Evolución Política de Al-Ándalus: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba
La conquista de la península comienza en el 711 cuando, a raíz de los conflictos entre los partidarios de don Rodrigo y los witizanos (monarquía electiva), éstos piden ayuda a Tarik quien cruza junto a 7.000 bereberes el Estrecho. Don Rodrigo es derrotado en la batalla de Guadalete y aprovechan el vacío de poder para ocupar la Península. Más que una conquista en muchas ocasiones se trató de una ocupación: amplias regiones se encontraban deshabitadas, se controlaban únicamente los puntos estratégicos o simplemente se firmaban tratados con los dirigentes hispanogodos (Teodomiro) a cambio de no llegar a las armas. La conquista de la península finaliza así hacia el 714 siendo Tarik, Musa y Abd-el-Aziz los encargados de de organizar el reparto de tierras. En el 722 se da la batalla de Covadonga que supone el inicio de la resistencia cristiana. En el 732 la penetración de los musulmanes por Europa es frenada por los francos en la batalla de Poitiers, por lo que se replegarán al territorio peninsular. Encontramos diversos pueblos invasores como los árabes (se quedaron con las mejores tierras de Andalucía), los sirios (se asentaron en las tierras granadinas), los egipcios (ocuparon las tierras murcianas), y por último, los bereberes (se instalaron en las peores tierras del centro y noroeste, lo que produjo que, cuando llegue la hambruna, dejaran despobladas esas tierras). Del 711 hasta el 756 Al-Ándalus será un emirato dependiente del califato de Damasco en el que se van a suceder hasta veintitrés gobernadores. Abd-al Rahman, único omeya superviviente de la matanza que los abassíes realizan en Damasco, desembarca en Almuñécar en el 756 y se hace con el poder en Córdoba. Surge ahora el emirato independiente (756-929), es decir, se rompen los lazos políticos con Bagdad, aunque no los religiosos. Durante esta etapa se produce la organización y consolidación del poder musulmán en la península que va a adoptar el modelo oriental de la corte de Damasco y se apoyará en un potente ejército mercenario. Además, se produce la islamización, apareciendo así los muladíes (conversos) y mozárabes (fieles al Cristianismo). Se sucederán los emires (Hixam I, Al-Hakam I, Abd-al Rahman II, Muhammad I…), y en conjunto es un periodo de inestabilidad interna como lo demuestran las revueltas del Arrabal de Córdoba (818), los levantamientos mozárabes y la rebelión de Omar ibn Hafsún. La reconquista finalmente gana terreno. Tras subir al trono Abd-al Rahman III, en el 912, se encuentra con más problemas, además de los anteriores: continúa el avance cristiano y aparece la secta fatimí en el norte de África. Abd-al Rahman III se autoproclama califa (poder religioso y político), apareciendo así el califato independiente de Córdoba (929-1031). Fue la época de mayor esplendor musulmán. Se logró Historia de España SB 2 reconquistar el terreno perdido, ganar amplio prestigio internacional (Bizancio, Imperio Germánico…), obtener la estabilidad interna y alcanzar un auge económico. Al califato de Al-Hakam II, de enorme desarrollo cultural, le sucederá el de Hixam II. En él, el gobierno efectivo pasará a manos de su hachib, Almanzor, quien se convertirá en el azote de los cristianos del norte (Santiago, Barcelona…). Con la muerte de Almanzor en 1002 se producirá una división interna (fitna) que culminará cuando Hixam III sea expulsado de Córdoba por una junta de notables. Cada gobernador de las provincias del califato se consideró entonces hachib de su territorio, naciendo así veintitrés nuevos reinos: los Reinos Taifas o de banderías (1031).
