Platón: Contexto, Pensamiento y Legado Filosófico

1. Contexto Histórico y Cultural de Platón

Platón, un destacado filósofo ateniense del siglo V a.C., se desarrolló en un contexto cultural marcado por el esplendor y la decadencia de Atenas. Tras la victoria sobre los persas, Atenas se convirtió en un centro político y cultural líder en Grecia, pero el IV a.C. trajo consigo un periodo de decadencia tras la derrota ante Esparta y el gobierno de los Treinta Tiranos. Este escenario de convulsiones sociales y políticas llevó a Platón a reflexionar sobre el gobierno necesario para alcanzar la justicia, proponiendo el gobierno de la razón como solución. Platón, proveniente de una familia aristocrática, recibió una educación que incluyó música, aritmética, poesía y filosofía, con Sócrates y Arquitas como maestros. En su obra “La República”, contrastó valores con el escepticismo de los sofistas y la decadencia estatal. En el siglo V a.C., Atenas vivió un periodo cultural destacado con géneros literarios como la tragedia y la comedia, autores como Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes, y narraciones históricas de Heródoto, Tucídides y Jenofonte. Atenas, liderada por Pericles, fue un referente cultural duradero, con una destacada arquitectura y escultura clásica, incluyendo la Acrópolis y el Partenón.

En el ámbito filosófico, Platón reaccionó contra las ideas de Demócrito y se inspiró en Sócrates. Encontró influencias en Anaxágoras y Parménides, desarrollando la teoría de las “ideas” y los dos caminos del conocimiento. El pitagorismo influyó en su pensamiento a través de las matemáticas y la creencia en la inmortalidad. Aunque aceptó la realidad cambiante, Platón destacó el papel de la razón frente al desorden, basando su teoría del “Bien“, la “felicidad” y la “racionalidad” en la filosofía moral socrática del “intelectualismo moral“. De Sócrates, aprendió la purificación del alma y la búsqueda de una existencia auténtica, transformando su vida y enfoque filosófico significativamente.

2. Platón vs. Nietzsche: Dos Visiones del Mundo

El pensamiento de Platón (s. IV a.C.), caracterizado por su idealismo racionalista, contrasta con el vitalismo irracionalista de Nietzsche (s. XIX). Toda la filosofía de Nietzsche puede entenderse como una crítica a la cultura occidental. Desde un punto de vista ontológico, para Platón existen dos mundos, el sensible y el inteligible. Nietzsche rechaza la contraposición platónica entre el mundo verdadero o inteligible y el mundo aparente o sensible. Según Nietzsche, solo existe este mundo, pues la única realidad es el devenir (cambiante). De modo que la vida es el concepto central sobre el que hay que vertebrar toda la reflexión filosófica: la realidad es vida. Por ello, concluye Nietzsche que la cultura occidental está viciada desde Sócrates, y sobre todo gracias a Platón, con el que nace la sobrevaloración de lo racional, de lo conceptual, en detrimento de la vivencia inmediata, de la pasión, de la creatividad.

Epistemológicamente, se presenta el dualismo entre conocimiento y opinión. Si para Platón la sensibilidad es el camino del error y del mero opinar, para Nietzsche esa es la única vía de conocimiento posible. El conocimiento sensible es el único válido. Esto obliga a Nietzsche a reivindicar la metáfora frente al concepto, y la expresión artística frente a la racional. La razón, para Nietzsche, inmoviliza lo que es el devenir. Por ello, la metafísica refleja un mundo al revés, pues habría que partir no de conceptos sino de intuiciones de lo sensible y cambiante, que es lo auténticamente real. Esta es la razón por la que Nietzsche ataca los principales conceptos metafísicos considerándolos como engaños gramaticales o del lenguaje. De este modo, Nietzsche aboga por sustituir el lenguaje conceptual por el metafórico. En Nietzsche la verdad es un asunto de perspectiva, cada uno debe crear sus verdades. Para Nietzsche el perspectivismo, que supone la afirmación de que no existe ninguna verdad absoluta, deriva en el relativismo.

