufrieron transformaciones urbanísticas en el Barroco. Igual que en Italia, las plazas, palacios e iglesias fueron las principales tipologías, pero con elementos distintivos.
- La plaza mayor: Se convirtió en el centro de la ciudad, ubicando en ella el ayuntamiento.
- La calle mayor: Recorría la ciudad de un extremo a otro.
- El caserío: De calles estrechas y tortuosas, con pequeñas plazuelas y con barrios especializados en diversas actividades económicas.
- Edificios notables: Residencias de la nobleza, iglesias y conventos.
Las ciudades carecían de iluminación y aparecían sucias por la falta de alcantarillado.
Arquitectos y Obras Destacadas del Barroco Español
Primera Mitad del Siglo XVII
En la primera mitad del siglo perduran las formas herrerianas.
- Juan Gómez de Mora: Primer arquitecto barroco español, mantuvo las formas herrerianas como la horizontalidad, las torres en las esquinas o los chapiteles de pizarra en los palacios; introduciendo también elementos decorativos dando un aspecto colorista con el uso del ladrillo. Destacamos su papel en la Plaza Mayor, la Cárcel de Corte y el antiguo ayuntamiento de Madrid.
- Alonso Carbonell: Se relacionó con la corte, para la que construyó el Palacio del Buen Retiro, concebido como una adición de distintas piezas en torno a varios patios.
- Pedro Sánchez y Francisco Bautista: Realizaron la iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús, de planta jesuítica, y con cúpula encamonada, que se generalizó en la arquitectura madrileña.
Segunda Mitad del Siglo XVII
A mediados de siglo se abandonó la influencia herreriana y se potenció lo decorativo. Para ello se usaron elementos naturalistas, hornacinas y estípites, un soporte característico del Barroco español.
- Francisco de Herrera: Autor de parte de la basílica del Pilar, a su muerte el proyecto fue alterado.
- Alonso Cano: Realizó la fachada de la catedral de Granada, como arco de triunfo, con tres grandes arcos que sobresalen y dan un efecto de profundidad y contrastes.
Finales del Siglo XVII a 1760
La arquitectura barroca en España de finales del siglo XVII a 1760 conlleva a una división entre dos corrientes: la tradicional y la clasicista.
Corriente Tradicional
En el centro peninsular, la familia Churriguera fue la principal representante.
- José de Churriguera: Realizó retablos como el de la iglesia de San Esteban de Salamanca con claroscuros y una profusión decorativa. También realizó proyectos urbanos como la ciudad de Nuevo Baztán.
- Joaquín de Churriguera: Desarrolló un estilo con carga decorativa.
- Alberto de Churriguera: Unió la monumentalidad a la decoración, como en la Plaza Mayor de Salamanca.
- Pedro de Ribera: Destaca su Real Hospicio de San Fernando, donde introdujo una portada en la fachada, en la que desplegó su fantasía decorativa, con un acusado relieve y efectos de luz y sombra.
- Narciso Tomé: Realizó el Transparente de la catedral de Toledo, una obra plenamente barroca del arte español.
Otros Focos del Barroco Tradicional
- Galicia: Fernando Casas y Novoa fue el principal arquitecto. En su fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela, diseñó dos cuerpos, ricamente decorados con esculturas, motivos geométricos y grandes ventanales.
- Andalucía: Destacó el uso de materiales enriquecidos con la decoración exuberante, como el ladrillo que cubre las cuatro fachadas del Palacio de San Telmo en Sevilla.
- Levante: Trabajó el alemán Conrado Rudolf, quien introdujo en la Puerta de los Hierros de la catedral de Valencia los juegos cóncavos y convexos. Jaime Bort usó esas formas en la fachada de la catedral de Murcia.
- Valencia: Hipólito Rovira diseñó la portada del Palacio del Marqués de Dos Aguas, de gran movimiento y decoración vegetal.
