Modernización Económica, Social y Política
En el tránsito del siglo XIX al XX se produjeron avances en la modernización económica, social, política, demográfica y cultural de España. El desarrollo y las transformaciones económicas fueron evidentes. Entre 1874 y 1914, la renta per cápita española creció un 60% y tanto la expansión industrial como la ferroviaria prosiguieron a buen ritmo. Desde el punto de vista político, se amplió el derecho de voto con el reconocimiento del sufragio universal y se consolidó el libre ejercicio de las libertades individuales.
Dinamismo Social y Movilización Ciudadana
El aumento de las clases medias y la expansión de las ciudades -Madrid superó los 500.000 habitantes y la población de Bilbao pasó de 30.000 a 85.000- fueron muestras del dinamismo social durante “La Restauración”. Se incrementó la intensidad de la movilización de los ciudadanos, que comenzaron a agruparse a fin de alcanzar sus reivindicaciones de carácter colectivo mediante la creación y participación en sindicatos obreros, organizaciones patronales, asociaciones feministas, ligas de agricultores, cámaras de comerciantes, clubes deportivos y organizaciones recreativas o culturales.
El Desastre del 98 y el Regeneracionismo
El desastre del 98 desarrolló un sentimiento pesimista, que provenía de la derrota militar y el desprestigio internacional, de la incapacidad de encontrar soluciones, de la falta de credibilidad en las instituciones. El regeneracionismo y la generación del 98 vieron la necesidad de revisar el pasado, y desarrollar un nuevo futuro. Era necesario modernizar y europeizar España.
Desequilibrios en la Modernización Educativa
El proceso de modernización presentó desequilibrios, fallos y retrasos con respecto a otros países. Los fracasos fueron muy evidentes desde el punto de vista educativo. En 1900, el 65% de los españoles eran analfabetos y, en esa misma fecha, el dinero dedicado a la enseñanza pública por el Estado español era inferior al desembolsado para el mismo fin por el ayuntamiento de la ciudad de París. Entonces, el 35% de los niños españoles estudiaban en colegios católicos y la subvención económica estatal anual destinada al clero era cinco veces superior a los gastos educativos del Estado español (y equivalente a las inversiones totales en obras públicas). Fue necesario esperar hasta 1901 para que Romanones decidiera incluir los pagos de salarios a los maestros de escuela en los presupuestos del Estado, de manera que los gastos educativos pasaron del 1% al 4% del presupuesto público anual. A fines de siglo, solo había 18.000 alumnos universitarios en toda España y menos de 30.000 en secundaria.
Diferenciación entre Zonas Agrarias y Ciudades hacia 1930
Hacia 1930 se ha producido una clara diferenciación entre las zonas agrarias y las ciudades. Entre el campesinado español el analfabetismo, la dureza del trabajo y el hambre chocan con el ocio y la inquietud cultural. La incomunicación permanece. Los tendidos eléctricos solo llegan a los núcleos medianos, y únicamente en algunos cafés de las ciudades de provincia hay a veces un teléfono o un aparato de radio.
La Vida en las Capitales
Muy distinta es la vida de las capitales. En 1930, Madrid y Barcelona rondan el millón de habitantes, y otras ocho ciudades superan los 100.000: Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Bilbao, Murcia, Granada y Córdoba. El crecimiento se ha debido al desarrollo industrial, con la aparición de barrios sin condiciones de habitabilidad, y el desarrollo de los ensanches. El aumento de población es simultáneo a la difusión de la información, la multiplicación de medios de transporte, la aceleración del ritmo de vida, etc. Aparecen los tranvías eléctricos. Se extiende la electrificación. Al terminar la década de 1920 había ya muchas casas en las grandes ciudades que tenían agua corriente, pero pocas contaban con un cuarto de baño moderno. Otros inventos de más difusión: las máquinas de escribir, las máquinas de coser. Aparecen también el termo, el colchón de muelles, etc. El teléfono adquiere gran difusión. El otro gran invento del siglo, el automóvil, tuvo una repercusión muy limitada. Más rápida fue la difusión de compañías de transporte por carretera, que usaban vehículos de más de 20 asientos. Los años de la Gran Guerra abarataron la producción y multiplicaron el número de coches.
El Cine y la Prensa
Otra de las novedades que revolucionó la vida de los españoles fue el cine. Su bajo precio lo convirtió en una de las distracciones favoritas de las clases medias y populares urbanas, y pronto, gracias a los noticiarios, en un medio de información suplementario. La aparición del sonoro, en 1928, acabaría por consagrar su éxito. También proliferan los medios de prensa modernos y las revistas ilustradas.
La Radio
La radio llegó más tarde. La primera estación española fue abierta en Barcelona en 1924. Empezaban a llegar noticiarios y, ya en los años 30, mítines políticos, conciertos, etc.
Los Felices Años Veinte y el Feminismo
Los llamados felices años veinte lo fueron para una parte de la sociedad, pero trajeron consigo algunos cambios significativos que afectaron a la mentalidad y a los hábitos de todos los españoles. Un pequeño número de mujeres abría paso al futuro: ya en 1910 obtuvieron el libre acceso a la universidad; en 1924 la dictadura concedió el voto en las elecciones municipales a las mujeres mayores de 23 años que fueran independientes; y durante los años 20 surgieron revistas, asociaciones y clubes de mujeres que comenzaron a difundir el ideario feminista.
El Krausismo y la Institución Libre de Enseñanza
En la segunda mitad del siglo XIX y durante los tres primeros decenios del siglo XX se extendió el krausismo. Entre los seguidores de esta corriente intelectual se encontraban Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío. Algunas de las iniciativas surgidas en el seno del krausismo fueron la creación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), el Centro de Estudios Históricos (1910) y la Residencia de Estudiantes, que fue fundada en 1910 con la intención de mejorar la educación de una selecta minoría de alumnos brillantes.
El Positivismo Cientificista
Hacia 1875, comenzó la introducción del positivismo cientificista y materialista en determinados medios intelectuales minoritarios. Darwin fue nombrado en 1877 profesor honorario de la Institución Libre de Enseñanza, institución que se oponía a los dogmas religiosos.