El Cogito y el Criterio de Verdad
En Reglas para la dirección del espíritu, Descartes se propone fundamentar filosóficamente el método. El punto de partida de la fundamentación filosófica del método será poner en duda que este pueda alcanzar la verdad indubitable. No es una duda escéptica, no niega toda posibilidad del conocimiento, sino metódica, porque es el punto de partida de una investigación, y voluntaria, porque se quiere dudar de forma radical para ver si de esta forma se consigue alcanzar una verdad. La <> es la duda acerca de la posibilidad de alcanzar la verdad. Surge cuando, tras analizar los conocimientos, llega a la conclusión de que no hay ninguno indubitable. La duda alcanza:
- Las ideas empíricas: tienen su origen en los sentidos, que nos engañan. Debemos dudar de que las cosas sean como las percibimos; debemos dudar de las ideas empíricas.
- La existencia de un mundo extramental, un mundo exterior, porque no es posible distinguir el sueño de la vigilia. Hay sueños que sentimos como reales y sólo descubrimos que no lo son al despertar. Podemos pensar que estamos dormidos y que las percepciones son representaciones del sueño. Hemos de dudar del mundo que nos rodea, incluido nuestro propio cuerpo.
- Las ideas matemáticas, es decir, la razón misma, porque puedo equivocarme al razonar, como le ocurre a muchos, o porque puede haber un Dios engañador que me engaña.
Pese a llevar la duda hasta el punto extremo de dudar de la razón misma, encuentra una verdad indubitable: para dudar ha de pensar, y si piensa, existe: <<cogito ergo sum>> (pienso, luego existo). La primera certeza que Descartes alcanza es la existencia del sujeto que piensa: pienso, luego existo. El cogito ergo sum es una verdad inmediata conocida mediante la intuición. El cogito se capta de forma inmediata, pues hay una relación necesaria entre pensar y ser. Esta primera verdad es evidente porque es clara y distinta, convirtiéndose en el punto de apoyo sobre el que edificar la filosofía como ciencia. También aporta conocimiento sobre el yo. Como el cuerpo se ha puesto en duda, sólo se puede decir que el yo es pensamiento. Descartes la va a considerar su criterio general de certeza: las cosas que percibimos muy clara y distintamente son todas verdaderas. El cogito no sólo es lo que yo soy, sino también un criterio de certeza. Es una verdad ontológica y gnoseológica. Queda fundamentada la primera regla del método (una idea es verdadera si es clara y distinta) en el proceder riguroso de la razón.
Descartes elabora una filosofía en la que el <> es la primera certeza y el punto de partida de la investigación filosófica. El ser de las cosas, para la filosofía medieval, es Dios como principio de todo. Para la Filosofía Moderna de Descartes es el hombre, entendido como <> pensante, sujeto pensante o conciencia. Descartes no puede evitar preguntarse por el fundamento del proceder de la razón que ha dado lugar al cogito. La respuesta a esta cuestión la encontrará en la idea clara y distinta de Dios.
La noción de certeza en Descartes está en relación con las nociones de ciencia y método. Para Descartes, el rasgo fundamental de la ciencia es la certeza, la imposibilidad absoluta de dudar. De ahí que las dos únicas ciencias ciertas para Descartes sean la Aritmética y la Geometría, porque en ellas se experimenta la certeza. A su vez, al analizar el proceder de los matemáticos, obtendrá las reglas del método. No es un método cualquiera, sino aquel que se funda en la estructura o proceder mismo de la razón, la cual tiene dos procedimientos: la intuición y la deducción.
- La intuición es aquel acto de la razón mediante el cual captamos inmediatamente una idea tan clara y distintamente que no nos cabe de ella la menor duda. A estos conceptos o ideas, Descartes los llama <<naturalezas simples>>, y son la figura, la extensión y el movimiento, a partir de los cuales se compone todo lo demás. Intuimos una idea cuando es clara y distinta, y entonces decimos que es evidente. Este será el criterio de certeza: la evidencia, la claridad y la distinción.
- La deducción nos da la certeza de aquel pensamiento del que no podemos tener una intuición clara y distinta, porque no podemos percibir todos los pasos del razonamiento. La intuición nos da la certeza de cada uno de los pasos, pero la certeza global viene dada por la deducción, que se apoya en la memoria. A la intuición le garantiza la certeza la percepción clara y distinta, y a la deducción, la memoria.