En relación con la antropología, para Nietzsche el hombre es una realidad única, mientras que Platón parte de la relación conflictiva entre cuerpo y alma. De ahí la consideración negativa del cuerpo, que está en las antípodas de Nietzsche. Nietzsche no sólo critica a Platón porque falsea la realidad y nos lleva al error, sino porque ataca a la vida. Según Nietzsche, con la dialéctica y el intelectualismo moral, Sócrates inicia la decadencia de la cultura occidental, imponiendo la “moral de esclavos” a la “moral de señores“, que era la defendida por el espíritu griego. La crítica que hace a la moral platónico-cristiana se centrará en su carácter contranatural. Es una moral que se dirige contra los instintos de la vida. Detrás de la moral cristiana está el platonismo.

Por último, podemos destacar algunos rasgos comunes a ambos autores: el estilo literario, la defensa del sentido aristocrático de la existencia, y la crítica a la democracia, como sistema político, y a los igualitarismos.

1.1 Los peligros del relativismo

Platón se opuso al relativismo y al escepticismo de los sofistas, quienes creían que la verdad era relativa y dependía del punto de vista. En contraste, Platón y Sócrates defendían la existencia de una verdad última más allá de las opiniones humanas. Para ellos, la realidad verdadera trascendía las apariencias y abarcaba todos los aspectos de la filosofía, desde la ética hasta la naturaleza y el conocimiento. Su pensamiento se basaba en la convicción de que la verdadera realidad va más allá de las percepciones superficiales.

1.2 Mundo sensible, mundo inteligible

El MUNDO SENSIBLE está constituido por todas las cosas que vemos y tocamos. Este es el mundo material que percibimos con los sentidos y que está formado por cosas particulares que son imperfectas, cambiantes y perecederas. El MUNDO INTELIGIBLE, compuesto por realidades inmateriales que se captan únicamente mediante la razón. Las ESENCIAS, son universales, perfectas, eternas e inmutables. Pertenecen a este mundo los números, la justicia o la belleza.

2.1. Una metafísica dualista

Platón empleó los términos idea y Eidos. Distingue el mundo de las esencias del mundo sensible suele denominarse teoría de las Ideas o teoría de las formas, es una doctrina ontológica, se determinan cuáles son las realidades que verdaderamente existen. La metafísica de Platón es DUALISTA, distingue dos ámbitos de la realidad, mundo sensible y mundo inteligible: la existencia de estos dos mundos tan distintos permite explicar las enormes diferencias que hay entre las cosas y las esencias.

2.2 La relación entre las ideas y las cosas

La distinción platónica entre el mundo sensible y el mundo inteligible deja abierta una cuestión. ¿Cuál es la relación que hay entre estos dos ámbitos de la realidad? Platón creía que sólo podía aclararse suponiendo que todo lo que es bello participa en la Idea de belleza. Las cosas hermosas son bellas porque en ellas se hace presente. La relación entre las cosas y las Ideas puede entenderse como una participación. La TEORÍA DE LA PARTICIPACIÓN afirma que las Ideas actúan como modelos eternos e inmutables de las cosas. Las cosas del mundo sensible proceden de una Idea a la que tratan de IMITAR, aunque sólo lo consigan parcialmente. Las cosas son lo que son y tienen las cualidades que tienen porque imitan o aspiran a las Ideas correspondientes. Además, las Ideas son más importantes que las cosas y anteriores a ellas.

2.3 LA JERARQUÍA DE LAS IDEAS

Todas las Ideas son imperecederas, perfectas y eternas, no todas ellas tienen la misma importancia. En República, Platón afirma que las ideas están ordenadas en una jerarquía, que recuerda la forma de una PIRÁMIDE. En la base están las Ideas menos importantes, mientras que en la cúspide se encuentran las más generales, significativas y valiosas, como LA BONDAD, LA BELLEZA O LA JUSTICIA. En el vértice de la pirámide está la IDEA DEL BIEN, que es la IDEA SUPREMA, proviene de la VIRTUD de Sócrates.

