Comportamiento Social: Actitudes, Percepción y Dinámicas de Grupo

Actitudes: Definición y Medición

¿Qué es una actitud?

La actitud es la toma de posición de un sujeto frente a una realidad o posibilidad, situándose a favor o en contra de ella. El psicólogo Charles Morris define la actitud como una «organización relativamente estable de creencias, sentimientos y tendencias de conducta dirigidas hacia algo o alguien».

Características principales de las actitudes:

  • Es una organización, es decir, una estructura que comprende distintos elementos relacionados entre sí.
  • Esta organización debe ser relativamente estable, tener una cierta permanencia.
  • La actitud está formada por componentes de tres clases: creencias, sentimientos y tendencias de conducta.

En primer lugar, se evalúa la realidad como buena o mala, conveniente o inconveniente; en segundo lugar, se siente de una forma en relación con dicha realidad, y finalmente se tiende a hacer algo (las expresiones «en primer lugar», «en segundo lugar» y «finalmente» solo hacen referencia al orden pensar-sentir-hacer).

La medida de las actitudes

Se han ideado sistemas para «forzar» a las personas a contestar con sinceridad a las preguntas sobre sus actitudes. Uno de ellos es el del falso polígrafo, una máquina que «se activa» ante ciertas preguntas-trampa del tipo «¿ha mentido usted alguna vez sin verdadera necesidad?». Cuando el sujeto comprueba que no ha podido mentir la primera vez, tenderá a contestar con mayor sinceridad al resto de las preguntas.

Las escalas más utilizadas para la medición de actitudes son la de Likert (afirmaciones que el sujeto evalúa desde «estoy completamente en desacuerdo» hasta «estoy completamente de acuerdo») y la de Osgood o de diferencial semántico, donde un concepto se relaciona con pares de adjetivos de significado opuesto, señalando el lugar que le correspondería por su mayor o menor proximidad a ambos adjetivos.

Existen otros procedimientos de medida de actitudes como la observación directa de la conducta (podremos deducir, por ejemplo, la actitud de una persona ante la religión por su asistencia a los actos de culto, si lleva a sus hijos a catequesis, si entrega donativos, etc.).

Un método indicado para grupos numerosos fue ideado por Stanley Milgram: dejar en distintos lugares cierto número de «cartas extraviadas» dirigidas a ciertas instituciones (la parroquia, por ejemplo) y contar después cuántas de esas cartas eran devueltas a sus supuestos destinatarios. Este método permite medir el apoyo o rechazo provocado por ciertas instituciones o ideologías en un vecindario.

Quizá el método más refinado y preciso (al menos por el momento) para medir las actitudes sea la electromiografía facial, basada en la simple constatación de que una reacción positiva va acompañada de un aumento de actividad de los músculos cigomáticos, mientras que en caso de reacción negativa los músculos que se activan son los orbiculares.

Pies en la Puerta y Traiciones Autoasumidas

El fenómeno del pie en la puerta consiste en que una persona que accede a una pequeña petición tiende a aceptar después otras peticiones más importantes. Los dirigentes de partidos políticos y agrupaciones de voluntarios saben que, si quieren mantener la fidelidad de sus militantes, lo más eficaz no es bombardearlos con consignas y razonamientos, sino ocuparlos primero con pequeñas tareas y progresivamente con compromisos cada vez mayores.

Otro fenómeno, que algún psicólogo ha bautizado como «¡qué demonios importa!», viene a explicar que, una vez que se incumple un compromiso, es bastante probable que ese incumplimiento inicial vaya seguido de otras traiciones mayores. El psicólogo Peter Herman realizó un experimento sobre los efectos del seguimiento de dietas alimenticias que demostraba que, cuando la persona se salta una vez la dieta, se vuelve por un tiempo más proclive a los excesos gastronómicos que los que no siguen ningún tipo de dieta.

Factores que favorecen el cambio de actitud

Según Festinger, si hay conflicto entre pensamiento y acción, modificaremos uno de los dos elementos para reducir o eliminar el conflicto. El procedimiento más eficaz para cambiar una actitud es lograr que la persona se comporte ya de acuerdo con esa actitud que supuestamente todavía no tiene.

La Construcción Social del Conocimiento

Dos experimentos sobre percepción

En los años 30 se realizó el primer experimento clásico sobre la influencia del grupo en la percepción individual, basado en una ilusión óptica conocida como ilusión autocinética (en la oscuridad, un punto luminoso fijo se percibe como si estuviera en movimiento). El experimento no tuvo en su momento demasiada repercusión, porque se basaba en un hecho engañoso (una ilusión óptica).

Solomon Asch diseñó otro experimento similar en el que la certeza perceptiva debería ser total y nula, por tanto, la influencia del grupo sobre el individuo. La tarea era indicar cuál de las tres líneas de la tarjeta de la derecha es igual a la línea de la tarjeta de la izquierda.

