Arte y Arquitectura en la Antigua Roma: Evolución, Características y Obras Emblemáticas

Contexto Histórico del Arte en la Antigua Roma

El arte romano, una manifestación cultural con influencias etruscas y griegas, se caracterizó por su enfoque práctico y utilitario. Aunque a veces se considera una imitación del arte griego, los romanos combinaron la estética helénica con su propio carácter funcional, buscando la utilidad en sus obras. Este arte se expandió por todo el Imperio romano, adaptándose a las necesidades de cada región.

Desde sus inicios, el arte romano mostró la influencia de dos grandes culturas: la etrusca y la griega. De los etruscos, Roma heredó técnicas arquitectónicas como el uso del arco y la bóveda, así como un gusto por el retrato y el culto a los antepasados. Por otro lado, la cultura griega aportó la técnica de escultura y los órdenes arquitectónicos que se convirtieron en referentes para los templos romanos. A medida que Roma conquistaba territorios helenísticos, la influencia griega se intensificó, llevando a un proceso de helenización en el arte romano.

El desarrollo del arte romano se puede dividir en dos períodos principales: la República (hasta el 27 a.C.) y el Imperio (desde Augusto hasta la caída de Roma en 476 d.C.). Durante la República, el arte reflejó un carácter más austero y utilitario, mientras que en el Imperio se buscó una monumentalidad que representara el poder de Roma. La arquitectura romana, por ejemplo, se destacó por su escala monumental y su ornamentación suntuosa, en contraste con la búsqueda de equilibrio de los griegos.

A pesar de las influencias externas, el arte romano no fue una simple copia; los romanos adaptaron los modelos a sus propias necesidades y concepciones del mundo. Esto dio lugar a innovaciones como los anfiteatros y una retratística realista que reflejaba tanto la propaganda política como el culto a los antepasados. En resumen, el arte romano es un testimonio de cómo una civilización puede integrar y transformar influencias culturales ajenas para crear una identidad artística propia que perdura hasta nuestros días.

Obras Emblemáticas de la Arquitectura Romana

El Panteón de Agripa

Nos encontramos ante una imagen del Panteón de Roma, también conocido como el Panteón de Agripa. De arquitecto desconocido y realizado en época del emperador Adriano, data aproximadamente del año 120 d.C. Se encuentra en Roma, Italia.

Se trata de un edificio aislado. Entre los materiales constructivos, debemos mencionar principalmente el hormigón para los gruesos muros y la roca volcánica para la cubierta. A partir de su planta, podemos decir que el edificio consta de dos partes diferenciadas: por un lado, un pórtico de entrada, a modo de templo griego, que constaría de ocho columnas en su frente, de estilo corintio, por cuatro en sus laterales, con un friso y coronado por un frontón y una cubierta a dos aguas arquitrabada. El templo propiamente dicho estaría formado por unos gruesos muros de hormigón, de hasta 9 metros de grosor en su parte más ancha, que permiten soportar los empujes laterales que ejerce la enorme cúpula que sostiene. Tendría forma de circunferencia y albergaría 9 exedras u hornacinas, siendo la décima la puerta de entrada. Este espacio estaría cubierto por una cúpula semiesférica, de 43 metros de ancho por 43 metros de altura, realizada con roca volcánica, lo que permite aligerar su peso, y con un óculo en su centro, que permitiría reducir los empujes, además de permitir la entrada de luz. La decoración es totalmente geométrica, a través de los casetones de la cúpula y del enlosado, y seguramente esculturas de los distintos dioses que estarían ubicadas en las exedras de los muros. En su exterior, probablemente, estuvo recubierto de planchas de bronce, quizá con relieves.

La idea de Adriano era construir un templo que sirviese de culto o de morada a todo el panteón de dioses grecorromanos. Por tanto, su función principal fue religiosa. A partir de la conversión en religión oficial del cristianismo, en época del emperador Teodosio, el Panteón se convirtió en iglesia cristiana, manteniendo su función religiosa, aunque con un culto distinto. El Panteón de Roma, construido durante la dinastía Antonina, representa el apogeo de la arquitectura romana. Combina la estética griega en su pórtico con la innovación romana en su impresionante cúpula. La solidez (firmitas) de su construcción ha permitido su preservación hasta nuestros días.