2.4. EL MITO DEL DEMIURGO

Platón, en su obra “Timeo”, expone su interpretación del origen de todas las cosas que existen mediante el mito del Demiurgo. Según Platón, en un principio sólo existía una materia caótica, imperfecta e informe. Sin embargo, el mundo que vemos a nuestro alrededor, ordenado y múltiple, fue modelado por una especie de Dios, el Demiurgo, quien trató de materializar las ideas modelando la materia de la que disponía. Las cosas tratan de semejarse a las Ideas sin terminar de conseguirlo porque están hechas de una materia mala e imperfecta. Platón creía en la eternidad del mundo y en la existencia de una causa primera que inicie los cambios y un impulso que provoque que los cambios se hagan de acuerdo con la finalidad de cada ser.

3.1. Dos mundos, dos formas de conocer

Platón desarrolló una teoría gnoseológica (conocimiento) ligada a su propuesta metafísica, en la que el mundo sensible y el mundo inteligible están relacionados con dos maneras de conocer. Platón explicó el problema de conocimiento mediante el mito de la caverna, en el que unos hombres que siempre han vivido en una cueva ven sombras proyectadas por un fuego, y uno de ellos se libera y sale, viendo la luz del sol y la nueva realidad. El mundo de las sombras en la caverna es la realidad sensible, el fuego es la luz del mundo sensible, el sol de afuera es la idea del bien, y el primer prisionero que sale es el filósofo. La doxa (opinión) es el conocimiento del mundo sensible, imperfecto e incompleto, y se conoce a través de los sentidos, mientras que la episteme (ciencia) corresponde al mundo inteligible, que se alcanza con la razón y es un conocimiento de ideas eternas e inmutables. El dualismo metafísico de Platón y la diferenciación entre doxa y episteme ilustran su teoría de participación, en la que las cosas tratan de semejarse a las ideas sin terminar de conseguirlo porque están hechas de una materia mala e imperfecta.

3.2 El paso de la doxa a la episteme

Platón creía que para realizar la ascensión hacia el conocimiento de las Ideas, era necesario confiar en la razón y recibir la ayuda de alguien que ya conociera las Ideas y nos guiara mediante el diálogo. Platón llamaba a este proceso ascensión dialéctica, que no está al alcance de cualquiera. La primera fase del conocimiento es la doxa, que puede estar equivocada y se divide en dos tipos: conjetura (eikasia) y creencia. La conjetura se refiere a las imágenes del mundo sensible, mientras que la creencia se refiere a los objetos del mundo sensible. La siguiente fase es el saber discursivo (dianoia), que pertenece a la episteme o saber verdadero, pero no se refiere a las ideas más importantes y valiosas. El proceso culmina con la contemplación de la idea del bien, que es el único que puede llamarse inteligencia (noesis). La ascensión dialéctica se realiza partiendo de ideas para llegar a ideas superiores. Platón ofreció una imagen simbólica de este proceso en la alegoría de la caverna y la imagen de la línea, que ilustra la correspondencia entre la estructura de la realidad y las formas de conocimiento.

3.3. LA REMINISCENCIA

Platón propuso la TEORÍA DE LA REMINISCENCIA para explicar por qué somos capaces de captar una realidad mucho más elevada si nos remontamos al mundo de las Ideas. Las Ideas nos resultan de algún modo familiares porque nuestra alma ya ha estado en contacto con ellas, aunque nosotros no nos acordemos. Esto debió suceder antes de nuestro nacimiento, cuando nuestra alma se encontraba en el mundo inteligible, rodeada de las Ideas Inmateriales. Cuando nuestra alma se unió a nuestro cuerpo el conocimiento de las Ideas quedó olvidado y oscurecido, como si de estos saberes hubieran quedado dormidos en nuestro interior. Al relacionarnos con las cosas que nos rodean en el mundo sensible. Se despierta en nosotros el recuerdo de las Ideas que, conocíamos, pero habíamos olvidado.

