Los Criterios de la Duda en Descartes
- El engaño de los sentidos. Puesto que los sentidos nos engañan, no es ilógico pensar que pueden engañarnos siempre.
- La confusión entre el sueño y la vigilia. En numerosas ocasiones, nos faltan indicios suficientes para distinguir el estado de vigilia del estado del sueño.
- La hipótesis del «Dios engañador». Si admitimos la creencia en un Dios todopoderoso, nada impide que nos haya podido crear con una naturaleza tal que nos equivoquemos en todos nuestros conocimientos, es decir, que no podamos superar el escepticismo.
- La hipótesis del «genio maligno». Por último, la radicalidad de la duda adquiere su máxima dimensión con la hipótesis del genio maligno. En efecto, ≪supondré, pues, no que Dios, que es la bondad y la fuente suprema de la verdad, me engaña, sino que cierto genio o espíritu maligno, no menos astuto y burlador que poderoso, ha puesto toda su inteligencia en engañarme≫.
La Verdad Indudable de Descartes
Una verdad absolutamente indudable. Aunque yo sea engañado y por más que me engañe el genio maligno, una cosa está clara, que yo, que soy engañoso, existo, pues, para poder ser engañado, para poder dudar de todos los conocimientos y para suponer que todo es falso, es necesario que yo, que dudo, o sea, el sujeto que piensa, exista. Por tanto: pienso, luego existo.
El Contexto del Pensamiento de Kant
Kant es uno de los más importantes representantes del movimiento ilustrado.
La Ilustración representó un cambio decisivo en la cultura europea. Este movimiento persiguió, sobre todo, estas dos metas: el dominio de la naturaleza mediante el desarrollo de la ciencia y la técnica, y la organización racional de la sociedad mediante el desarrollo del Estado moderno.
La Filosofía como Crítica de la Razón
Las matemáticas y la física eran ciencias auténticas porque progresaban, nos proporcionaban conocimientos ciertos y rigurosos y, respecto a sus tesis o verdades.
La filosofía crítica debe llevar a cabo dos tareas esenciales: por un lado, justificar la razón de ser de las ciencias matemáticas y la física y, por otro, buscar el último móvil de la tendencia del hombre a construir teorías metafísicas sobre objetos imposibles de conocer. Tales tareas, según nuestro autor, han de ser llevadas a cabo por la crítica de la razón pura.
La crítica de la razón pura es, pues, una crítica de la razón llevada a cabo sobre sí misma, con el fin de determinar los conocimientos a que puede aspirar. Según esto, pues, corresponde a la propia razón decidir sobre el origen, el valor y los límites del conocimiento.
Las Tres Críticas Kantianas
- Crítica de la razón pura. Es su primera gran obra. Trata de los límites del conocimiento y de los saberes que puede alcanzar el ser humano.
- Crítica de la razón práctica. Es su segunda gran obra. Trata de los límites de la voluntad humana.
- Crítica del juicio. Es su tercera gran obra. Trata de los límites de la facultad del juicio estético, es decir, la capacidad para conocer la belleza.
La Razón Teórica: La Ciencia
El término «trascendental» sugiere, en el pensamiento de Kant, a los elementos del conocimiento que la mente posee y que son anteriores a todo conocimiento e independientes del mismo.
Descartes había iniciado la actitud crítica, propia de la modernidad, que consiste en deducir los contenidos cognoscitivos a partir del ≪yo pienso≫.
El Sujeto Trascendental
El sujeto trascendental —o yo trascendental— es como el patrón mental o la estructura mental común a todos los individuos cognoscentes, en tanto cognoscentes, mediante el cual se organizan los datos particulares suministrados por la experiencia de cada cual en conocimientos objetivos y universales válidos para todos. Según esto, solo gracias al sujeto trascendental podemos tener conocimientos científicos, es decir, conocimientos objetivos, universales y necesarios.
Juicios Analíticos y Juicios Sintéticos
El juicio es el acto por el que afirmamos o negamos la existencia o la verdad de algo. Implica la unión de dos términos: un sujeto y un predicado.
Kant, atendiendo a la manera como se encuentra el predicado en el sujeto y como se encuentra la verdad, distinguió entre:
- Juicios analíticos. Son los juicios en los que el contenido del predicado forma parte del contenido del sujeto, por ejemplo, ≪el todo no puede ser menor que sus partes≫.
- Juicios sintéticos. Son juicios sintéticos aquellos en los que el predicado aporta un contenido o una noticia nuevos al sujeto, por ejemplo ≪Jesús tiene una bicicleta≫.
- Juicios a priori. Kant entiende por juicios a priori aquellos cuya verdad o falsedad es completamente independiente de la experiencia, por ejemplo, ≪el todo no puede ser menor que sus partes≫.
- Juicios a posteriori. Son aquellos cuya verdad o falsedad depende enteramente de los datos empíricos, es decir, de los datos suministrados por la experiencia, por ejemplo, ≪Jesús tiene una bicicleta≫.
Los Juicios Sintéticos a priori
En cambio, los juicios sintéticos a priori constituyen los auténticos juicios científicos porque, en tanto que a priori, son universales y necesarios y, en tanto que sintéticos, aportan contenidos nuevos.
La Revolución Copernicana de Kant
Mediante los juicios sintéticos a priori, Kant adoptó sobre el problema del conocimiento una posición de síntesis entre el planteamiento de los pensadores racionalistas y los empiristas, es decir, entre Descartes y Hume.
- Racionalistas. Según los racionalistas, todos nuestros conocimientos se derivaban de la razón, y sin atender a nada externo, podía llegar a conocer todas las cosas, cayendo en el dogmatismo.
- Empiristas. Por el contrario, los empiristas defendían que todos nuestros conocimientos procedían de la experiencia y, por ello, cayeron en el escepticismo.
Para Kant, el conocimiento consiste en una síntesis, es decir, una unión, de dos elementos: uno a priori —las formas aportadas por el entendimiento o por otras facultades— y otro a posteriori —las impresiones procedentes de la experiencia.
Ahora bien, ¿qué conocemos en este proceso? Según Kant, no conocemos la auténtica realidad sino, únicamente, fenómenos. Es decir, conocer es conocer fenómenos. En otras palabras, los fenómenos constituyen los auténticos objetos del conocimiento científico.
Con esta concepción, Kant llevó a cabo una especie de «revolución copernicana». En otras palabras, dio un giro de ciento ochenta grados al planteamiento tradicional de la ciencia. Según tal revolución, no es el sujeto de conocimiento el que se adecua a las cosas, sino que son las cosas las que han de adecuarse a las condiciones del sujeto de conocimiento.
En conclusión, Copérnico, al no poder explicar los fenómenos que veía en el cielo partiendo del supuesto de que la Tierra se encontraba en el centro del universo, cambió de referencia y supuso que era el Sol el que ocupaba dicho centro.
De modo análogo, según nuestro autor, a la hora de explicar su revolución y al no poder explicar la necesidad y la universalidad del conocimiento, es decir, al no poder explicar la existencia de conocimientos ciertos e indudables, partiendo del hecho de que el sujeto debía adecuarse al objeto —o sea, a las cosas—, supuso que debían de ser los objetos —o sea, las cosas—, las que tenían que adaptarse a las exigencias del sujeto. Por supuesto, del sujeto trascendental.