Evolución de la Literatura Española en el Siglo XIX

La Literatura Española en el Siglo XIX

El Romanticismo

Dentro de la poesía romántica podemos distinguir: poesía narrativa y lírica. La narrativa trata asuntos histórico-legendarios o exóticos. Entre los grandes poemas: El moro expósito del Duque de Rivas, o los poemas simbólicos El diablo mundo y El estudiante de Salamanca de Espronceda. En los poemas narrativos breves predomina el romance, como los Romances históricos del Duque de Rivas; o las leyendas populares o históricas como las de José Zorrilla.

La poesía lírica está impregnada de subjetivismo y sentimentalismo. Predominan los temas íntimos, como el amor, la naturaleza… Pero también los temas grandiosos, como la lucha por la libertad o el amor patrio. Se pueden distinguir:

  • Los líricos propiamente románticos (1840 – 1850) que componen una poesía exaltada y con exceso de retórica. Carolina Coronado, Gil Carrasco, Espronceda (Canción del pirata).
  • Líricos posrománticos o románticos rezagados que hacen una poesía más intimista y esencial. Destacan Bécquer y Rosalía de Castro.

Bécquer es el poeta más influyente del siglo XIX, gracias a sus Rimas (1871). Las Rimas, además de ser una historia de amor, expresan las inquietudes esenciales del ser humano. Sus poemas, la mayoría breves, con un estilo sencillo, más natural y menos recargado retóricamente que el de los románticos exaltados. Es perceptible la influencia de los Lieder y poemas de Heine. Las leyendas becquerianas, en prosa, presentan rasgos románticos.

Rosalía de Castro fue la precursora del Rexurdimento gallego. En las orillas del Sar y Follas novas.

En la prosa romántica podemos distinguir la novela y los cuadros de costumbres. La novela experimentó un gran auge. Destacan las novelas históricas ambientadas en la Edad Media. Destacan las de Larra (El doncel de Don Enrique el Doliente) y Espronceda (Sancho Saldaña). En 1845, ya bajo la influencia realista, surge la novela social.

Los cuadros de costumbres son cuadros satírico-descriptivos que intentan reflejar, más o menos críticamente, la vida cotidiana. Destacan las Escenas matritenses y las Escenas andaluzas. Por otro lado, Mariano José de Larra representa el costumbrismo crítico. Sus artículos se pueden agrupar en artículos políticos, artículos literarios y artículos de costumbres, donde critica todo aquello que frena el progreso de España. El café, El castellano viejo. Su estilo es sencillo, pero elaborado.

El Teatro Romántico

Muerto Fernando VII en 1833, se impuso en España el teatro romántico. Se inició con el estreno de La conjuración de Venecia. Ese mismo año, Larra estrenó Macías. Pero el gran triunfo no llegó hasta el estreno en 1835 de Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas. A partir de ese momento triunfan obras como El trovador, Los amantes de Teruel, Don Juan Tenorio (1844, José Zorrilla, mayor éxito del siglo XIX). El drama romántico se caracteriza porque impera la libertad creativa, rompe con las normas neoclásicas, la aparición del héroe romántico y de lugares exóticos, ruinas… La intención de este teatro es conmover. La comedia queda relegada a un segundo plano. Manuel Bretón de los Herreros (Muérete ¡y ya verás!) y Ventura de la Vega (El hombre de mundo).

Realismo y Naturalismo

Durante la segunda mitad del siglo XIX se impuso el Realismo y el Naturalismo. El Realismo concibe el arte y la literatura como espejos de la realidad contemporánea. Se caracteriza por tener una visión crítica pero objetiva de la realidad, el narrador describe la realidad tal como la ve. Los temas suelen ser los problemas intrínsecos de la burguesía o bien las relaciones y conflictos entre esta y las otras clases. Se sustituyen los excesos retóricos por un lenguaje sobrio, preciso y más sencillo.

Hacia 1870, el escritor francés Émile Zola designa con el término Naturalismo una nueva corriente literaria, que se caracteriza por que la novela se considera como método científico para conocer al ser humano y a la sociedad, y porque el objetivismo es más radical y hay un mayor detalle descriptivo.

Dentro del Realismo surgen dos tendencias:

  • El Realismo progresista que describe la sociedad de forma más cruda y con mayor intención crítica. Clarín, Galdós
  • El Realismo tradicionalista que idealiza las costumbres y ambientes. Juan Valera (Pepita Jiménez), Pereda (Sotileza)…

Galdós escribió Episodios Nacionales (nuestra historia nacional) (El 2 de mayo, Zaragoza…) y novelas largas:

  • Novelas españolas de la 1ª época (años 70): novelas de tesis como Doña Perfecta o Gloria.
  • Novelas españolas contemporáneas (años 80): reflejan la complejidad de la sociedad española de su época. La desheredada, Miau (1888) y Fortunata y Jacinta.
  • Novelas espirituales (años 90): suponen una inmersión de lo espiritual en el mundo realista. Misericordia.

Clarín: cuentos (¡Adiós, Cordera!), novelas cortas (Doña Berta, Pipá) y su gran novela La Regenta (1885-1886).

El Naturalismo en España

Los postulados de Zola no fueron asumidos plenamente en España. Emilia Pardo Bazán: La cuestión palpitante y La Tribuna. Vicente Blasco Ibáñez: La barraca y Cañas y barro.

La Poesía Realista

La poesía realista se volverá más prosaica, rebajando el tono retórico. La poesía propiamente realista surge como reacción a la actitud romántica ante la vida. Se torna, pues, a lo racional y a lo objetivo. Ramón de Campoamor: Doloras, Humoradas y Gaspar Núñez de Arce: Gritos de combate.

El Teatro Realista

Respecto al teatro, se puede distinguir un subgénero propiamente realista que es la alta comedia donde destacan: Adelardo López de Ayala (Consuelo), Manuel Tamayo y Baus (Un drama nuevo) y José Echegaray (El gran Galeoto). También podemos encontrar drama rural como Feliú y Codina en La Dolores; drama social como Juan José de Joaquín Dicenta y el teatro galdosiano, su mayor éxito fue en 1901 con Electra.