Capilla Sixtina y Escuela de Venecia: Obras Maestras del Renacimiento

La Capilla Sixtina de Miguel Ángel (1508-1512)

Artista que se mueve entre el equilibrio y la perfección clásica.
Escultura y arquitectura fingidas por la pintura.
Mandada construir por el Papa Sixto IV en 1475.
Sobre 500 metros cuadrados, pintó más de 300 cuerpos a 25 metros de altura.
La temática es el acuerdo platónico: el alma, liberada del cuerpo, vuelve a Dios.
En las lunetas se representan los antepasados de Cristo desde Abraham.
En las bovedillas están las familias hebreas.
Entre las bovedillas, los tronos de las Sibilas y los Profetas.
En el centro, la historia del Génesis (Antiguo Testamento).
Es un fresco con retoques de temple en el que destaca la fuerza del dibujo: formas abiertas, dilatadas, robustas que tienen como referente el desnudo clásico.
Importancia de colores vivos y contrastados.
Muchas de las dilataciones se hicieron para que el espectador, en la distancia, entendiera bien a los personajes.

Después de 20 años, pinta en la pared del fondo El Juicio Final.
El espacio no se fragmenta, es un espacio sin definir.
En la parte superior, grupos de ángeles llevan los instrumentos de la pasión. El centro está ocupado por Cristo Juez. Debajo, a la izquierda, están los que suben al cielo y a la derecha los condenados van al infierno. En el centro, un grupo de ángeles resucita a los muertos.
En la parte inferior, a la izquierda del espectador, la resurrección de los muertos. A la derecha, los condenados en la barca de Caronte.
El motivo central es el drama de la humanidad cuando se aleja de Dios y se sumerge en el pecado, y tiene como expectativa el Juicio Final, en el que ya no hay remedio.
La pared está cubierta por una muchedumbre de más de 400 personajes en los que destaca el movimiento. Sostener todas estas figuras sin un punto de apoyo es muy complejo. Miguel Ángel lo resuelve colocando las figuras en cuatro franjas horizontales a las que da distintas escalas (la zona de los justos, mayor).
En el eje simétrico sitúa un Cristo justiciero y alrededor un movimiento giratorio que une las ascensiones y las caídas alrededor del espacio central.
Esta obra es un manual de dibujo de la forma humana y de la aplicación del modelado y claroscuro.
Con su desbordamiento dramático se aproxima al Barroco.

En Venecia, en el siglo XVI, se inicia una renovación de la pintura con varias transformaciones:

Se perfecciona la pintura al óleo y la tabla se sustituye por el lienzo de tela.
Se utiliza la perspectiva aérea captando la luz en profundidad y el sfumato.
El color pasa a ser el elemento fundamental frente a la línea.
El paisaje y los temas secundarios pasan a ocupar un protagonismo.

Color difuso y continuo que plasma las formas, los volúmenes y la profundidad.
Pincelada fuerte para captar la lejanía.
Riqueza tonal de colores.
El color está fundido con la luz. Hay zonas muy brillantes y otras muy apagadas.
Capta valores atmosféricos como la humedad de una tormenta.
Composición: verticales del personaje de la izquierda más troncos de los árboles, más columnas cortadas, más alzado de los edificios contrastan con horizontales como las del puente que le da estabilidad.
El río y los perfiles de los edificios señalan la línea de fuga y dejan a la derecha y a la izquierda al personaje masculino y a la madre con el niño en pirámide bajo las raíces del árbol.
Destaca el paisaje como verdadero asunto del cuadro.
Es la unidad del Todo, la identidad cósmica entre Naturaleza, Espíritu, Alma y Materia, fuego, Agua, Tierra y Aire, presidida por la madre que prolonga la vida y que nos mira.

Tiziano es el máximo representante del Cinquecento veneciano.
En él encontramos la contraposición de tonos y ritmos distintos, la iluminación de escenas con luz solar y una gran representación de la figura humana.

El monarca se recorta sobre un bellísimo paisaje de bosque, con un río, en un retrato ecuestre que recuerda a los grandes emperadores romanos.
El caballo marcha al paso.
Es un atardecer. Los árboles están a la izquierda y contrastan con el paisaje de la derecha.
La línea se ve comprometida por el color y su rica variedad tonal.
Utiliza el contraste: la vivacidad de los metales de la coraza contra el rojo de la manta y el penacho del caballo. Además, hay amarillos, terrosos y verdosos.
La luz rojiza del ambiente anuncia la batalla.
La composición deja muy clara la diferencia entre la derecha y la izquierda. La verticalidad del emperador y de los árboles, frente a la horizontalidad del paisaje y la diagonal de la lanza y del caballo.
Todo anuncia el triunfo de su ejército frente a los protestantes.