Clasicismo de la Corte
Arquitectos franceses e italianos trabajaron en palacios y residencias reales en España, o en antiguos edificios de los Austrias, esto era el clasicismo de la corte. Destacaron Filippo Juvara y Giovanni Battista Sacchetti. El Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, lo diseñó Teodoro Ardemans en un estilo español, y fueron las intervenciones de Juvara y Sacchetti en la fachada en los jardines que acercaron al palacio al gusto francés e italiano. En el Palacio Real de Madrid usaron la fachada característica de Bernini.
Contexto Histórico y Características de la Pintura Barroca Italiana
El siglo XVII estuvo marcado por numerosos conflictos bélicos, si bien el más importante fue la guerra de los Treinta Años, agudizado por la profunda división religiosa en el continente. La iglesia católica reafirmó su poder, especialmente frente al protestantismo, al igual que las monarquías autoritarias europeas que se ratificaron ahora como monarquías absolutistas. En este contexto se desarrolló el arte barroco, que de nuevo encontraba su centro en Roma.
La representación de la luz fue especialmente importante en la pintura barroca italiana, usada para realzar el realismo y aparentar profundidad en las composiciones. Igualmente fue importante el tratamiento del color, influido por la pintura veneciana; los colores cálidos se relacionan con el apasionamiento barroco. También varió la forma de aplicar la pintura, pues se empleó una pincelada suelta que generaba unos contornos poco definidos, de modo que, situado el espectador un poco alejado del lienzo, ve las figuras fundidas en el ambiente. En la composición de las escenas es frecuente la disposición de una línea diagonal, pues con ella se transmite una sensación de inestabilidad que da movimiento. Fue característica de este período la pintura decorativa al fresco, donde se lleva la teatralidad y persuasión a su máxima expresión.
Estilos Pictóricos del Barroco (1600-1650)
- Tenebrismo: Representado por Caravaggio.
- Clasicismo: Representado por los Carracci.
Caravaggio y el Tenebrismo
Caravaggio fue formado en Milán y en Roma bajo la estética manierista. Pronto mostró su estilo personal, y alcanzó la plena madurez artística, con obras de un realismo casi fotográfico donde la luz modula los volúmenes y el fondo es un plano neutro monocromático. Destacan su Cesto de frutas, y su Baco joven, donde el dios aparece tratado con tono burlesco. Hacia 1600, Caravaggio superó el manierismo para definir su estilo naturalista, abandonando la idealización, y alcanzando el tenebrismo. Sus obras religiosas se adaptan a los principios de la Contrarreforma. Sin embargo, la ejecución de personajes vulgares y sucios, provocaron el rechazo de algunos de sus lienzos. En este período destacó La vocación de San Mateo, en la que la luz tenebrista se aplica en una acción religiosa, en lo que parece una taberna de Roma. Pintó también la Crucifixión de San Pedro, en la que el crucificado sufre y los esbirros se muestran de espaldas, en posturas vulgares. En la Conversión de San Pablo, una luz hace del caballo el protagonista de la obra religiosa. Sus cuadros, resultaron rechazados en varias ocasiones por sus mecenas y la Iglesia. Un ejemplo de este rechazo fue el cuadro de La muerte de la Virgen, tratado desde un punto de vista opuesto a la Contrarreforma. Los personajes, moldeados por una luz exterior se presentan en un fondo neutro y bajo un cortinaje.
Los Carracci y el Clasicismo
La tendencia clasicista surgió a finales del siglo XVI, por influencia de los centros pictóricos renacentistas de Umbría, Parma, Florencia y Venecia. Esta corriente reaccionaba contra el manierismo por la recuperación de características como el dibujo de Miguel Ángel, la composición y el de Rafael, o el color veneciano. Estos pintores clasicistas combinaban el naturalismo barroco con cierta idealización renacentista. No buscaban representar las cosas como son en la naturaleza, sino como se querría que fueran, con una pintura conceptual y meditada. Con este fin, desarrollaron el paisaje, con elementos tomados de la realidad, entremezclados arbitrariamente logrando un entorno ideal. Las escenas se inspiraban en la Antigüedad y la religión, protagonizadas por figuras de pequeño tamaño. Los Carracci fueron los mayores representantes de este periodo. Annibale Carracci trabajó con su hermano Agostino, en la decoración de grandes bóvedas. En el Palacio Farnese, se inspiraron en las pinturas murales del cinquecento, como la Capilla Sixtina, desarrollando una obra en la que las pinturas encajaban entre la arquitectura. Los temas centrales eran alegres, como el triunfo del amor, y se inspiran en textos de las Metamorfosis de Ovidio, el mayor libro mitológico.
