1. Moral y Ética
Ética: Estudio de la acción moral, entendida como una reflexión racional sobre estas acciones.
Moral: Acciones y costumbres concretas que pueden clasificarse como buenas o malas.
1.1 La Acción Moral
Son aquellas acciones que pueden clasificarse como buenas o malas. La acción moral puede ir acompañada de cierta conciencia moral, que nos ayuda a discernir si una acción es correcta o incorrecta. La conciencia moral actúa como un juez interior, asignando sentimientos de culpa o bienestar según la acción realizada.
Las acciones morales son conscientes; por lo tanto, acciones involuntarias o inconscientes no pueden considerarse acciones morales. Muchas acciones conscientes se realizan por costumbre, y estas tampoco son acciones morales, ya que no son actos libres. Sin embargo, existen acciones libres y voluntarias que dependen de cada individuo, donde se ponen en juego las condiciones propias. Estas acciones pueden considerarse buenas o malas y, por lo tanto, son acciones morales.
En la vida cotidiana, numerosas decisiones tienen que ver con la moral. Incluso elegir no actuar es una decisión que forma parte de la moral. Algunas acciones, aunque se realicen libremente, no son morales, como los proyectos de vida.
1.2 Teorías Éticas
La ética es la disciplina filosófica que explica las características que distinguen la conducta moral de otras acciones. No se ocupa de ofrecer normas de conducta ni consejos para ser mejores. La conducta moral es común a todos los hombres, aunque no existe unanimidad respecto a cómo deben interpretarse las acciones morales. Se distinguen dos tipos:
Ética Teleológica
Interpreta las acciones en función de un fin. Una acción es buena o mala según sus consecuencias y si nos aproxima o aleja del fin deseado. Aristóteles es su principal representante, defendiendo que el fin al que aspira todo individuo al realizar una acción es el bienestar y la felicidad.
Ética Deontológica
No atiende a las consecuencias, sino a los principios que han guiado una acción para juzgar si esta es buena o mala. Actuar bien equivale a actuar movido por el deber dictado por unos principios. Una acción es buena o mala por sí misma, no por sus consecuencias, ya que por encima de ellas están los principios que guían dicha acción.
Ética Kantiana y Aristotélica: No son concepciones contradictorias, sino que se ocupan de ámbitos distintos. Mientras Aristóteles intenta averiguar cómo debe vivir una persona para considerarse feliz, Kant investigó qué es un acto moral y su fundamento último.
2. Principales Concepciones Éticas en la Historia
2.1 Intelectualismo Moral
Parte de la premisa de que quien actúa de forma virtuosa y correcta es porque conoce el bien. Virtud y sabiduría van siempre unidas. El que más sabe es el que mejor actúa. La inteligencia y el saber son los caminos que conducen a la virtud moral. El mal procede de la ignorancia y el error. Sócrates es el principal representante, afirmando que quien comete el mal o la injusticia es en realidad un ignorante, ya que una vez que se conoce el bien, es inevitable actuar conforme a él.
Platón heredó esta concepción de su maestro, añadiendo que los valores morales son objetivos y universales, independientes de la conciencia humana. Serán virtuosos aquellos que aspiran al conocimiento verdadero y que son capaces de distinguir entre el bien y el mal. Sócrates no pretende enseñar estos valores universales, sino que, mediante preguntas, ayuda a sus interlocutores a descubrirlos en su interior. Este método socrático fue bautizado como Mayéutica, el arte de dar a luz la verdad que hay en el interior de cada uno. El papel del maestro es ayudar al alumno a encontrarla por sí mismo.
2.2 Eudemonismo Aristotélico
Según Aristóteles, todas las actividades humanas buscan alcanzar un bien concreto e inmediato. Este bien es también un medio para alcanzar un fin superior, un fin último al que tienden nuestras acciones y que es el mayor bien al que se puede aspirar: la felicidad. Aristóteles no se preocupa por acciones concretas, sino por la totalidad de la vida, preguntándose por la mejor forma de vivir y por qué se califica como buena y feliz. Es el arte de vivir de la mejor manera posible.
La felicidad: Es el fin último al que aspira todo individuo, por lo tanto, no puede ser un medio, sino un bien supremo. Tiene valor por sí mismo y no depende de valores externos. Aristóteles asegura que la felicidad no se identifica con la riqueza, el placer o el honor, ya que:
- La riqueza es solo un medio para conseguir otras cosas.
- El placer no siempre es beneficioso.
- El honor depende más de quien lo otorga que de quien lo recibe.
Para Aristóteles, la felicidad consiste en vivir de forma virtuosa, abarcando toda la vida. Es un error confundir felicidad con bienes materiales y honor, aunque son propiedades sin las cuales tampoco se podría ser feliz.
Virtud o Excelencia
El ser humano realiza numerosas acciones, y en cada una de ellas puede convertirse en un virtuoso y alcanzar la excelencia. La vida humana puede concluirse con excelencia. Para Aristóteles, la vida virtuosa y excelente es la vida buena y feliz. Para saber en qué consiste esta vida buena, Aristóteles investiga la naturaleza humana, distinguiendo dos partes:
Parte Volitiva
Dominada por los deseos y conforma el carácter de las personas. También los animales poseen esta parte.