Teatro de Mérida

Nos encontramos ante una imagen del Teatro Romano de Mérida, un edificio de carácter civil construido hacia el 16-15 a.C. (según una inscripción encontrada en el edificio) bajo la promoción del cónsul Marco Vipsanio Agripa. Hoy en día disfruta de un buen estado de conservación tras una profunda restauración y continúa manteniendo su función de espacio para la representación teatral.

El Teatro Romano de Mérida, como otros edificios de la época romana, estuvo construido con nuevas técnicas arquitectónicas. En este caso, destaca por el empleo del Opus Caementicium (una especie de hormigón), que sería recubierto después con mármoles y otros elementos decorativos. El teatro romano es heredero del teatro griego en gran parte de su disposición. Se llevaron a cabo una serie de modificaciones que dan lugar a un nuevo modelo. Una de las principales diferencias es que la cavea no se encuentra excavada o construida sobre una ladera natural, sino que se ha construido con un sistema de arcos que permitía elevarla a gran altura y dar aforo a más de 6.000 espectadores. La cavea se dividía en ima cavea, o parte baja, destinada a la alta sociedad; la media cavea, a media altura, destinada al resto de la población; y, por último, la summa cavea, destinada a mujeres y niños. La parte superior de la cavea estaría coronada por un pórtico o galería columnada. El acceso a la grada se realizaba a través de unos espacios abovedados conocidos como vomitorium. También con respecto al teatro griego, podemos observar un atrofiamiento de la orchestra, que ocupa un espacio menor además de adoptar una forma semicircular. Por otro lado, encontramos un agrandamiento del escenario o proscenio, donde se desarrolla la acción dramática. Además, consta de un Scaenae Frons o frente escénico, articulado en un doble orden de columnas, que al unirse en sus extremos con la cavea, crea un espacio cerrado, diferenciándolo también de la concepción abierta del teatro griego. También podemos encontrar unos pórticos columnados o porticus post scaenam, en la parte anterior del proscenio, por donde se producía la entrada y salida de los actores a escena.

La función principal del Teatro Romano de Mérida fue la de espacio de ocio y entretenimiento, donde se llevaron a cabo representaciones de los más grandes dramaturgos de la tragedia griega, como Sófocles o Esquilo, y de las comedias romanas de Plauto o Terencio. A partir del siglo IV, debido a la oficialización del cristianismo dentro del Imperio, que consideraba las representaciones teatrales como pecaminosas, el edificio cayó en desuso. El paso de los años lo llevó a cubrirlo de tierra, quedando al descubierto únicamente la parte superior de la cavea. A partir de 1910, comenzaron las excavaciones a las que siguieron trabajos de restauración. Hoy, además de ser uno de los mayores reclamos turísticos de la ciudad de Mérida, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993, también ha recuperado su función original de espacio de representación teatral, albergando el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Aunque podemos considerar a la arquitectura romana como heredera de la arquitectura griega y etrusca, debemos decir que no se limitó a copiar las formas precedentes, sino que reinterpretó el lenguaje arquitectónico añadiendo algunas innovaciones. En particular, podemos destacar la aportación de nuevas técnicas constructivas que la acercan más a la ingeniería, además de introducir una gran variedad de tipologías acordes con una mayor complejidad del mundo romano, como el circo, el anfiteatro, la basílica o el acueducto.

El Coliseo

El Coliseo es el anfiteatro más grande del mundo romano. Tiene cuatro pisos y el superior estaba resguardado interiormente por una galería de columnas. Casi en su totalidad está construido con piedra escuadrada; las bóvedas son de mortero. En la planta baja, tiene un pórtico monumental del que salen las escaleras que suben a los pisos superiores; una combinación muy hábil de estas escaleras permite la evacuación de los espectadores en pocos minutos. El exterior se presenta como una sucesión de arcadas colocadas directamente sobre pilastras y sobrepuestas en tres pisos; a cada uno le corresponde un orden arquitectónico distinto: el dórico en el primero, el jónico en el segundo y, finalmente, el corintio, únicos elementos dispuestos con finalidad decorativa en una estructura que por sí misma produce un fuerte impacto con la repetición de las arcadas. Y es precisamente el triple uso de los órdenes lo que intensifica este efecto, con la idea de mayor o menor capacidad de apoyo que se relaciona con cada uno de ellos. La cavea, es decir, el espacio destinado a los espectadores, está también dividida en tres sectores de gradas, que cubren un elaborado sistema de corredores. Bajo la arena, cuyo pavimento era de madera, una complicadísima obra de ladrillo creaba las distintas áreas de servicios, depósitos y establos de las fieras. En el Coliseo, tiene una importancia primaria la definición de los valores estéticos a través de las estructuras sustentantes. Es decir, el arco se convierte en un elemento decorativo, que se inserta con gran coherencia en la articulación básicamente curva de la arquitectura romana, en la que tienen un valor decisivo la bóveda y la cúpula. Los teatros griegos no poseían exteriores; en cambio, el Coliseo tiene un exterior gigantesco. Su decoración estaba especialmente cuidada: además de los órdenes de las columnas, había una estatua debajo de cada arco. La aplicación de estos órdenes cumplía dos funciones: eran una alusión a la arquitectura griega y reducía a escala el edificio, haciéndolo accesible a las personas sin disminuir su gran tamaño (comparado con la inmensa masa del edificio, el individuo se siente muy empequeñecido; pero en relación con el rectángulo definido por las columnas y el arquitrabe que enmarca un arco, pierde el sentimiento de insignificancia). Un ciudadano, pues, podía sentirse parte significativa del inmenso edificio romano y del inmenso imperio que éste representaba.