El Fresco y la Cuadratura en el Barroco
El fresco se convirtió, junto al óleo, en la otra técnica más empleada en el Barroco. Se usaron frescos para decorar las grandes bóvedas de las iglesias con temas religiosos, y de los palacios con temas mitológicos. En las bóvedas usaban trampantojos, que son “trampas” para el ojo humano. La más habitual fue la cuadratura, que consistía en pintar formas arquitectónicas en perspectiva, parecía que el edificio se prolongaba más allá de la arquitectura; requería conocimientos matemáticos. En otros casos, se simulaba un espacio abierto definido por una masa de nubes. En las grandes bóvedas, las figuras se colocan en escorzo hacia el fondo, para potenciar la profundidad.
Pintores del Siglo XVII
Los pintores del siglo XVII siguieron los presupuestos del Renacimiento veneciano.
- Pietro da Cortona: Primer gran artista de esta tendencia, con rasgos clasicistas influenciado por el Veronés y la pintura flamenca. Realizó las bóvedas del palacio Barberini de Roma, y del Pitti de Florencia.
- Luca Giordano: Se acercó al estilo de Cortona y pintura veneciana, con un estilo decorativo alegre y de gran efectividad teatral. Trabajó en El Escorial.
- Il Baciccio: Decoró la bóveda de la iglesia del Gesù representando la Adoración del sagrado nombre de Jesús. Usó efectos propios del trampantojo barroco para que pareciera que el techo se había abierto, uniéndose cielo y tierra. Empleó los efectos de la cuadratura y en los marcos combinó la pintura con la escultura.
La Escultura Barroca: Exaltación y Movimiento
El siglo XVII estuvo marcado por numerosos conflictos bélicos, si bien el más importante fue la guerra de los Treinta Años, agudizado por la profunda división religiosa en el continente. La iglesia católica reafirmó su poder, especialmente frente al protestantismo, al igual que las monarquías autoritarias europeas que se ratificaron ahora como monarquías absolutistas. En este contexto se desarrolló el arte barroco, que de nuevo encontraba su centro en Roma.
La escultura barroca, al igual que la arquitectura, buscaba la exaltación del poder religioso, como en Italia, o el monárquico, como en Francia. Las obras presentaban movimiento, curvas y efectos del claroscuro, que se integraban en una escenografía en la que participaban la luz y las perspectivas.
Gian Lorenzo Bernini: El Maestro de la Escultura Barroca
Bernini fue arquitecto, escultor y pintor. Su obra escultórica, de gran modernidad alcanzó tal poder expresivo que logró reflejar los estados de ánimo y la personalidad de sus figuras. Bernini realizó sus primeras grandes obras para el cardenal Borghese. En su conjunto Apolo y Dafne, buscó el momento más expresivo, en el que una joven ninfa es transformada en un laurel, para evitar ser raptada por Apolo; mientras, el dios llega en carrera y topa con Dafne. El escultor plasma contraposiciones en la obra, como la belleza del cuerpo de Dafne, que se opone a la dureza del tronco, o como el rostro de sorpresa de la ninfa, enfrentado al rostro frustrado del dios. Los cuerpos, se unen en una curva helicoidal cargada de movimiento. En su David, Bernini escogió de nuevo el momento de máxima tensión: el personaje ya ha iniciado el lanzamiento de la piedra, retorciéndose sobre sí mismo para impulsar la honda. El rostro frunce los ojos y aprieta la boca, reflejando la fuerza y el nerviosismo. En este período, Bernini talló importantes retratos de busto y sepulcros, en los que buscó captar los rasgos físicos y el carácter del personaje. Entre sus bustos se encuentra el del propio Cardenal Escipión Borghese y, entre los sepulcros, el del papa Urbano VIII, quien le había encargado también obras como el baldaquino de San Pedro.
