La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
El Directorio Militar (1923-1925)
El nuevo régimen se presentó al país a través de un Manifiesto, como un proyecto de regeneración, un “paréntesis de curación” de los males del país. Rápidamente se implantó una férrea dictadura militar en la que el Ejército asumía un papel de monopolio de todos los resortes del poder. Primo de Rivera asumía la presidencia del gobierno y formó un ejecutivo formado por generales, llamado Directorio Militar. Suspendió la Constitución de 1876, disolvió el Congreso eliminando así el poder legislativo, estableció la censura de prensa (suprimir cualquier alusión crítica a la Dictadura y prohibición de dar información no oficial sobre la guerra de Marruecos). Prohibió los partidos políticos, los alcaldes fueron nombrados por el gobierno y los militares ocuparon el cargo de gobernador civil.
Sin embargo, la dictadura no acabó con la base real del sistema: la oligarquía de terratenientes e industriales siguió dominando la vida económica y social y se aprovechó del control que ejercía el dictador y la prosperidad de los años veinte para aumentar su fortuna. Tampoco se acabó con el caciquismo.
Se produjeron algunos avances: inversión en regadíos, alcantarillados, obras públicas, dotaciones escolares y sanitarias, logros que fueron posibles por la prosperidad económica. Aparecieron importantes empresas estatales, como CAMPSA y Telefónica.
El problema regionalista fue uno de los grandes fracasos de la Dictadura: la burguesía catalanista le había apoyado en el momento del golpe, lo cual no evitó que Primo de Rivera prohibiera toda manifestación catalana: bandera, himno, idioma. La Mancomunidad fue languideciendo, se reprimieron las manifestaciones culturales y políticas del catalanismo, lo que empujó a muchos regionalistas a apoyar a la República, bajo el liderazgo del hasta entonces minoritario Estat Catalá de Françesc Maciá.
El orden público fue otra de las grandes obsesiones del dictador: para él, el movimiento obrero, las acciones anarquistas y la delincuencia eran una misma cosa. Reprimió cualquier tipo de manifestación, lo cual hizo que fueran desapareciendo.
El gran éxito del Directorio Militar fue terminar con la guerra de Marruecos. Primo de Rivera era partidario del abandono de la guerra y la negociación, pero la reacción airada de los militares africanistas (Sanjurjo, Queipo de Llano, Millán Astray y Franco) que rozaron la insubordinación, hizo que cambiara de parecer. El avance de Abd-el-Krim creyendo derrotadas las tropas españolas y la posterior penetración en la zona de protectorado francés hizo que España y Francia acordaran una operación conjunta: el desembarco en la bahía de Alhucemas en 1925. La victoria sobre Marruecos colocó a Primo de Rivera en la cumbre de su prestigio.
El Directorio Civil (1925-1930)
Para acallar las críticas, Primo de Rivera propuso al Rey la sustitución del Directorio Militar por un Gobierno Civil. Creó un partido político, la Unión Patriótica, con el que pretendía canalizar la adhesión de la nación a su persona, dando así cierta apariencia democrática al régimen, aunque permanecían suspendidas la Constitución y las libertades. También convocó a distintas personalidades políticas a formar una Asamblea Nacional Consultiva (copia del Gran Consejo Fascista italiano) a la que se encargó elaborar una nueva Constitución que no llegó a publicarse.
Otro aspecto en el que la Dictadura imitó el modelo italiano fue la política social: se creó un Consejo Nacional del Trabajo y se aprobó una serie de leyes sobre contratos de trabajo, accidentes, subsidios para familias numerosas y seguro de maternidad. Puso en marcha la Organización Corporativa del Trabajo, una especie de sindicato oficial que pretendía regular la negociación de los convenios.
Oposición al Régimen y Caída de Primo de Rivera
Los intentos del dictador de dar al régimen una apariencia más participativa no convencieron a la oposición:
- Intelectuales que fueron desterrados o se exiliaron, como Miguel de Unamuno o Blasco Ibáñez. Otros (Ortega y Gasset, Menéndez Pidal) firmaron un manifiesto contra la Dictadura. La oposición se extendió a la Universidad.
- Respecto del movimiento obrero, la clandestinidad a la que el dictador condenó a la CNT favoreció a su sector más radical, partidario de la insurrección. Los socialistas, que al principio habían aceptado la dictadura y colaborado en los comités paritarios, a partir de 1929 adoptaron una posición a favor de la democracia y la República.
- La política centralista del régimen hizo que los nacionalistas se radicalizaran, sobre todo en Cataluña, llegando a organizar desde Francia una incursión armada dirigida por Francesc Maciá.
- El propio ejército fue retirándole su apoyo por la manipulación de Primo de Rivera de sueldos y ascensos (que favorecía a los militares africanistas). Ejemplo del malestar del ejército fue la Sanjuanada: sucesos en la noche de San Juan de 1926 que supusieron el enfrentamiento del cuerpo de artillería con el régimen, lo cual provocó que el dictador disolviera el cuerpo. A partir de ese momento, un sector del ejército adoptó una postura prorrepublicana.
Las críticas a la dictadura se fueron generalizando a medida que la situación económica empeoraba como consecuencia de la crisis económica de 1929: paro, hundimiento de la peseta, crisis financiera, inflación, etc. Ello ocasionó una gran oleada de huelgas.
El Rey comenzó a considerar a Primo de Rivera un obstáculo, ya que la opinión pública identificaba a la monarquía con la dictadura. En enero de 1930, Primo de Rivera presentó la dimisión al Rey. Alfonso XIII encargó entonces la formación de un gobierno provisional al general Berenguer. Su objetivo era la vuelta al régimen constitucional como si nada hubiera ocurrido a partir de 1923. Pero la mayoría de los políticos conservadores y liberales desconfiaban del rey y se negaron a participar en el gobierno.
La lentitud en el establecimiento de las libertades y la falta de plazos para la vuelta al régimen parlamentario (el “error Berenguer”) fueron minando el escaso prestigio del nuevo gobierno, al que la prensa calificó de “Dictablanda”.
A lo largo de 1930 la oposición al rey fue creciendo incluso entre los propios monárquicos, mientras los republicanos experimentaban un impulso espectacular. Los representantes de los principales partidos de la oposición llegaron a un acuerdo al que se conoce como Pacto de San Sebastián (prerrepublicano). Se decidió organizar un Comité Revolucionario, encabezado por Alcalá Zamora, encargado de contactar con militares republicanos y con los líderes obreros. Tras muchas vacilaciones, el PSOE decidió sumarse al pacto.
En diciembre de 1930 los capitanes Fermín Galán y García Hernández se pronunciaron en Jaca en nombre de la República. Fueron detenidos, juzgados y ejecutados. Los sindicatos desataron una oleada de movilizaciones mientras los intelectuales escribían un manifiesto a favor de la República, a lo que el gobierno respondió restableciendo la censura. Berenguer presentó su dimisión y el rey encargó formar nuevo gobierno al almirante Aznar. Pretendía volver a la normalidad constitucional en diversas etapas. La primera consistió en convocar elecciones municipales para el 12 de abril de 1931.
Nadie esperaba que en dichas elecciones se produjera un cambio radical, pero sus resultados fueron mucho más favorables a la opción republicana de lo que se esperaba, desencadenando en pocas horas la abdicación del rey y la proclamación de la Segunda República.