Arco de Tito

El Arco de Tito es el más antiguo de los que se conservan en Roma y se encuentra en el Foro. Es un hermoso ejemplo de proporción, nobleza arquitectónica y sobria ornamentación. Posee un único vano flanqueado por dos grandes pilares, con bóveda de cañón en el interior.

Partiendo de un podio elevado y a partir de una primera línea de impostas, se alzan dos grandes pilares como elementos sustentantes. En cada pilar, se observan dos semicolumnas adosadas de orden compuesto, entre las que se encuentran dos pequeñas hornacinas que simulan sostener un arquitrabe, friso con relieves y cornisa. Entre los pilares, se sitúa el arco, cuyo interior tiene una bóveda de cañón decorada con casetones.

De esta forma, y muy en la línea del gusto romano, una construcción abovedada utiliza el sistema adintelado griego como decoración. Entre el entablamento y el arco, se genera un espacio casi triangular llamado enjuta, algo rehundido y decorado con relieves de Victorias aladas que portan estandartes y se dirigen hacia la clave del arco.

El arco se remata con una gran estructura horizontal, el ático, que contiene la inscripción que el Senado y el pueblo de Roma dedican al emperador Tito.

El valor del Arco de Tito reside también en su decoración escultórica, sobria en el exterior (friso y pendientes del arco) y desbordante bajo la bóveda, donde relieves de gran formato presentan la entrada triunfal del emperador en el año 70 d.C. en la arrasada Jerusalén y el desfile de los trofeos arrebatados a los judíos.

Los arcos y las columnas responden a la tipología de construcciones conmemorativas. La tradición de los arcos de triunfo viene de tiempos de la República, en la que el Senado hacía levantar arcos provisionales para recibir a los generales victoriosos. En la época imperial, estas estructuras pasaron a construirse en piedra, convirtiéndose en monumentos que perpetuaban la gloria de los emperadores que las mandaron erigir.

Acueducto de Segovia

El Acueducto de Segovia es una obra arquitectónica romana construida entre los siglos I y II, es decir, durante el gobierno de Trajano.

Su tipología es mixta. La construcción ha sido ejecutada con sillería de granito a seco, es decir, sin ninguna suerte de argamasa. Tiene una doble arquería de medio punto (lo que es más costoso pero más resistente) situada sobre pilares, los primeros más gruesos y los segundos más delgados según el peso soportado. Los arcos inferiores se van adaptando a la vaguada (como se aprecia en la parte izquierda de la fotografía) mientras que los superiores poseen el mismo tamaño. En los pilares inferiores, aparecen impostas a modo estético y para reforzar, a diferencia de los superiores, que es únicamente con fin embellecedor. Además, cabe destacar la disposición de los sillares a soga y tizón, o lo que es lo mismo, unos sillares por su soga y otros por su tizón para reforzar el pilar (apreciable en la segunda imagen, en los pilares inferiores).

La finalidad de esta construcción es la de transportar agua, siendo un claro ejemplo de la gran importancia de la ingeniería civil tan desarrollada en Roma y de su pragmatismo establecido por Vitruvio:”utilitas“. El agua fluye por este acueducto una distancia de unos 18 km hasta la ciudad. Esto, junto a su gran monumentalidad, demuestra ese carácter romano en el que toda obra es reconocida como un ejemplo del esplendor de esta civilización, en la que los propios romanos tenían la intención de dejar su huella en el tiempo.