Bernini y el Éxtasis de Santa Teresa
El pontífice Inocencio X redujo los gastos artísticos de Roma, y Gian Lorenzo realizó tan solo algunas intervenciones en la ciudad, como la Fuente de los Cuatro Ríos. Su producción retratística también se vio reducida. Así, la mayor obra de Bernini en este período no fue para el papado: fue el Éxtasis de santa Teresa, encargado por el cardenal Cornaro para una pequeña capilla. El artista realizó un profundo estudio de la luz, y la aprovechó para simular que las figuras flotaban sobre las nubes. Además, usó los plegados y la expresividad de los gestos y rostros para aportar espiritualidad al conjunto. También añadió personajes y estructuras arquitectónicas, a modo de escenografía teatral.
Bernini y la Cátedra de San Pedro
Además de la plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice Alejandro VII encargó a Bernini esculturas, como Los ángeles del Puente de Sant’ Angelo, el sepulcro del papa y la Cátedra de San Pedro. Estaba formada por un conjunto de mármoles polícromos, bronce dorado y estuco, y se sitúa en el ábside de la basílica, tras el baldaquino. En el centro, se encuentra una escultura de la silla del apóstol Pedro que parece flotar entre las figuras de los Padres de la Iglesia y de dos ángeles que sostienen los símbolos del papado. Sobre ellos, otros ángeles se mezclan con rayos de luz que enmarcan una vidriera de luz amarillenta. En esta etapa, Bernini fue llamado a la corte parisina de Luis XIV.
Características de la Arquitectura Barroca
El siglo XVII estuvo marcado por numerosos conflictos bélicos, si bien el más importante fue la guerra de los Treinta Años, agudizado por la profunda división religiosa en el continente. La iglesia católica reafirmó su poder, especialmente frente al protestantismo, al igual que las monarquías autoritarias europeas que se ratificaron ahora como monarquías absolutistas. En este contexto se desarrolló el arte barroco, que de nuevo encontraba su centro en Roma.
Durante el Barroco, el arte continuó con la estética manierista, que había roto con el clasicismo. Desde el siglo XVII, este estilo evolucionó hacia el gusto por el movimiento y por la aparente carencia de regularidad. El Barroco aportó un tratamiento anticlásico y antirracional a los elementos constructivos y decorativos clasicistas. En los edificios se usaron formas cóncavas y convexas que favorecen efectos de sombras, luz y de relieve. Las formas curvas y las rectas quebradas se usaron en las plantas, los entablamentos, los frontones, los muros y las esquinas, generando una sensación de movimiento y juegos de perspectivas. Los fustes de las columnas se retorcían en formas helicoidales en las columnas salomónicas, que otorgan una sensación de inestabilidad, teatralidad y movimiento. En el interior, la sensación de movimiento se agudizó con el recurso del trampantojo, usado en pinturas arquitectónicas y personajes para engañar al ojo y aparentar que los muros se abrían al exterior o que contaban con elementos que no existían.
Carlo Maderno y la Basílica de San Pedro
Carlo Maderno fue el primer arquitecto que mostró en sus edificios rasgos barrocos, y quien concluyó la basílica de San Pedro del Vaticano. Añadió un cuerpo a los pies que transformó el edificio centralizado en una planta longitudinal y remató su ampliación con una fachada de orden gigante corintio, con un fuerte sentido de horizontalidad, ocultando parte de la cúpula de Miguel Ángel.