4.1. El cuerpo es la prisión del alma

Platón, en su antropología dualista, creía que el ser humano estaba compuesto de dos partes muy distintas: el cuerpo y el alma. El cuerpo es material, cambiante e imperfecto y pertenece al mundo sensible, mientras que el alma es inmaterial y es la parte más noble que hay en las personas. Aunque el alma esté lejos de ser perfecta, está ligada a la razón y guarda similitud con el mundo de las Ideas. Platón afirmaba que el cuerpo es una especie de prisión en la que el alma está encerrada, y que las pasiones y los apetitos del cuerpo son responsables de nuestros defectos, alejándonos de la sabiduría y de la felicidad. Para llevar una vida plena y satisfactoria, lo que debemos hacer es cultivar nuestra parte racional, asociada al alma, sin permitir que la parte corporal nos arrastre, lo que nos lleva a una vida ascética.

4.2 La inmortalidad del alma

La superioridad del alma sobre el cuerpo queda muy clara: Al morir el cuerpo se descompone y desaparece, mientras que el alma no perece jamás: es eterna e inmortal. Una prueba, la inmortalidad del alma está ligada a la teoría de la reminiscencia: nuestra alma existió antes que naciera. La simplicidad: El cuerpo es mortal porque está compuesto de diversas partes que se separan tras la muerte. El alma es simple, dimensión inmaterial y racional.

4.3 La teoría de la reencarnación

Creencia en la inmortalidad del alma, conocida como metempsicosis. Inspirándose en los filósofos pitagóricos, Platón creía que nuestra alma pude volver a la vida uniéndose a un nuevo cuerpo, que será noble y bello, si en la vida pasada hemos vivido de manera virtuosa. El proceso se repite, y así volvemos a vivir en nuevos cuerpos cada vez más nobles y perfectos, y al final de muchos ciclos, se limpiará nuestra alma, de todo rastro material. Al final, el alma podrá permanecer para siempre, plena y dichosa, en el mundo de las Ideas al cual verdaderamente aspira.

4.4 Las tres partes del alma (teoría tripartita del alma)

  • Racional: se localiza en la cabeza y está relacionada con el pensamiento. Aprendizaje y valora la racionalidad.
  • Irascible: situada en el pecho, sede de las pasiones y sentimientos nobles.
  • Apetitiva: tiende hacia el bien sensible, está en el vientre, sede de deseos y apetitos corporales, como el ansia de comer. Se dejan arrastrar por sentimientos innobles y de tipo material.

5.1 El intelectualismo moral

La ética de Platón se basa en los planteamientos de Sócrates, donde los valores morales son considerados universales y objetivos. Platón sostiene que el bien y la justicia existen por sí mismos y son iguales para todas las personas en todos los lugares y épocas. Apoya el intelectualismo moral socrático, argumentando que, si alguien actúa incorrectamente, no es por maldad, sino por ignorancia. Según Platón, conocer verdaderamente el bien lleva a actuar correctamente, mientras que aquellos que se comportan mal lo hacen creyendo que obtendrán un beneficio. Sin embargo, Platón reconoce que no todos pueden comprender la Idea del Bien, y considera que el problema de la moralidad se resolverá cuando las personas puedan captar esta Idea y actuar en consecuencia.