A diferencia del primer experimento sobre ilusión autocinética, si al sujeto engañado se le vuelve a hacer la misma pregunta, pero ahora aislado del grupo, lo más probable es que esta vez responda correctamente.

Si se hace una pequeña modificación en la situación experimental, de forma que los cómplices no contesten unánimemente «B», sino que uno de ellos conteste «A» (respuesta también falsa, pero distinta de la mayoritaria), el sujeto se siente reforzado en su propia opinión y contesta correctamente. Lo decisivo es que alguien antes que tú ha tenido el valor de enfrentarse a la mayoría.

La presión social lleva a muchas personas a actuar de forma distinta a como lo habrían hecho espontáneamente, incluso contra sus propias convicciones.

La percepción de los otros: primeras impresiones y profecías autocumplidas

Hagamos un sencillo experimento imaginario, que podríamos incluso llevar a la realidad: es el primer día de clase y ninguno de los alumnos conoce del nuevo profesor nada más que el nombre; sin embargo, uno puede fingir que lo conoce y decir a uno de los grupos que se trata de un profesor estupendo, que explica maravillosamente y que además califica con generosidad y no suspende nunca; a otro grupo distinto le dirá que no se prepara las clases, que no se le entiende nada porque en realidad no sabe nada de lo que explica y que es injusto en las calificaciones.

El profesor da su primera clase, después se pregunta a los alumnos qué les ha parecido. Si en esta primera clase no ha ocurrido algo decisivo (e inesperado) que haga inclinar la balanza a un lado u otro, es muy probable que los del primer grupo comuniquen impresiones positivas, y negativas los del segundo. Y es también muy posible que esta primera impresión perdure a lo largo de días, meses o incluso del curso entero.

Estereotipos y Prejuicios

Los estereotipos son creencias acerca de las características comunes de los miembros de un grupo social. Es un principio psicológico fácil de comprobar la tendencia a considerar iguales (física o mentalmente) a las personas que pertenecen a grupos distintos del nuestro. Lo mismo se puede decir de cualidades mentales o conductuales.

Se puede entender el riesgo de profecías autocumplidas: si los miembros de un grupo son mirados y tratados como delincuentes, es posible que terminen siéndolo realmente.

Los prejuicios son actitudes negativas dirigidas hacia los miembros de un grupo; si este grupo es minoritario o alejado del poder, los prejuicios desembocan en discriminación o agresividad dirigida hacia el grupo. El psicólogo Muzafer Sherif estudió este fenómeno.

¿Cómo eliminar los prejuicios?

No basta la mera convivencia para fomentar el conocimiento mutuo y eliminar los prejuicios. De hecho, las mayores tasas de discriminación se dirigen siempre hacia grupos próximos, de los que cabe suponer un conocimiento mayor que de otros alejados.

Recomendaciones para reducir los prejuicios:

  • Debe tratarse de un contacto entre iguales.
  • Fomentar la cooperación entre grupos en tareas que benefician a ambos, pero siempre que tales tareas tengan éxito, ya que en caso contrario cada grupo culpará al otro del fracaso.
  • Deben minimizarse la competencia entre grupos y los agravios comparativos.
  • Es fundamental el papel de la escuela y los medios de comunicación.

Conducta de Ayuda y Agresión

En busca de una explicación: ¿por qué no ayudaron?

Al preguntarnos por qué nadie ayudó en una situación de emergencia, estamos cayendo en lo que llamamos «el error fundamental de atribución»: las personas se comportan de una manera porque son de una manera.

Darley y Latané eran dos psicólogos que trabajaban en Nueva York. Estaban horrorizados por lo que había ocurrido en el caso Genovese, pero no les satisfacía la explicación centrada en la cobardía-insolidaridad de los 38 espectadores. Así que se dijeron: supongamos que estas personas son más o menos como todas las demás y que en otras circunstancias sí que habrían ayudado a Kitty.

La respuesta que dieron, sorprendente a primera vista, fue esta: los vecinos de Kitty no la ayudaron sencillamente porque eran muchos y, por eso mismo, ninguno de ellos se sintió personalmente responsable de terminar con la agresión.

Las personas ayudan o no en función del número de posibles intervinientes. Hay otros factores que determinan la posibilidad de que una persona acuda o no en ayuda de otra. Darley y Latané señalan cinco fases:

  1. Percepción del hecho.
  2. Interpretación del mismo como una emergencia que requiere ayuda.
  3. Asunción de la propia responsabilidad para responder a esta emergencia.
  4. Elección de una forma de ayudar.
  5. Acción de ayudar.

Agresión

Se entiende por agresión cualquier comportamiento dirigido a hacer daño a otros. La agresión puede ser física o psicológica; también puede ser voluntaria o involuntaria, instrumental u hostil.