Bernini: Arquitectura y Escultura en la Plaza de San Pedro
Bernini trabajó como escultor, pintor y arquitecto convirtiéndose en el arquitecto más importante del Barroco italiano. En 1624, el artista recibió el encargo del baldaquino de la basílica de San Pedro, un templete que cubriría el altar mayor situado bajo la cúpula de Miguel Ángel. Bernini mezcló arquitectura y detalles escultóricos dando lugar a una estructura realizada con líneas curvas. Cuatro grandes columnas de fuste helicoidal, llamadas columnas salomónicas, sostenían un entablamento que aparentaba estar formado por cortinajes. Entre 1657 y 1677 Bernini realizó su mayor obra arquitectónica, la gran plaza de San Pedro del Vaticano. En ella logró efectos de perspectiva y aplicó un uso ilógico y nuevo de elementos clásicos. El acceso a la plaza se hacía por un espacio elíptico enmarcado por dos brazos curvos, formados por una columnata de capiteles dóricos toscanos, realizada en escala colosal, y situada bajo un entablamento jónico. El tamaño, las luces y las sombras provocan efectos sorpresa. En la zona más próxima a la basílica se abría un espacio de planta trapezoidal, con el lado de mayor longitud situado en paralelo a la fachada, logrando parecer más ancha de lo que era. En la plaza había una fuerte significación religiosa, simbolizando la columnata los brazos de la Iglesia.
Francesco Borromini: Innovación y Movimiento en la Arquitectura Barroca
Francesco Borromini fue el otro gran arquitecto del Barroco italiano. Sus primeras actuaciones fueron en el Vaticano, y trabajó bajo las órdenes de Bernini, con quien mantuvo una confrontación, trabajando desde ese momento para órdenes religiosas. Frente a la contención de Bernini para adecuarse a las proporciones del clasicismo, Borromini jugó con la arquitectura. Modelaba los muros con curvas y contracurvas, inventaba elementos, y buscaba cambios lumínicos, movimiento y efectos sorpresa. Estos rasgos se mostraron en la iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes, donde usó una planta ovalada con formas cóncavas y convexas que se trasladaban a la cúpula; y en la fachada utilizó formas que buscaban movimiento rompiendo con las normas anteriores, igual que en el pequeño claustro. En la iglesia Sant’Ivo alla Sapienza, la planta sigue un esquema centralizado, con planta de estrella de seis puntas, tres con una forma cóncava y las otras tres convexa, y se colocó una cúpula sobre todas.
Focos del Barroco Fuera de Roma: Venecia y Turín
Fuera de Roma destacaron los focos de Venecia y Turín. En Venecia, los arquitectos se inspiraron en la tradición renacentista de Palladio como Baldassare Longhena en la iglesia de Santa María de la Salud. En Turín, destacó el arquitecto y matemático Guarino Guarini, que aplicó los principios matemáticos a la libertad arquitectónica y elementos como las bóvedas de crucería califales. También trabajó Filippo Juvara, quien acabó el modelo de palacio barroco, que proyectó en España en el Palacio Real de Madrid.
Rembrandt: Maestro del Tenebrismo y el Retrato
Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669) se formó en Holanda y, aunque recibió influencias del arte italiano, no llegó a viajar al país mediterráneo. Desarrolló una aplicación muy personal del tenebrismo, sin los fuertes contrastes de luz y sombra de Caravaggio, sino con transiciones paulatinas entre las zonas iluminadas y en penumbra, dando a las sombras una tonalidad cromática casi aterciopelada. A lo largo de su obra, la pincelada evoluciona desde un gran interés por el dibujo y las composiciones grandiosas hacia una etapa final donde utiliza una pincelada suelta en composiciones sencillas, en las que manifiesta una gran serenidad espiritual a través de los tonos broncíneos y el tratamiento de la luz. A pesar de que la pintura holandesa se aleja de las obras religiosas de gran formato, Rembrandt se sintió atraído por la temática, que adaptó a obras a modo de pinturas de género, como su Cena de Emaús (1648). Fue igualmente un magnífico retratista, capaz de captar con intensidad la personalidad de los personajes, e incluso de sí mismo, como se observa en sus numerosos autorretratos, en los que se puede apreciar su evolución personal física y anímica. Pero, sin duda, fue en los retratos colectivos donde logró algunas de sus obras más destacadas, como La lección de anatomía del doctor Tulp y La ronda de noche. Rembrandt fue también un magnífico grabador. Realizó grabados de muchos de sus propios lienzos, logrando con ello dar a conocer gran parte de su producción.