Parte Racional
Determinada por pensamientos y deliberaciones. Deliberar consiste en sopesar racionalmente los distintos medios para lograr un fin. Únicamente se puede deliberar sobre los medios, ya que los fines nos vienen dados por los deseos de cada uno.
Virtud o Experiencia: La vida virtuosa consiste en someter al dictado de la razón las pasiones y los deseos, pero siempre sometiéndolas a los principios de la razón. Esto solo se puede lograr mediante el hábito y la costumbre. Los fines que establece la parte volitiva pueden ser destructivos y no llevarnos a la felicidad. Para averiguar cuáles son los mejores fines y poder elegirlos, la única guía es la experiencia y la sabiduría.
Término Medio y la Prudencia
La decisión es lo que guía la conducta, y esta puede ser buena o mala. Al tomar decisiones acertadas, adquirimos el hábito que nos permitirá en un futuro decantarnos por las mejores decisiones. La buena decisión se caracteriza por encontrar el término medio entre dos extremos: el exceso y el defecto. El término medio no es una media aritmética, sino que depende de cada uno y sus circunstancias, refiriéndose al punto óptimo del rendimiento y beneficio de nuestra conducta. La virtud de la razón se conoce como prudencia, un aprendizaje práctico que surge de la experiencia y que nos permite ser precavidos antes de actuar y valorar las diferentes posibilidades.
2.5 El Utilitarismo
Esta corriente filosófica se desarrolló en Gran Bretaña en los siglos XVIII y XIX, coincidiendo con la Revolución Industrial, un período de actividad que auguraba un nuevo ideal del mundo basado en el bienestar y la comodidad, a pesar de las pésimas condiciones de vida de la clase obrera. Los utilitaristas defienden una concepción ética teleológica, guiándose por las consecuencias deseadas. Por ello, hay que buscar el bienestar del mayor número de personas. No solo vale lo útil para una persona, sino que hay que considerarlo útil para la mayoría. Para el utilitarismo, la finalidad a la que aspira todo ser humano es la felicidad, identificada con el placer o el bienestar. La felicidad es un bien en sí mismo, y cualquier cosa que nos produzca placer también es un bien.
Jeremy Bentham
Para este autor, la ética consiste en el arte de dirigir las acciones de los hombres hacia la producción de la mayor cantidad de felicidad posible. Lo importante es gozar y contar con el mayor número de estímulos posibles. También recomienda compartir los placeres y darles publicidad para que más personas disfruten de ellos. Bentham es consciente de que muchas satisfacciones se logran a partir del sufrimiento de otros, e incluso que hay situaciones en las que para disfrutar de una mayor satisfacción ha sido necesario un sufrimiento previo. Por ello, maximizando el beneficio en caso de conflicto, recomendó sacrificar los intereses particulares o sufrir un dolor si con ello el beneficio es mayor.
John Stuart Mill
Este filósofo remarca que no todos los placeres son iguales, diferenciando entre placeres inferiores relacionados con las sensaciones y placeres superiores relacionados con el intelecto. Además, considera que el ser humano es más difícil de contentar que cualquier otro animal.
3. Justicia y Felicidad
La felicidad es la máxima aspiración del ser humano, pero esta no puede darse en una sociedad injusta. Vivir en una sociedad justa tampoco garantiza la felicidad, pero sí es una condición necesaria, ya que esta, aunque se base en la conducta individual, depende del contexto social y público. Una sociedad injusta no garantiza unos derechos básicos a todos los ciudadanos, y el cumplimiento de la ley no garantiza que el individuo pueda vivir sin que el estado interfiera en su vida. Justicia y felicidad son conceptos interdependientes, ya que la felicidad de los individuos depende de si se ha establecido o no un orden social justo. A lo largo de la historia se han dado muchas sociedades injustas, pero es un ideal al que hay que aspirar. Se considera justo aquel orden social que proporciona la mayor felicidad posible al mayor número de personas.
3.1 Justicia como Equidad
Es la concepción más extendida y se define como la igualdad entre todos los individuos de una sociedad. Hay que reequilibrar las diferencias existentes por diferentes medios. Un orden social es justo si regula la conducta de los hombres de manera que a todos satisfaga y todos puedan alcanzar la felicidad. Una sociedad justa da a cada individuo lo que le corresponde por derecho, sin privilegios ni discriminaciones.
Justicia: Ser justo se entiende como dar a cada uno lo que se merece, ya sea una recompensa por un trabajo o un castigo por un delito.
Justicia Distributiva: Ser justo tiene que ver con la distribución de los recursos comunes. Para John Rawls, la justicia social consiste en promover la igualdad de todos los miembros de una sociedad, por lo que hay que repartir de forma desigual, beneficiando a los que están peor. Esta idea no es válida por tres razones:
- No todo el mundo es capaz de desempeñar las mismas responsabilidades.
- Las necesidades de cada individuo son diversas.
- Los recursos de las sociedades son limitados, por lo que el fomento de la igualdad tiene límites materiales insalvables.