La Revolución de 1868 y el Sexenio Democrático en España: Causas, Desarrollo y Consecuencias

La Revolución de 1868: La Gloriosa o La Septembrina

La Revolución de 1868, también conocida como La Gloriosa o La Septembrina, marcó el final del reinado de Isabel II. Le sucedió un periodo de seis años de gran inestabilidad política en los que se desarrollaron distintos modelos políticos. La característica común a todo el periodo fue la búsqueda de un nuevo orden político y social. Tuvo gran protagonismo la pequeña burguesía. A esta etapa se la conoce como Sexenio Revolucionario o Sexenio Democrático, siendo la última etapa de la revolución liberal e intentó ampliar el liberalismo e instaurar la democracia.

La burguesía democrática no consiguió estabilizar un régimen político definido. La regencia, la monarquía democrática de Amadeo de Saboya y la república no pudieron controlar diversos conflictos. El Sexenio fracasó y se impuso de nuevo la monarquía.

Causas de la Revolución de 1868

Las causas que posibilitaron el estallido y triunfo de la revolución fueron:

  1. Crisis económica: Una crisis de subsistencia que provocó problemas de abastecimientos y carestía de precios, junto a una crisis industrial, financiera e internacional que dificultaba la llegada de capital extranjero.
  2. Plano político: Agotamiento del régimen político moderado. Ante la imposibilidad de acceder al poder, el partido progresista, dirigido por Prim, se negó a participar en las elecciones. En la misma posición estaba el partido demócrata. Ambos partidos firmaron el Pacto de Ostende en 1867 con la voluntad de acabar con el moderantismo. El compromiso propuso el fin de la monarquía isabelina y dejar la decisión sobre la nueva forma de gobierno (monarquía o república) en manos de unas Cortes Constituyentes. Más tarde se sumaría la Unión Liberal, con Serrano.
  3. En la preparación de la revolución, los intelectuales jugaron un papel muy importante. Su labor fue la elaboración de una crítica del sistema político, la animación al debate y la dotación de principios políticos y económicos. Destaca Castelar. Hubo un enfrentamiento con el gobierno moderado que desembocó en la Noche de San Daniel.

Ante esta situación, aumentó el descontento popular. En 1868 murió Narváez, sustituido por González Bravo, quien impuso mano dura.

Desarrollo de la Revolución

La Revolución de 1868 se inició en Cádiz cuando Topete se levantó en armas contra el gobierno. Serrano y Prim, con los sublevados, difundieron el manifiesto “España con honra”, donde se proclamaba la expulsión de la reina y el establecimiento de un gobierno provisional. La revolución se extendió con rapidez por toda España sin encontrar apenas resistencia.

El momento decisivo se produjo cuando las tropas sublevadas se enfrentaron a las tropas de la reina y estas últimas fueron derrotadas. Tras esto, Isabel II abandonó el trono y se marchó a Francia.

Hubo una dualidad de poderes: por un lado, estaban las juntas revolucionarias que reclamaban medidas de democratización política y reformas socioeconómicas; y por otro lado, el gobierno provisional de Serrano y Prim. La mayor novedad fue que las Cortes Constituyentes se harían por sufragio universal directo por primera vez en España.

El Gobierno Provisional (1869-1870) y la Constitución de 1869

La Constitución de 1869 es la más progresista de las promulgadas hasta entonces y recogía los principios del liberalismo democrático. Fue la primera constitución democrática. Entre los puntos más significativos podemos señalar:

  1. Amplia relación de derechos individuales.
  2. Se establece la soberanía nacional y el sufragio universal masculino para mayores de 25 años.
  3. La separación de poderes, con predominio del legislativo sobre el ejecutivo. El poder residía en las Cortes, que eran bicamerales (Congreso y Senado), elegidas por sufragio universal. El ejecutivo recaía en el rey, pero no gobernaba, y el judicial en manos de tribunales independientes.
  4. La Constitución también regulaba los ayuntamientos y diputaciones, así como la Hacienda y el ejército.

Proclamada la Constitución y con el trono vacante, se estableció una regencia con Serrano, mientras Prim era presidente del gobierno. Los principales cambios se refirieron a la economía. Cabe destacar la supresión de los consumos y su sustitución por una contribución personal.

Se puso en circulación la peseta. El problema más grave era el caótico estado de la Hacienda y la grave crisis de los ferrocarriles.

Finalmente, se optó por adoptar una política de liberación comercial a la que se opusieron los industriales catalanes. Por otro lado, la Constitución de 1869 frustró algunas aspiraciones, disgustó a los republicanos, a los sectores radicales, a campesinos, jornaleros y trabajadores de las fábricas, que no veían mejorar su situación.

El Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)

La Constitución de 1869 definía a España como un reino, pero no había rey. Desechados los candidatos españoles, había que buscarlos en las cortes europeas. Sería elegido Amadeo de Saboya, que tenía una concepción democrática de la monarquía progresista y católica. Prim era su mayor apoyo, pero unos días antes de que llegara, fue asesinado. Amadeo juró la Constitución el 2 de enero de 1871, siendo proclamado rey. Contó con escasos apoyos. Su breve reinado se caracterizó por la inestabilidad y la oposición política. Contó con la oposición de los moderados, entre los que destaca Cánovas del Castillo. Por su parte, los carlistas volvieron a optar por las armas en la Tercera Guerra Carlista, que terminó con la derrota carlista en mayo.