Rubens: Color, Movimiento y Vitalidad en el Barroco Flamenco
Rubens nació en 1577, se formó como pintor por un manierismo italianizante. En 1600 viajó a Italia, donde durante años estudió la obra de Miguel Ángel, Rafael, la pintura veneciana y los artistas del momento, como Caravaggio y los Carracci. Al regresar a Flandes, entró a formar parte de la corte como pintor, pero también como diplomático, hecho que le llevó a viajar a España, Francia e Inglaterra, donde además difundió su arte al pintar lienzos para esas cortes. Las características estéticas de sus obras están marcadas por un colorido vivo de raíz veneciana, especialmente procedente de Tiziano. El movimiento y la vitalidad en sus cuadros vienen determinados por la utilización de una línea diagonal en las composiciones y la ampulosidad de las figuras, donde las masculinas son musculosas y de piel morena, mientras que las femeninas son gruesas y sensuales, de piel muy clara y cabello rubio, como un reflejo realista de la mujer flamenca. Rubens empleaba la pincelada suelta característica del Barroco. Destacan: Las tres gracias, El jardín del Amor, Retrato ecuestre del duque de Lerma.
Diego Velázquez: Realismo y Maestría en la Corte Española
Diego Velázquez fue un destacado pintor barroco español del siglo XVII. Nacido en 1599 en Sevilla, su obra maestra es “Las Meninas”, un retrato de la familia real española. Velázquez también pintó obras como “La Rendición de Breda” y “La Venus del Espejo”. Su habilidad para capturar detalles realistas y su uso magistral de la luz le valieron reconocimiento. Trabajó como pintor de la corte bajo Felipe IV, viajando a Italia para estudiar el arte renacentista. Su estilo evolucionó, mostrando influencias caravaggistas y tenebristas. Velázquez falleció en 1660, dejando un legado duradero en la historia del arte español y europeo.
Francisco de Goya: Del Barroco al Neoclasicismo y la Crítica Social
Francisco de Goya fue formado en Zaragoza y Madrid, no fue hasta que regresó de un viaje a Italia cuando recibió sus primeros encargos de relevancia. Es un artista que comienza con un Barroco decorativo y avanza hacia un estilo neoclásico. Su pintura es colorista, llena de movimiento, acentuada además por su abandono de la técnica neoclásica y su entrega por la pincelada suelta. Es un pintor muy versátil, ya que cultivó la pintura, el grabado y el dibujo, con variedad de temas, como el retrato, lo religioso, sus pinturas negras… Las primeras obras más representativas de Goya son sus cartones, de composición neoclásica y colorida, como en El quitasol, representado el estilo rococó. Gracias a la serie de cartones, creció como artista. Realizó numerosos retratos adoptando una estética barroca (Conde de Floridablanca). También hizo un estudio psicológico de los retratos por lo que empieza a optar por un fondo neutro. En este periodo de la corte de Carlos III, realizó retratos de la familia real donde hizo uso de un realismo crítico. En la etapa de Carlos IV, con un estado de pesimismo y mordacidad, Goya adoptó un lenguaje sombrío plasmándolo en sus pinturas. En este periodo destacamos La familia de Carlos IV. Por último en su etapa de la Guerra de la Independencia, destacamos El 2 de mayo de 1808 (la lucha con los mamelucos) y el 3 de mayo de 1808 (los fusilamientos), dedicadas al heroísmo del pueblo.
Estilo Churrigueresco e Imperio: Dos Expresiones del Arte Europeo
Estilo churrigueresco: Manera artística propia del barroco español. Estos corresponden a una gran familia. Realizan edificios y sobre todo retablos. Es un estilo muy recargado utilizando elementos barrocos demasiado recargados, trabajando sobre madera dorada. Especial mención al arquitecto José de Churriguera, junto a su gran obra Retablo de San Esteban de Salamanca.
Estilo Imperio: Es el breve e intenso momento en el que el Neoclasicismo, como corriente de gusto, alcanza su pleno florecimiento; no solo involucra a pintores y arquitectos, literatos y músicos, sino que también proporciona inspiración artística a fabricantes de adornos, diseñadores de joyas, ceramistas, decoradores y ebanistas.