La Idea del Bien en la Filosofía Platónica: Esencia, Conocimiento e Impacto Político

La Idea del Bien en la filosofía de Platón

¿Qué es el bien? O, mejor dicho, ¿qué es el “Bien en sí”? Nosotros tenemos una ligera noción de lo que en nuestro mundo son las cosas buenas, pero esta, dirá Platón, es una opinión demasiado subjetiva para poder tomarla en consideración; Platón irá más allá en la descripción de lo que es el bien, a la cual titulará “Idea del Bien”, o el Bien en sí. Cabe destacar, por tanto, que nuestra concepción de lo que es el Bien difiere enormemente con la de Platón, siendo la nuestra una perspectiva puramente sensible. Por otro lado, ¿qué es lo que Platón llama “Idea”?, ¿pertenece, a diferencia de nuestra opinión, al mundo inteligible?, ¿pertenece a este mundo la verdad, aquello que verdaderamente explica lo que es la realidad en sí? En esta redacción intentaremos dar respuesta a estas cuestiones para, después, aplicar esta definición de Idea a lo que sería la Idea de Bien según Platón. ¿Cuál sería entonces la finalidad de esta en el mundo sensible? ¿Cuál es el efecto que su conocimiento produce en una persona? Platón da una clara contestación al respecto, además de mostrarnos el estrecho vínculo que debe haber entre el Bien en sí y la política. En las siguientes líneas explicaremos detalladamente estos conceptos.

En el capítulo XVI de “La República”, Platón aborda, por fin, la esperada cuestión: ¿qué es el Bien en sí? Hasta el momento había hablado de los buenos gobernantes, del modo en que deben ser educados y de la necesidad de que la Idea del Bien formase parte de su conocimiento, pero sin centrarse demasiado en la definición de esta. Antes de intentar definir lo que Platón nos expone en el capítulo XVI, definamos qué es una Idea. No podemos atribuir este concepto a lo que hoy entendemos por “idea”, pues no tienen mucho en común. Una Idea o Forma es aquella realidad no material, eterna e inmutable, que construye el objeto del verdadero conocimiento. Según Platón, si existe una verdad absoluta, y él está convencido de que existe, deben encontrarse ciertas realidades que no cambien, que permanezcan eternamente estables; por ello estas realidades no pueden pertenecer al mundo sensible y cambiante en el que nosotros vivimos, y con el cual establecemos el contacto más directo. Con esto Platón llegó a formular la Teoría de las Ideas: afirma la existencia de estas realidades eternas, inmateriales, separadas del mundo físico, no accesibles a los sentidos pero sí a la inteligencia, e independientes de las cosas sensibles y de las opiniones humanas. Las Ideas son, además, paradigmas o modelos perfectos e ideales que constituyen las esencias de las cosas sensibles y son imitadas por estas de forma imperfecta. ¿Qué significa esto último? ¿Qué es la esencia de las cosas? La esencia según Platón es aquello que todo objeto posee, que le hace ser lo que es y que se halla presente en todos los individuos de su misma clase o género. Para dar forma a esta teoría se inspiró principalmente en Sócrates, su maestro, sin el cual no podría haber descubierto la existencia de esas Ideas, a las que su mentor llamó “definiciones esenciales” y a las cuales describió como meras definiciones conceptuales o conceptos; su discípulo convirtió esas definiciones en realidades en sí, inmateriales pero con consistencia propia.

