Introducción: Crepúsculo de los Ídolos
Este texto forma parte del tercer capítulo de Crepúsculo de los ídolos, obra escrita en 1888 y publicada en enero del año siguiente. El crepúsculo u ocaso es la fase que precede al final de algo. Un ídolo es cualquier cosa objeto de culto y de admiración exaltada, como el ser, la verdad, el bien, Dios… Por tanto, Crepúsculo de los ídolos constata que esos conceptos y valores están a punto de desaparecer. Los temas de la razón podrían englobarse en la crítica a la onto-epistemología de la filosofía tradicional (platonismo), que arranca con las filosofías pitagóricas y eleatas y que llega hasta la época de Nietzsche con el positivismo. La razón ha originado los errores que han llevado a la filosofía a falsificar la realidad.
Crítica de Nietzsche a la Cultura Occidental
Crítica a la Metafísica y a la Teoría del Conocimiento
Nietzsche realizó una dura crítica a la metafísica occidental, porque esta había dado por supuesto que el verdadero ser, la realidad, es inmóvil. Platón, siguiendo a su maestro Sócrates, fue el primero en distinguir entre un mundo sensible y otro suprasensible. El cristianismo, para el filósofo alemán, inventó también una realidad inmutable, ajena a este mundo y negadora de él. La religión cristiana sostiene que el verdadero y auténtico ser es Dios. Descartes imaginó el “yo pienso” como una idea evidente que se correspondía con una sustancia permanente. Kant consideró que la realidad en sí es incognoscible para la ciencia. Nietzsche defendió la postura de Heráclito: la realidad es devenir, cambio, movilidad. Todo lo estático, inmutable o inamovible no es ser, sino no-ser. La metafísica se había fundamentado en la antítesis realidad-apariencia. Para Nietzsche no existe tal contraposición entre realidad y apariencia, porque la apariencia lo es todo.
Crítica a la Ciencia Positiva
Nietzsche emprendió una severa crítica a la ciencia moderna. Sostuvo que a las verdades científicas se oponen otras verdades no racionales sino vitales. Los ataques de este filósofo se dirigieron contra la ciencia positiva porque reducía lo real a explicaciones matemáticas y cuantitativas. Si la realidad consistiera únicamente en aspectos cuantitativos, el ser humano también podría reducirse a cantidades. Nietzsche consideró que las ciencias se habían puesto al servicio del poder político, como instrumento para la dominación y el control de los individuos.
Crítica a la Moral de Esclavos y al Cristianismo
Nietzsche consideró que la metafísica y la ciencia encierran a los individuos en un mundo ilusorio de conceptos y los apartan del mundo real. Una vez desenmascarado este engaño, se han de afrontar sus consecuencias prácticas y realizar una crítica a la moral de los esclavos, puesto que esta moral es la que ha dominado siempre la cultura occidental con el racionalismo socrático. Nietzsche se pregunta por el sentido y el significado de la moral. Para él es un saber mediante el que se juzga sobre el bien y el mal. Según este autor, hay que buscar la raíz del problema en el sentido de los términos “bien” y “mal”. Si se considera su origen histórico, se comprueba que, cuando el ser humano comenzó a vivir dentro de una organización social, el fuerte y poderoso se autodenominaba “bueno”, y al débil, “malo”. Si nos atenemos al origen etimológico de estas palabras, se advierte que en todas las lenguas, “bueno” significa “noble” y “fuerte”, y “malo” significa “vulgar” y “cobarde”. Nietzsche distinguió dos morales opuestas e irreconciliables:
- Moral de los señores: es la de los hombres superiores y poderosos.
- Moral de los esclavos: es la de los débiles y oprimidos.
La gran perversión del cristianismo es que convence a los señores para someterse a esa moral de los esclavos. Para Nietzsche, al comienzo de la organización social, como se ha dicho, solo existía la moral de los señores. Con la llegada de Sócrates y Platón surgió una nueva moral, la moral de los hombres débiles y resentidos. Posteriormente, su tarea destructora, según Nietzsche, fue continuada por el cristianismo. Nietzsche denunció que la decadencia y debilitamiento de la civilización moderna procedían de esa moral del resentimiento. Aseguró que el triunfo de los plebeyos no era definitivo. El superhombre. Nietzsche situó el origen de la religión en el miedo.