El método se funda en el proceder de la razón; sus reglas deben estar ligadas a la intuición y a la deducción. Descartes define el método como reglas ciertas y fáciles cuya rigurosa observación impide que se suponga verdadero lo falso, y hace que la inteligencia llegue al verdadero conocimiento de todo lo que es capaz. El método es un conjunto de reglas sencillas y fáciles que aseguran la verdad (= certeza). En el Discurso del método, las reglas quedan reducidas a cuatro; las dos primeras están en relación con la intuición y las dos segundas, con la deducción:
- Regla de la evidencia: no admitir como verdadera cosa alguna que no supiese con evidencia que lo es, evitar la precipitación. Esta regla establece que el criterio de certeza es la <>, la <>, y que hay que evitar tomar por verdadero lo que es falso.
- Regla del análisis: dividir las dificultades que examinare en tantas partes como fuere posible para su mejor solución. Esta regla trata de hacer posible la intuición.
- Regla de la síntesis: ordenar mis pensamientos empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo hasta el conocimiento de los más compuestos. Esta regla establece que hay que poner en juego la deducción a partir de lo <>, siguiendo un orden riguroso.
- Regla de la enumeración: hacer unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada. La deducción se apoya en la memoria; esta regla establece que hay que hacer revisiones generales que nos aseguren la verdad de la conclusión.
Descartes reduce su método a estas cuatro reglas para dejar claro que <>, para que el método pudiese ser comprendido y para dar unidad metodológica a los diversos ensayos. Este método es el que, desde siempre, se ha aplicado en las matemáticas, y será igual de eficaz si se aplica a la totalidad del saber, si se aplica a todos los objetos del conocimiento humano. Las cuatro reglas del método son tan generales que pueden ser utilizadas en diversos contextos. La ciencia es una y la misma, aunque se ocupe de diferentes objetos, porque su unidad viene determinada por la unidad del entendimiento, cuyo proceder riguroso queda expresado en el método. Al plantear la unidad de la ciencia, retoma la concepción del saber de los filósofos griegos, según la cual la sabiduría no es acumulación de conocimientos, sino regirse por principios.
Las Demostraciones de la Existencia de Dios
Descartes, debido a la duda metódica, ha prescindido de los sentidos y del mundo exterior, lo que le ha llevado a quedarse encerrado dentro de sí mismo, y una vez ahí, ha conseguido encontrar una verdad (<>). Ahora va a intentar buscarle un fundamento al proceder de su razón por el que ha llegado a esa verdad. Y lo va a intentar estando encerrado en sí mismo. El plan que se traza es el de analizar las ideas que encuentra en el interior de su propia razón, para ver si entre ellas hay una que, sin dejar de ser idea, implique la existencia de una realidad exterior al yo capaz de justificar el criterio de certeza. Esta idea será la idea de Dios.
Comienza analizando el origen de las ideas que hay en él, para ver si alguna de ellas le permite, sin lugar a dudas, afirmar la existencia de una realidad exterior a él que le haya producido dichas ideas. Distingue tres tipos de ideas:
- Innatas: han nacido con él.
- Adventicias: que le han venido de fuera.
- Facticias: las que produce la mente por combinación de las dos anteriores.
De los tres tipos de ideas, sólo el segundo puede llevarle fuera de él, pero lo desestima porque, dado que los sentidos lo engañan, su propia razón podría haberlas producido. Sigue, pues, encerrado dentro de sí mismo. A continuación, analiza las ideas que encuentra en él desde el punto de vista de su contenido o realidad objetiva, y descubre que las ideas que representan sustancias tienen más realidad que las que representan accidentes o modos. Y entre las ideas de sustancia, hay una, la idea de Dios, que tiene en sí más realidad objetiva que aquellas otras que representan sustancias finitas. Será esta idea la que le lleve a salir fuera de su propia razón y encontrar el fundamento del proceder riguroso de esta.
Tres Demostraciones de la Existencia de Dios
Primera Demostración: Origen de la Idea de Perfección
Tengo la idea de Dios como la del ser perfecto. La causa de algo tiene que ser tan perfecta o más que lo causado. Como yo no soy perfecto, no puedo ser la causa de la idea que tengo de Dios. Luego, la causa de esta idea tiene que ser un ser perfecto: <>. Al que hemos considerado perfecto, existe y es la causa de esta idea.
Segunda Demostración: Origen de las Perfecciones que Yo Poseo
Tengo la idea de que, siendo imperfecto, poseo algunas perfecciones. Sólo un ser perfecto puede tener todas las perfecciones y darlas a otro. Si yo fuera un ser independiente, llegaría a poseer todas las perfecciones, pero es evidente que no las poseo. Dependo de otro ser perfecto que me ha dado mis perfecciones: <>. Dios, al que hemos considerado como el ser perfecto y que es la causa de mis perfecciones, existe.
