Encuadre de la Obra
- Obra: El Matrimonio Arnolfini. National Gallery, Londres.
- Autor: Jan Van Eyck (1390-1441).
- Estilo: Arte Gótico Flamenco.
- Género: Pintura al óleo sobre tabla.
- Cronología: Siglo XV (1434). Flandes (Brujas).
- Otras obras: El retablo del cordero místico de San Bavón de Gante (junto a su hermano Huberto), Virgen del Canciller Rollín, Virgen del Canónigo Van der Paele.
Contexto Histórico del Arte Gótico Flamenco
El arte gótico, típicamente burgués y ciudadano, marca el final del feudalismo y la renovación del mundo urbano, del comercio y de los talleres artesanales. Durante la Baja Edad Media, algunas ciudades de los Países Bajos se transformaron en prósperos centros comerciales e industriales. A la tradicional clientela de obras de arte se añadió una adinerada burguesía, que impuso sus gustos y preferencias. A partir del siglo XV, Flandes se convierte en uno de los principales centros pictóricos europeos, con una importante influencia en el resto de Europa. A finales del siglo XIV, Flandes queda unificada bajo el dominio de los duques de Borgoña, quienes aportan el lujo, el refinamiento y el ceremonial de la corte a estos territorios. Este estilo se desarrolla en un momento de auge económico, reflejando el modo de vida tanto de la rica aristocracia como de la burguesía. Los pintores flamencos recibían encargos de retratos y trípticos religiosos destinados a los oratorios y casas particulares de los burgueses, lo que explica el pequeño tamaño de los cuadros.
Simbolismo en El Matrimonio Arnolfini
En primer lugar, la representación de los esposos es antagónica y revela los diferentes papeles que cumple cada uno en el matrimonio.
Él es severo, bendice o, quizá, jura (fides levata) —en cualquier caso, ostenta el poder moral de la casa (potestas)— y sostiene con autoridad la mano de su esposa (fides manualis), que agacha la cabeza en actitud sumisa y posa su mano izquierda en su abultado vientre, señal inequívoca de su embarazo (que no es real), que sería su culminación como mujer. Las mismas ropas que llevan refuerzan este mensaje. A pesar de que la ambientación sugiere un tiempo veraniego o, cuando menos primaveral, llevan pesadas túnicas que revelan su alta posición socioeconómica. El tabardo de él es oscuro y sobrio (aunque los remates de piel de marta resultaban particularmente caros), y ella luce un ampuloso vestido, de colores vivos y alegres, con puños de armiño (complementados con un collar, varios anillos y un cinturón brocado, todo de oro).
En segundo lugar, hay multitud de detalles y objetos que aparecen sin justificación aparente, como si careciesen de importancia. Todo lo que contiene el cuadro proclama la riqueza de la joven pareja, desde la ropa y los muebles hasta la fruta en el alféizar de la ventana. Esta pareja parece haber recopilado objetos de muchos países de Europa: Rusia, Turquía, Italia, Inglaterra, Francia… Sin duda, Arnolfini, rico mercader, trabó amistad o negocios con empresarios de toda Europa. Como se sabe, Brujas, donde se instaló Giovanni, era un hervidero de burgueses de todas partes; y este mercader que protagoniza el cuadro se jactaría de sus relaciones con todos ellos. En definitiva, lo cierto es que todos los objetos tienen un significado nítido que da una nueva dimensión a la obra:
- Las naranjas: Importadas del sur, eran un lujo en el norte de Europa, y aquí aluden quizá al origen mediterráneo de los retratados.
- La cama: Tiene relación, sobre todo en la realeza y la nobleza, con la continuidad del linaje y del apellido. Representa el lugar donde se nace y se muere.
- La alfombra: La que hay junto a la cama es muy lujosa y cara, procedente de Anatolia, otra muestra de su fortuna y posición.
- Los zuecos: Esparcidos por el suelo —ellos van descalzos— representan el vínculo con el suelo sagrado del hogar y también son señal de que se estaba celebrando una ceremonia religiosa.
- Los rosarios: Eran un presente habitual del novio a su futura esposa. El cristal es signo de pureza, y el rosario sugiere la virtud de la novia y su obligación de ser devota.
- El espejo: Es uno de los mejores ejemplos de la minuciosidad microscópica conseguida por Van Eyck (mide 5’5 centímetros y cada una de las escenas de la pasión que le rodean mide 1’5 centímetros). En torno al espejo se muestran 10 de las 14 estaciones del Vía Crucis.
- La lámpara: Sólo tiene una vela, que simboliza la llama del amor.
- El vestido de Giovanna: Es un elegante vestido verde (el color de la fertilidad), propio de un retrato de aparato y un cuadro de boda.
- El cabezal de la cama: Se ve la talla de una mujer con un dragón a los pies.
- El perro: Pone una nota de gracia y desenfado en un cuadro que es, por lo demás, de una apabullante solemnidad. El detallismo del pelo es toda una proeza técnica. En los retratos, los perros suelen simbolizar, como aquí, la fidelidad y el amor terrenal.
- El sacerdote y el testigo: Lo único que faltaría es el sacerdote y el testigo, necesarios en todas las bodas, pero ambos personajes aparecen reflejados en el espejo, junto a la pareja: un clérigo y el propio pintor, que actúa como testigo.