La Muerte de Dios y el Nihilismo
Una de las tesis centrales del pensamiento de Nietzsche es la muerte de Dios, que consideró una condición indispensable. Nietzsche afirmó que lo más grave es que los hombres débiles han tomado a Dios como excusa para imponer a todos una moral de condiciones y prohibiciones. En opinión de Nietzsche, las negaciones de Dios hasta el momento han sido inútiles, como la Razón en la Ilustración, el Estado en Hegel, la Humanidad en Feuerbach o la Ciencia en el positivismo. El ateísmo nietzscheano careció de fundamento teórico.
Nietzsche consideró que la cultura occidental había inventado a Dios. Este había dejado de cumplir su función y se imponía el nihilismo. Este nihilismo tenía un aspecto negativo, puesto que la desaparición de Dios significaba la destrucción de ese otro mundo. El nihilismo negativo, según Nietzsche, dirigía al hombre moderno a la pasividad, tal como había quedado recogido en el pensamiento de Schopenhauer. Nietzsche nunca admitió esta forma de nihilismo. No obstante, presentaba para Nietzsche otro aspecto positivo y activo, porque la eliminación de Dios despejaba el camino hacia el futuro.
La Voluntad de Poder
La propuesta de Nietzsche sobre la voluntad de poder fue esbozada en sus obras. Tras la negación de Dios, Nietzsche buscó un principio que unificara y explicara todos los fenómenos de este mundo. Su conclusión fue que la voluntad de poder es ese principio unificador, inmanente al mundo. Nietzsche identificó la voluntad de poder con el conjunto de fuerzas y energías que existen en el universo. La voluntad de poder es el instinto principal. Nietzsche distinguió entre la voluntad de existir, propuesta por Schopenhauer, y la voluntad de poder. La primera es el mero instinto de conservación. La voluntad de poder es el afán de superación y, por ello, es el rasgo propio del superhombre. Para Nietzsche, el ser humano no posee una voluntad libre sino una voluntad fuerte o débil. El concepto de libertad ha de ser evitado porque ha sido el fundamento de la moral de los esclavos.
El Eterno Retorno
La idea del eterno retorno se puede encontrar en sus obras. Empédocles planteó que las fases de transición del amor al odio se repiten en un tiempo indefinido. La doctrina del eterno retorno sirvió a Nietzsche para explicar el anhelo de eternidad que el ser humano encuentra en su interior. El eterno retorno es, en síntesis, la autoafirmación de este mundo y de esta vida.
El Superhombre
Para Nietzsche, el hombre occidental es un ser débil, necesita la guía de un ser divino para que le indique lo que está bien y lo que está mal. Frente a este hombre racional y temeroso que surgió a partir de Sócrates, propuso la figura del hombre intuitivo y terrenal. Solo este es capaz de liberarse de las ataduras culturales y sociales para promover la afirmación de la vida en el eterno retorno. Sin embargo, descubrió más tarde que el hombre intuitivo no es apto para llevar a cabo esta tarea en plenitud, pues solo está capacitado para criticar la decadencia de la civilización occidental y profetizar la venida de un nuevo hombre superior. Para el advenimiento del superhombre, sostiene el filósofo alemán, se han de suceder tres transformaciones del espíritu:
- Transformación en camello: el hombre muestra su fuerza acogiendo pesadas cargas, que son los valores contrarios a la vida. Se somete mansamente a los mandatos de la ley moral, es decir, Dios.
- Transformación en león: el hombre se rebela contra la carga y contra su amo. Busca liberarse de los valores establecidos para eliminar el “tú debes” y sustituirlo por el “yo quiero”.
- Transformación en niño: simboliza un empezar de nuevo, un juego, un decir sí a la vida, pues el niño hace su voluntad y es creador de valores. Ya no representa al hombre sino al superhombre, quien empieza todo de nuevo, libre de prejuicios.
Nietzsche lo presentó como el nuevo modelo de la humanidad futura, un ser humano superior que viviría sin Dios.