Tercera Demostración: Implicación Fundamental de la Idea de Dios
En la consideración de la idea del ser perfecto está comprendida la existencia del mismo (la existencia pertenece a la esencia del ser perfecto): yo tengo la idea del ser perfecto, luego Dios, que es perfecto, existe. Esta demostración es el <> de San Anselmo.
Una vez demostrada la existencia de Dios por medio de estas tres pruebas, queda garantizado el proceder riguroso de la razón, pues Dios, al que he llegado por una idea clara y distinta, es un ser perfecto que no me engaña cuando pienso clara y distintamente. Dios garantiza mis perfecciones. En ningún caso, Dios es la causa de nuestros errores, sino nosotros, <>, ya que dudamos. En nosotros hay dos modos de pensar: la percepción (u operación del entendimiento) y la volición. Y de ellas, la voluntad, que es más amplia que la razón. La voluntad es el origen de nuestros errores, y el que mi voluntad me haga equivocarme no hay que entenderlo como imperfección de Dios, sino de mí, que hago mal uso de la libertad que él me ha dado.
Descartes, por la <>, se había quedado encerrado dentro de sí mismo, pero con una idea clara y distinta (<<pienso, luego existo>>). También encuentra en él otra idea clara y distinta, la idea de Dios, gracias a la cual consigue salir fuera de él y afirmar la existencia de otra realidad distinta de él, que le garantiza la verdad de toda idea clara y distinta. Descartes sabe con absoluta certeza que él existe como cosa pensante, que Dios existe como ser perfecto y que es la garantía de sus certezas. Pero aún quedan por resolver dos dudas:
- ¿Existen las cosas materiales realmente?
- Y si existen, ¿son tal y como las percibimos por los sentidos?
La Cuestión del Mundo Exterior
En el Discurso del Método, Descartes se plantea la cuestión del mundo exterior con la siguiente pregunta: ¿los pensamientos que tenemos dormidos son más falsos que los que tenemos despiertos? Las ideas que nos formamos estando despiertos a partir de la imaginación y de los sentidos, aunque la razón no sabe con certeza si son verdaderas, sí sabe que <<deben tener algún fundamento de verdad; pues no sería posible que Dios, que es sumamente perfecto y veraz, las hubiera puesto en nosotros sin tal fundamento>>. Las ideas que nos formamos estando dormidos carecen de <>. Dios me asegura que hay una realidad exterior a mí, porque en mí hay ideas que me llevan a pensar que tienen su fundamento en tal realidad.
En las Meditaciones Metafísicas, Descartes se plantea la cuestión del mundo exterior y afirma que en él hay una facultad pasiva de sentir y que en algún lado tendrá que estar la causa de las sensaciones que se producen en él. ¿Es él la causa? No, porque él es una cosa que piensa y las sensaciones, cuando las tiene, no van precedidas de pensamientos. ¿Es Dios la causa? No, porque Dios no le ha dado ninguna facultad que le lleve a conocer que provienen de él. ¿De dónde provienen entonces las sensaciones? Tienen que venir de las cosas corporales; así es como Dios me lo ha hecho creer, y Dios no engaña. Descartes afirma que hay un mundo externo de cosas corporales que provocan en él sensaciones, no porque él lo sepa, sino porque ha recibido de Dios <>>.
Idealismo vs. Realismo
La filosofía de Descartes es una filosofía del conocimiento idealista; pretende conocer una realidad, la realidad externa, cuya existencia carece de fundamento racional. Lo mismo cabe decir de la filosofía empirista inglesa, que deja al sujeto pensante preso en su intimidad sin poder ir más allá de sus sentidos. Este idealismo contrasta con el realismo de la Filosofía Antigua y Medieval, para las cuales la realidad no hay que justificarla filosóficamente, porque dan por supuesto que está ya ahí antes de que el sujeto se ponga a conocerla.
Última Cuestión: Percepción Sensorial
Quedaría la última cuestión: ¿las cosas son tal y como las percibimos por los sentidos? Descartes responde que sí, que las cosas materiales son como las percibimos cuando lo que percibimos en ellas es claro y distinto, tiene que ver con la extensión y el movimiento. Llegado a este punto, Descartes está en condiciones de afirmar que no sólo tiene alma, sino que también tiene cuerpo. Un cuerpo y un alma que, aun siendo distintos, están estrechamente unidos.