Al-Ándalus: La Crisis del Siglo XI. Reinos de Taifas e Imperios Norteafricanos
Con el desmoronamiento del Califato, Al-Andalus se divide en veintitrés reinos de taifas (o de banderías), y permanece en esta situación desde 1031 hasta 1086. Básicamente, se pueden agrupar en tres grupos según la etnia de su gobernante: los andalusíes (Sevilla o Córdoba), los bereberes (Granada o Málaga) y los eslavos (Almería o Valencia). Esta fragmentación condujo a Al-Ándalus hacia una debilidad política y militar (pero no cultural), logrando sobrevivir por la compra de su libertad a través de tributos (parias) que pagaban regularmente a los cristianos (se cambian así las tornas con lo que acontecía anteriormente, en la etapa califal). Esta situación de los nuevos reinos musulmanes hizo posible el avance de la reconquista: en 1085 Alfonso VI llega a Toledo. Por ello, algunos reinos taifas como el de Sevilla piden ayuda a Yusuf, general de los almorávides quien llega a la península y vence a los castellanos en Sagrajas en 1086. La repentina muerte de su hijo hace que Yusuf vuelva a África. Pero los almorávides (o consagrados a Alá), grupo de radicales musulmanes, retornan a la Península y consiguen reunifican Al-Ándalus. Al éxito frente a los cristianos que tuvieron en Uclés (1090) seguirá su gran fracaso: Alfonso I el Batallador, rey de Navarra y Aragón, consiguió conquistar Zaragoza (1118), lo que provocó que su poder se tambaleara hasta su desaparición hacia 1145. Surgen los segundos reinos de taifas, que serán de nuevo reunificados cuando una nueva secta musulmana, los almohades (o unitarios), entren en la península en 1146. Establecieron la capital en Sevilla. Con la victoria en la batalla de Alarcos (1195) frenan el avance cristiano hasta que su derrota en las Navas de Tolosa (1212) produjo el colapso del poder islámico en Al-Ándalus. La rápida conquista cristiana del valle del Guadalquivir y del sureste dejó lugar tan sólo para el reino nazarí de Granada, que estuvo apoyado por los benimerines. Consiguió subsistir hasta 1492, año en que fue conquistado por los Reyes Católicos.
Al-Ándalus: Organización Económica y Social
La economía de Al-Ándalus se basaba fundamentalmente en la agricultura que se centró en los latifundios de secano (cereales, higo, olivo) y en la introducción de nuevos sistemas de regadío (acequia y noria). Se impulsaron nuevos cultivos como el arroz, los cítricos, el algodón, el azafrán o la caña de azúcar. La ganadería no era un sector de importancia, salvo en lo referente a los caballos (destinados al ejército) y al ganado ovino. La cría porcina descendió drásticamente por las prohibiciones religiosas. La industria se redujo a la producción de telas, papel, armas, cerámica… destinada tanto al comercio interior (zocos y bazares) como al exterior (Europa y resto del mundo). La actividad comercial se vio favorecida por la acuñación de monedas (dinar, dírhem) y por la situación estratégica de la península, nexo entre África, Europa y Oriente: se exportaban productos agrícolas, minerales y tejidos, y se importaban especias, pieles, esclavos, armas, oro, marfil, productos de lujo… La sociedad de Al-Ándalus poseía una gran variedad étnica: árabes (poseedores de tierras), bereberes (ganaderos principalmente), judíos (profesiones liberales), eslavos (mercenarios o esclavos), muladíes y mozárabes. Los árabes (por nobleza de sangre) y los altos cargos militares y administrativos se encuentran en el grupo nobiliario; la burguesía urbana estaba formada por los pequeños comerciantes y funcionarios; la plebe urbana es la mano de obra en las ciudades (son los que hacen las revueltas) y por último los muladíes y los esclavos (estos dos últimos son los que peor vivían en aquella época). Aunque la mayor parte de la población era rural, hubo, al contrario de lo que ocurría en el resto de Europa por aquel tiempo, importantes ciudades como Córdoba (más de 100.000 habitantes), Sevilla, Toledo, Zaragoza, Valencia.