La Religión: Un Análisis Sociológico
Consideraciones Introductorias
Gran parte de nuestros comportamientos sociales se encuentran condicionados por esa vinculación originaria que tiene en la historia de la humanidad la relación de los individuos con lo trascendente. El antropólogo C. Geertz definía la religión como un sistema de símbolos que expresan una concepción general de la existencia a través del cual se consiguen armonizar las acciones humanas con el orden total y proyectar imágenes de ese mismo orden en el plano de la existencia humana.
Los Teóricos Sociales y la Religión
Los enfoques sociológicos de la religión han estado influidos principalmente por las ideas de tres pensadores clásicos: Marx, Durkheim y Weber. Los tres sostenían que la religión es, fundamentalmente, una ilusión, y creían que el “otro” mundo creado por ella es el nuestro, distorsionado por la lente del simbolismo religioso. Para Marx, la religión tiene un fuerte componente ideológico, ya que justifica las desigualdades de riqueza y poder que se dan en la sociedad. Para Durkheim, la religión es importante como elemento de cohesión, sobre todo porque garantiza que las personas se reúnan de forma regular para poner de manifiesto creencias y valores compartidos. Para Weber, la religión es importante por el papel que tiene en el cambio social, especialmente en el desarrollo del capitalismo occidental.
Marx y la Religión como Opio del Pueblo
Para Marx, el ser humano está determinado por las condiciones materiales de la vida y, consiguientemente, por sus necesidades. En la lucha que se genera con la naturaleza y con las tensiones de las relaciones de producción para neutralizar esas necesidades, la religión, para Marx, se convierte en un lastre y en un enemigo a causa de su capacidad alienante y de adormecimiento de los individuos con respecto a la tarea transformadora en la que se encuentran implicados. Los seres humanos pierden su fuerza y su libertad al quedar seducidos por la promesa de un más allá, renunciando a la lucha contra el sometimiento de los explotadores de este mundo.
La religión, por tanto, es como una droga (el opio del pueblo) que impide la liberación del hombre al apartarlo de su lucha sociopolítica. A la clase dominante le sirve, por el contrario, para perpetuarse en el poder, manteniendo a los individuos sumisos y resignados a una moral religiosa que siempre es interpretada legítimamente por los ricos opresores. Así las cosas, según este planteamiento, la religión es la religión de la burguesía, de las minorías dominantes, con lo cual, dada esta parcialidad y arbitrariedad, no se permite reflejar la totalidad de las relaciones sociales.
Durkheim: La Religión como Elemento de Cohesión Social
El planteamiento general del pensamiento de Durkheim nos habla del carácter casi prioritariamente social que tiene la religión. Esto es debido a que la razón de ser de la religión es expresamente la de la cohesión social y la unificación de voluntades individuales en favor de lo colectivo. Este hecho hace coherente que lo religioso no pueda separarse de lo institucional-eclesial, de lo cual emanan las normas y que posteriormente, al ser internalizadas por los individuos, surte el efecto del vínculo social.
Puede decirse que Durkheim identificó tres funciones principales que cumple la religión con respecto al funcionamiento de una sociedad:
- Cohesión social: La religión une a las personas gracias a una serie de símbolos, valores y normas.
- Control social: Todas las sociedades utilizan la imaginación y la retórica religiosas para promover la conformidad. La religión legitima comportamientos culturales de parentesco como el matrimonio o la reproducción. Además, legitima también el orden político, en ocasiones identificándose con él.
- Sentido y propósito: La religión ofrece a las sociedades confianza ante la vulnerabilidad humana.
Weber: La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo
La postura de Weber sobre religión ya se comentó en el tema primero cuando expusimos brevemente su pensamiento teórico-sociológico. Recordamos el asunto ahora con algo más de detalle de la mano de la exposición sintética que realiza Giddens al respecto.
En opinión de Max Weber, el fenómeno de acumulación de la riqueza y, en general, el desarrollo económico de Occidente, tiene una peculiaridad que lo hace diferente. La actitud hacia la acumulación de la riqueza no se explicaría prioritariamente por liberarnos de las necesidades ofreciéndonos comodidades, seguridad y poder. Se trata de una actitud desconocida denominada por Weber como el espíritu del capitalismo, es decir, el conjunto de creencias y valores que poseían los primeros comerciantes e industriales capitalistas.
Estas personas mostraban una fuerte tendencia a acumular riqueza personal, pero a diferencia de los ricos de otras zonas del mundo, no tenían la intención de emplearla para disfrutar de un estilo de vida basado en el lujo. Su forma de vida era ciertamente abnegada y frugal; vivían con austeridad y tranquilamente, rehuyendo las manifestaciones ordinarias de riqueza. Weber trata de demostrar que esta inusual combinación de características fue de vital importancia para que se comenzara a producir el desarrollo económico de Occidente, porque, a diferencia de los grupos opulentos de épocas anteriores y de otras culturas, los occidentales no dilapidaron su riqueza. Por el contrario, la reinventaron para favorecer la subsiguiente expansión de las empresas que dirigían.
El núcleo de la teoría de Weber contiene la idea de que las actitudes que se manifestaron en el espíritu del capitalismo procedían de la religión. El conjunto de la Cristiandad tuvo un papel en la promoción de esa actitud, pero la fuerza motora esencial provino del impacto del protestantismo y especialmente de una de sus versiones: el puritanismo. Los primeros capitalistas fueron en su mayoría puritanos, y muchos de ellos participaban de las ideas calvinistas. Weber sostiene que ciertas ideas calvinistas fueron la fuente directa del espíritu del capitalismo. Una de ellas mantenía que los seres humanos son el instrumento de Dios en la tierra y que el Todopoderoso les exige que tengan una vocación, una ocupación, que se haga para la mayor gloria divina.
El segundo aspecto importante del calvinismo era la idea de predestinación, según la cual sólo ciertos individuos predestinados se encuentran entre los “elegidos” que llegarán al cielo en la otra vida. En la doctrina original de Calvino, nada de lo que hace una persona en la tierra puede influir en si está o no entre los elegidos, ya que esto se halla predeterminado por Dios. Sin embargo, esta creencia causó tal ansiedad entre sus seguidores que tuvo que ser modificada para que los creyentes pudiesen reconocer ciertos signos de elección.
El éxito conseguido en la propia ocupación, representado por la prosperidad material, se convirtió en el signo principal de que una persona era realmente una de las elegidas. Se creó un tremendo impulso hacia el éxito económico entre los grupos que estaban influidos por estas ideas. Sin embargo, esto iba unido a la necesidad que tenía el creyente de llevar una vida de austeridad y frugalidad. Los puritanos consideraban el lujo como un pecado y, por ello, la tendencia de acumular riqueza se dio junto a un estilo de vida severo y sin adornos.