Prehistoria, Pueblos Prerromanos y Crisis del 98 en España: Un Recorrido Histórico

Prehistoria en la Península Ibérica

Paleolítico y Neolítico

La Prehistoria abarca desde la aparición de los homínidos (hace aproximadamente 5 millones de años) hasta la invención de la escritura (alrededor del 3500 a.C.). Se divide en tres etapas: Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales. En la Península Ibérica, el Paleolítico (desde hace 1,2 millones de años hasta el 5000 a.C.) presenció las cuatro últimas glaciaciones y el proceso de humanización. Aparecen restos de los primeros grupos del género Homo en Atapuerca (Burgos), como la especie Homo antecessor. A este le suceden el Homo heidelbergensis y el Homo neanderthalensis, hallados en El Sidrón. Más tarde, hace unos 40.000 años, aparece el Homo sapiens sapiens. Los primeros grupos nómadas vivían de una economía depredadora, desarrollando una industria líticay dominando el fuego.

El Neolítico (5000-2500 a.C.) trajo consigo una economía agraria que condujo a la sedentarización, con la aparición de poblados estables. Las primeras manifestaciones de pintura rupestre surgen en la cornisa cantábrica y representan animales aislados con un marcado naturalismo y policromía. Se desarrolla también la pintura levantina, que representa la figura humana y escenas de la vida cotidiana. Las figuras son estilizadas, esquemáticas y monocromáticas.

Pueblos Prerromanos en la Península Ibérica

Los pueblos prerromanos habitaron la Península Ibérica durante la Edad del Hierro, antes de la llegada de los romanos. Se distinguen tres áreas principales: íberos, celtas y celtíberos, y tartessos.

  • Íberos: Se asentaron en el sur y levante peninsular. Eran pueblos diversos con una economía agraria y un activo comercio en el Mediterráneo. Construían ciudades y se organizaban en ciudades-estado. Poseían un notable desarrollo cultural, como lo demuestran la Dama de Elche y la Dama de Baza.
  • Celtas y Celtíberos: Ocuparon el norte y el centro de la Península. Eran pueblos indoeuropeos que llegaron en dos oleadas (siglos IX y VI a.C.). Su economía se basaba en la ganadería. Conocían la metalurgia y construían castros. Su cultura era menos sofisticada que la de los íberos, como se aprecia en los Toros de Guisando.
  • Tartessos: Se ubicaron en el valle bajo y alto del Guadalquivir. Según escritos griegos y romanos, fue el primer estado unificado de la Península. Alcanzó su esplendor con el rey Argantonio. Practicaban la agricultura, la ganadería y la metalurgia, como evidencian el Tesoro del Carambolo y el Tesoro de Aliseda. Su desaparición pudo deberse a la llegada de los cartagineses o al agotamiento de sus minas.

Colonizadores en la Península Ibérica

Atraídos por el comercio y los metales, llegaron diversos pueblos colonizadores a la Península:

  • Fenicios: Procedentes de Tiro, se establecieron en el sur. Fundaron Gadir (Cádiz), Sexi (Almuñécar) y Malaka (Málaga). Aportaron el torno de alfarero y la escritura alfabética.
  • Griegos: Fundaron factorías como Rhode (Rosas) y Emporion (Ampurias). Introdujeron la moneda, el cultivo del olivo, animales domésticos y nuevas manifestaciones artísticas.
  • Cartagineses: Procedentes de Cartago (Túnez), buscaban controlar el comercio del Mediterráneo. Fundaron Cartago Nova (Cartagena). Se enfrentaron a los griegos en la batalla de Alalia (535 a.C.) y a los romanos en las Guerras Púnicas, donde fueron derrotados.

Las Guerras de Cuba y la Crisis del 98

La última década del siglo XIX marcó una grave crisis internacional para España, que vio reducida su posición en la política internacional. Paralelamente, se vio envuelta en una crisis interna, el Desastre del 98, que reorientó las principales líneas de la acción política española.

El régimen canovista priorizó las cuestiones internas sobre la política exterior, adoptando una política de “recogimiento” y neutralidad en las alianzas internacionales. La política colonial se centró en mantener la soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Tras la Paz de Zanjón (1878), que puso fin a la “Guerra de los Diez Años”, se inició en Cuba un proceso de asimilación política. Se formaron dos partidos: la Unión Constitucional (conservadora) y el Partido Liberal (autonomista). España intentó frenar los intentos independentistas atrayendo a la población negra, fomentando la inmigración y manteniendo una política económica extractiva.

En febrero de 1895, los cubanos se sublevaron siguiendo el plan de José Martí, líder del Partido Revolucionario Cubano, con el Grito de Baire. Se inició una guerra de guerrillas dirigida por Antonio Maceo. La defensa española, inicialmente a cargo de Martínez Campos y luego del general Weyler, intentó impedir los desembarcos de auxilio desde Estados Unidos. La guerra fue terrible para los soldados españoles debido al clima y las enfermedades tropicales.

La intervención norteamericana, impulsada por la “Doctrina Monroe”, complicó la situación para España. El gobierno español no podía vender la isla ni concederle la independencia sin arriesgarse a una revolución interna. El 20 de abril de 1898, un ultimátum norteamericano exigió a España la renuncia a su soberanía sobre Cuba.

En 1896 se abrió un nuevo frente con la insurrección de Filipinas. La escuadra española fue aniquilada en la bahía de Manila. La escuadra enviada a Puerto Rico fue cercada y aniquilada en Santiago de Cuba.

El Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, reconoció la independencia de Cuba y cedió a Estados Unidos Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.

Consecuencias de la Crisis del 98

La pérdida del imperio de ultramar fue considerada un desastre con graves consecuencias:

  • Pérdidas humanas y materiales.
  • Crisis política y desprestigio militar.
  • Trauma nacional y liquidación del imperio colonial.
  • Viraje hacia el proteccionismo económico.
  • Desarrollo del Regeneracionismo.