Una vez definido el concepto de Idea platónica, centrémonos en lo que sería entonces la Idea del Bien. En primer lugar, Platón puntualiza que existe Idea de muchas cosas: de valores éticos, objetos matemáticos, objetos naturales, como los seres humanos, y también de objetos artificiales y/o fabricados; por otro lado, nunca existirá Idea de la fealdad, injusticia, suciedad… (cosas bajas o imperfectas). Es lógico que sea así, pues las Ideas son realidades perfectas que el mundo sensible copia. En segundo lugar, en su teoría de las Ideas, define la Idea del Bien como la Forma primordial y suprema sin la cual el resto de Ideas no podrían existir. De ella derivan, por tanto, las Ideas de Justicia, Belleza, etc. Sólo la persona que conozca lo que es el Bien en sí podrá obrar justamente, podrá conocer la verdadera Belleza. Pero, antes de llegar a este punto, ¿cómo podemos alcanzar el conocimiento de las Ideas? ¿Necesitamos a nuestro lado la presencia de un maestro? ¿O es algo más? Sin duda Platón elige la segunda alternativa; describe el proceso de la educación, no como un simple análisis y comprensión de conceptos, sino como algo mucho más complejo. El propio alcance de las Ideas no podemos dejarlo sencillamente en manos de un maestro, que nos pueda enseñar qué es la Idea del Bien y nosotros lo comprendamos sin más; el papel del maestro es aquí mucho más limitado. Lo único que un maestro puede hacer en este campo es orientarnos hacia el conocimiento de las Ideas, pues aquí el peso recae directamente sobre nosotros, sobre nuestra inteligencia y el deseo que tengamos de alcanzar este conocimiento. Debemos ser nosotros mismos los que encontremos lo que realmente son las Ideas y, en especial, lo que es la idea del Bien. La razón por la cual podemos por nosotros mismos (con la ayuda de las orientaciones de un maestro) adquirir el conocimiento de las Ideas, es que en nuestra alma podemos encontrarlas, ya que, según su teoría del alma (cargada de influencias pitagóricas), el alma ha preexistido en el mundo de las Ideas antes de encerrarse en el cuerpo mortal; por ello las ha visto y permanecen en su conocimiento. Así que, si en nuestra alma se encuentra el conocimiento de estas Ideas, podremos sacarlas a la luz de nuestro propio conocimiento, pero no sin esfuerzo, ya que estas Idea permanecen en el alma de forma borrosa y confusa, debido al contacto con el mundo sensible al que esta está sometida al encerrarse en el cuerpo.

Por último, ¿cuál es el papel que desempeña la Idea del Bien en el mundo sensible, aparte de ser la Forma sin la cual las demás no podrían existir? Platón defiende fervientemente que si la Idea de Bien y Justicia se encuentra en tu conocimiento, no podrás jamás obrar mal o injustamente. Su influencia para alegar esta afirmación, recae de nuevo sobre su maestro Sócrates y su teoría sobre el intelectualismo moral. Así que, si uno no puede obrar mal a sabiendas, ¿cuál será la persona más adecuada para gobernar un Estado? Aquí Platón expondrá su teoría del filósofo-gobernante, en la que afirma que el filósofo, conocedor de las Ideas, es el personaje idóneo para gobernar pues, con su sabiduría, nunca obrará injustamente. Su conocimiento de las Ideas eternas e inmutables lo aplicará al mundo sensible, adquiriendo este un atisbo de la armonía y perfección que reina en el mundo inteligible de las Ideas o Formas.

Concluyendo, la Idea del Bien tiene un papel fundamental en la formación del Universo, pues sin ella nada existiría. Esto es debido a que todo deriva de esta Idea primordial; el resto de las Ideas no podrían existir sin su presencia y, en consecuencia, tampoco el mundo sensible tendría sentido (sería un completo caos, sin orden ni concierto). En cuanto a la política, el conocimiento de esta Idea por parte del gobernante es crucial y necesario para el correcto funcionamiento y justicia del Estado. De ahí que en el libro VII de “La República” nos exponga cómo proceder para educar a los mejores, para que alcancen el conocimiento ontológico y epistemológico de las Ideas y que puedan, con ello, gobernar de forma justa. Este afán por alcanzar el Estado justo deriva de las fatídicas condiciones políticas en las cuales se desarrolló su juventud, intentando con su propuesta alejarse de ellas lo máximo posible.