El Impacto Económico del Gobierno de Menem: Reformas, Privatizaciones y la Ley de Convertibilidad

Economía del Gobierno de Menem

Con un Estado en crisis, el nuevo presidente, uno de los conversos formados en el populismo, también para él, la hiperinflación había tenido una singular virtud educativa, en sus dos dimensiones: de riesgo y de oportunidad. Para Menem el riesgo era terminar como Alfonsín. En la campaña electoral prometió “El salariazo” y la “revolución productiva”, según el más tradicional estilo peronista, ese que por entonces procuraban modificar los “renovadores”.

Urgido por ganar confianza y extender su escaso margen de maniobra, Menem apeló a gestos casi desmedidos: se abrazó con el almirante Rojas, se rodeó de los Alzogaray y confió el Ministerio de Economía sucesivamente a dos gerentes del más tradicional de los grupos económicos (Bunge y Born).

Primeros Años: Crisis e Inestabilidad

Durante los primeros años, tratando de superar la crisis, la inflación e inestabilidad, Menem y sus colaboradores directos estuvieron dando examen ante los “mercados”. Menem hizo aprobar por el Congreso dos leyes: la de Emergencia Económica y la Ley de Reforma del Estado. Buscando resultados rápidos, el gobierno se concentró en la rápida privatización de ENTEL y la de Aerolíneas Argentinas. Se aseguró a las nuevas empresas un sustancial aumento de tarifas, escasas regulaciones y una situación monopólica por varios años. En términos parecidos, en poco más de un año se habían privatizado la red vial, los canales de televisión, buena parte de los ferrocarriles y de las áreas petroleras. También se proclamó la apertura económica, otro punto fundamental del dogma. Pero la reducción de producciones, cupos y aranceles se hizo sin un criterio general, pues los gobernadores estaban tironeados por dos objetivos urgentes y contradictorios: reducir la inflación, importando productos baratos, o mejorar la reducción fiscal cobrando derechos elevados.

Pese a los fondos que el Estado obtuvo con las privatizaciones y la mejora en la recaudación fiscal, en los dos primeros años de gobierno no logró alcanzar la estabilidad. La inflación se mantuvo alta, y los grandes grupos empresarios, pese a que nominalmente apoyaban al gobierno y aún participaban de sus decisiones. Nuevamente hubo saqueos y pánico.

El Plan Bonex y el Escándalo “Swiftgate”

Erman González era el nuevo ministro de Economía. Se apropió de los depósitos a plazo fijo y los cambió por bonos a largo plazo en dólares: el “Plan Bonex”. En fin, redujo así la inflación, pero a costa de una fuertísima recesión que, al cabo de un año, había vuelto a reprimir fuertemente los ingresos fiscales. A fines de 1990, estalla el escándalo “Swiftgate” en el cual la perjudicada en una operación de chantaje era una empresa norteamericana, que acudió al embajador Todman y movilizó al propio gobierno estadounidense. Menem estaba cultivando con éxito las relaciones con el presidente George Bush, y la Argentina se había alineado firmemente con los EE. UU., de modo que la acción fue efectiva. Hubo una renuncia de todo el gabinete que llevó al Ministerio de Economía a Cavallo.

La Ley de Convertibilidad y el Plan Brady

Cavallo, poco después de asumir, hizo aprobar la trascendente Ley de Convertibilidad. Así, simbólicamente, un dólar equivaldría a un nuevo “peso”, y se prohibía al Poder Ejecutivo no solo modificarla, sino emitir moneda por encima de las reservas, de modo de garantizar esa paridad. Los resultados fueron exitosos: terminó la huida hacia el dólar, volvieron capitales emigrados, bajaron la tasa de interés, cayó la inflación, hubo una rápida reactivación económica y mejoró la recaudación fiscal. En ese contexto, al año siguiente se logró el acuerdo con los acreedores externos, en el marco del Plan Brady: la Argentina volvió a ser confiable para los inversores.

Reformas y Privatizaciones bajo Cavallo

Cavallo avanzó con firmeza en las reformas, pero las llevó adelante con más prolijidad. Se continuó con la venta de las empresas del Estado, pero la privatización de las de electricidad, gas y agua incluyó garantías de competencia, mecanismo de control y hasta venta de acciones a particulares. Incluso se previó la participación de algunos de los sindicatos en algunas empresas, con lo que se ganó la buena voluntad de los gremialistas. YPF, la más emblemática de las empresas estatales, fue privatizada.

Hubo muchas resistencias que se expresaron en el Congreso y luego de una larga negociación se decidió mantener parte del régimen estatal.

Los Años Dorados y sus Consecuencias

Fueron tres años dorados, el producto bruto creció a tasas más que respetables, se expandió el consumo, la inflación cayó drásticamente, creció la actividad económica y el Estado mejoró su recaudación y hasta gozó de un par de años de superávit fiscal, debido a los ingresos por privatización de empresas.

Esta bonanza ocultó por un tiempo los aspectos más duros. El más notable fue el desempleo. Los sectores populares se beneficiaron con el aumento de distintos programas sociales, cuyos efectos se diluyeron por la mala administración.

Se atenuó la apertura económica, para atender a las propuestas más fuertes. Así, la industria automotriz recuperó casi todos sus beneficios tradicionales. Los sectores exportadores, perjudicados por un peso sobrevaluado, recibieron subsidios, reintegros y compensaciones fiscales.