5.2. Las virtudes y la justicia

La ética de Platón se basa en la idea de que los valores morales son universales y objetivos, y que el bien y la justicia existen de manera independiente y son iguales para todas las personas en todos los lugares y épocas. Platón apoya la teoría moral intelectualista de Sócrates, que sostiene que si alguien se comporta incorrectamente, no es porque sea malvado, sino por ignorancia. Según Platón, la única forma de comprender verdaderamente el bien es a través de la contemplación de la Idea del Bien, algo que solo pueden lograr aquellos con un alma racional. Para aquellos en quienes domina el alma irascible, aún pueden comportarse moralmente dentro de los límites de su tipo de alma, pero deben esforzarse por desarrollar la virtud de la valentía. Platón creía que cada tipo de alma está asociado con un estilo de vida característico, y que para que una persona sea verdaderamente justa, su alma racional debe controlar las partes irascible y apetitiva. En el diálogo Fedro, Platón utiliza la metáfora de un carro tirado por dos caballos alados para ilustrar la lucha por controlar las pasiones y deseos y ascender al mundo de las Ideas.

6.1 Una realidad imperfecta

Platón sintió un gran interés por la política. Al ser joven Platón, se produce la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso, que supuso el final de la democracia y la instauración de un régimen aristocrático, impuesto por los espartanos. La Tiranía de los Treinta. Actuó el gobierno de forma injusta y despótica. Este régimen fue el que condenó a Sócrates a morir envenenado y Platón se convenció de que la democracia era un sistema equivocado e injusto. Platón llegó a la conclusión que para que un sistema político sea justo, es necesario que decidan quienes en realidad saben qué es lo adecuado y bueno para todos. Trató de diseñar un modelo de sociedad perfecta, encargando el mando del Estado a los más sabios.

6.2 Una ciudad ideal

Platón analiza distintos sistemas políticos en “La República”, considerando la monarquía y la aristocracia como los mejores, siempre y cuando estén dirigidos por líderes sabios. Advierte sobre su tendencia a degenerar en timocracia, plutocracia, democracia manipulada y tiranía. Basándose en su teoría antropológica, Platón sostiene que una sociedad justa es aquella en la que los gobernantes priorizan el bien común. Propone asignar roles sociales según el tipo de alma de cada individuo: los productores se ocupan de actividades materiales, mientras que los gobernantes lideran la ciudad. Su modelo político ideal asigna a cada individuo un lugar en la sociedad según su naturaleza, con la educación desempeñando un papel fundamental en esta asignación. Platón presenta su propuesta como una utopía, describiendo cómo debería organizarse el Estado para lograr una sociedad ideal. Además, aboga por una vigilancia estricta sobre los artistas, ya que cree que su arte puede influir poderosamente en la sociedad y desconfía de aquellos cuyas obras podrían seducir emocionalmente.

7.1 Hacia la armonía de la sociedad perfecta

El mando debe confiarse a los filósofos, ya que ellos son quienes conocen en qué consisten las esencias que forman la verdadera realidad y que deben inspirar nuestra convivencia en sociedad. El buen funcionamiento estará asegurado si los más sabios se encargan de gobernar y supervisar el adecuado ajuste del sistema social. Según Platón una sociedad es justa cuando cada cual hace lo que le corresponde según su tipo de alma.

7.2. La justicia en el individuo y en la sociedad

La justicia es un valor fundamental. Tiene dos dimensiones, la que se refiere al individuo y la que puede aplicarse a la sociedad. Un individuo es justo cuando en él se dan en equilibrio las tres partes del alma. Una sociedad será justa si en ella se establece un equilibrio armónico entre los tres tipos de personas que la componen.

8. La mujer en la antigua Grecia

Platón afirmaba que los hombres y las mujeres tienen las mismas capacidades y que ambos pueden dedicarse a la filosofía y al gobierno por igual, siempre y cuando tengan el alma racional. En Atenas, los únicos ciudadanos de pleno derecho eran los hombres libres mayores de edad. El papel de la mujer centrado en la actividad doméstica y crianza de hijos. En Esparta era algo mejor la situación, ya que la mujer disfrutaba de algo más de autonomía y libertad. En aquella época, muy pocas mujeres podían ser filósofas. Aspasia de Mileto es un ejemplo, aunque nos llega un poco de su obra a través de Platón, en forma de sátiras que parecen confundir a la población ateniense.