Economía y Sociedad en la España del Siglo XIX
Agricultura
La agricultura continúa siendo la principal actividad económica en España. Proporciona más de la mitad de la renta nacional y tiene un peso decisivo en las exportaciones. Aumenta enormemente la superficie cultivable, aunque continúa la producción tradicional mediterránea (trigo, vid y olivo). A pesar de esto, la productividad no aumenta. La desamortización hace que aumente la superficie cultivable, pero en ningún caso modificó la estructura de la propiedad en España (grandes latifundios en el sur y minifundios en el norte y noroeste), acrecentando el gran contraste entre propietarios absentistas y los campesinos que viven en condiciones precarias. Solo se produce la expansión de la almendra y el corcho.
Ganadería
Desaparecen los privilegios seculares de la Mesta, lo que no impidió un crecimiento de la cabaña ganadera en algunos aspectos específicos. Por ejemplo, aumentó la demanda de ganado porcino y de la cabaña equina. Por el contrario, la ganadería ovina sufre una notable crisis.
Industria
En la economía española aún mantuvo un gran peso la industria artesanal. La industrialización en España no fue un fracaso, pero sí fue muy atrasada. Los primeros sectores industriales serán:
- La industria textil se desarrollará en Cataluña. Aun así, su evolución será irregular a causa de los conflictos bélicos. Cataluña inicia un gran despegue gracias a la modernización de su industria, ayudada por una fuerte demanda interna, por la existencia en el resto de España de una burguesía activa y emprendedora, por la existencia de capitales y también por una política proteccionista del Estado. Esta expansión alcanzará su punto más alto entre 1840 y 1866, encontrando solo dos límites a esa buena situación: un escaso mercado interior y una falta de competitividad exterior. Esta fase de expansión sufrirá un gran frenazo y habrá que esperar hasta 1870-1880 para volver a ver una reactivación de esta industria.
- La industria siderúrgica fue un sector muy ligado a las fuentes energéticas y a la minería. En España, la minería no empezó a explotarse hasta finales del XIX y los recursos energéticos planteaban un problema: el carbón era caro, escaso y de mala calidad. La primera ley de minas se promulgó en 1868 y hace que este sector se convierta en el más dinámico de la sociedad española. El hierro, cuyos yacimientos se encuentran sobre todo en Vizcaya, será el que traiga mayor número de empresas extranjeras para la producción del acero y para su exportación. El resto de minerales se explotaron por compañías extranjeras. La producción siderúrgica se va a localizar en el País Vasco y, en menor medida, en Asturias y Málaga.
El desarrollo de la industria metalúrgica favorecerá el auge de otras industrias como la metalúrgica y la mecánica. En menor medida, la industria eléctrica y la industria química de abonos y explosivos también tendrán cierta importancia y, por último, nombrar algunas industrias alimenticias como la harinera, vinícola, etc.
Transportes
Ha sido una de las cosas que más ha obstaculizado el desarrollo económico español. Desde mediados de siglo se inició un ambicioso programa de construcción de carreteras que fue insuficiente. El transporte fluvial casi es inexistente y el transporte ferroviario se inició con un retraso de 30 años. Se produjo una gran especulación con graves problemas de planteamiento, como el establecer un ancho de vía distinto al del resto de Europa, lo que dificultaba la integración con otros países. En 1855, con la nueva ley de ferrocarriles, se da un gran impulso en el desarrollo del ferrocarril. De hecho, en solo 10 años se alcanzaron los 5000 km. Surgieron tres grandes empresas ferroviarias muy ligadas al capital francés. En consecuencia, el ferrocarril se impondrá como medio de transporte, ayudando e impulsando enormemente la creación de empleo.
Población
Creció muy lentamente porque la natalidad era alta, pero la mortalidad también lo era. De hecho, la esperanza de vida no llegaba a los 35 años debido a las crisis de subsistencia, a las malas condiciones higiénicas y a las enfermedades endémicas y epidémicas, que debilitaban la población, favoreciendo esa mortalidad alta. La población era mayoritariamente rural, en unas condiciones de vida precarias debido al nivel de pobreza de esa población. El proceso de urbanización fue muy lento y solo Madrid y Barcelona superan los 500.000 habitantes. También a lo largo del XIX se dan grandes movimientos migratorios, ya que la emigración fue la válvula de escape para esa población que vivía miserablemente. Más de un millón de personas emigraron hacia América, animados por una legislación muy favorecedora por parte del Estado.