Existen tres clases de factores del comportamiento agresivo:

  • Biológicos y fisiológicos: Existen aspectos biológicos y fisiológicos que predisponen hacia actitudes violentas. Hay evidencia de factores genéticos en los estudios sobre agresividad animal y sobre gemelos idénticos en el hombre. Por otro lado, se ha estudiado la relación entre los altos niveles de testosterona (hormona sexual masculina) y conducta agresiva: la castración de los animales implica automáticamente la eliminación de su agresividad.
  • Influjos externos: En todo acto de agresión, además, intervienen influjos externos que la desencadenan; dichos influjos pueden ser percibidos de manera consciente por el individuo, o, en otros casos, ser inconscientes para él.
  • Educación: La educación recibida condiciona nuestras respuestas violentas. Además, se puede afirmar que, en cierta medida, se aprende a ser agresivo. Pueden darse ciertos refuerzos sociales que afiancen nuestra conducta hostil.

El Estudio Psicológico de los Grupos Humanos

Definición de grupo social

El grupo social es, en palabras del sociólogo Salvador Giner, «un conjunto de individuos que se hallan en una situación de integración mutua, relativamente duradera».

Podemos destacar en esta definición tres características:

  • El individuo se percibe como parte de un todo («miembro»).
  • Este todo es dinámico, desarrolla una actividad que va estructurando las relaciones entre los miembros.
  • Lo decisivo en el grupo es la dependencia mutua entre los individuos que lo forman.

En los inicios de la psicología científica, se consideraba el objeto propio de esta ciencia el estudio de la mente humana. Destacan la psicología de los pueblos de Wilhelm Wundt y la psicología de las masas de Gustave Le Bon. En estos estudios se presupone la existencia de un «alma del pueblo» o «alma colectiva» con poder sobre las mentes de los individuos, por lo que estos pueden perder su individualidad y actuar únicamente como partes de un todo superior.

El Rol y su Asunción por el Individuo

Rol es el papel que uno representa en función de su pertenencia a un grupo social. El rol se compone de un conjunto de expectativas que se ajusta a ciertas normas (el «guión») y de la ejecución («actuación»).

Hay personas que cambian radicalmente su forma de ser a raíz de tener que asumir nuevos roles (trabajo, matrimonio, paternidad…). No se puede negar una tendencia del individuo a someterse a las normas del grupo, incluso asumiendo papeles que le han sido asignados de forma arbitraria.

Obediencia a la Autoridad

Milgram pretendió demostrar que muchas personas normales y corrientes son también asesinos en potencia, y que se les puede convertir fácilmente en asesinos reales. Su experimento representa una de las cotas de inmoralidad más altas de la historia de la psicología.

El experimento de Milgram

El experimento consistía en persuadir a un voluntario para que hiciera de «maestro» de los aprendizajes de un «alumno» (el cómplice): su labor se trataba de administrar al alumno una descarga eléctrica (cada vez más intensa) cuando emitía una respuesta equivocada. La intensidad de las descargas estaba señalada desde «ligera molestia» (15 voltios) hasta «peligro de muerte» (450 voltios). El alumno-cómplice fingía recibir las descargas y, gradualmente, experimentaba sacudidas, daba gritos de dolor, pedía terminar el experimento y finalmente dejaba de hablar porque se suponía que estaba muerto o en coma profundo.

Resultados

Aunque todos los participantes mostraban una cierta resistencia a seguir administrando descargas cuando aparecían las primeras señales de sufrimiento, esta resistencia era fácilmente vencida en la mayoría de los casos si el experimentador daba instrucciones imperativas. Casi dos terceras partes de los participantes en el experimento obedecieron las instrucciones hasta el final, aunque eran conscientes de que su compañero yacía muerto en la habitación contigua.

El experimento tiene una parte positiva: nos permite tomar conciencia de las presiones sociales a las que todos estamos sometidos y de la posibilidad real de convertirnos en lo que no queremos ser, bajo la fuerza de esas presiones. Solo si somos conscientes del peligro podremos enfrentarnos a él ejercitando la resistencia y fortaleciendo nuestra individualidad.

Desindividuación

Aparentemente opuesta a la sumisión a la autoridad, la desindividuación es la anulación de la personalidad bajo imperativos grupales. En este caso, no aparece necesariamente una autoridad definida que ejecute un liderazgo: se trata normalmente de grupos de iguales más o menos numerosos en que las responsabilidades se diluyen fácilmente.

Desindividuación es, en palabras de Myers, «el abandono de las restricciones normales en favor del poder grupal». Es el fenómeno que explica las agresiones y actos vandálicos sin motivo protagonizados por bandas juveniles. En todos estos actos, las personas no responden como individuos, sino como partes de un grupo mayor. Cuando entran en batalla, los individuos «se despersonalizan» previamente con máscaras o pinturas de guerra; de esta forma, les resulta más fácil matar, herir o torturar a los enemigos.