Los Prisioneros y las Sombras
Los prisioneros de la caverna simbolizan la naturaleza humana antes de recibir la educación. Para Platón, el hombre es principalmente su alma que, por naturaleza, pertenece al mundo inteligible, pero, en este mundo sensible, se encuentra como encarcelada en el cuerpo. Como consecuencia de esa unión, el alma está atada por las pasiones y limitada al conocimiento de las cosas sensibles, sometidas a cambio continuo, que sólo pueden ser objeto de opinión.
En el mito de la caverna, las sombras, que los prisioneros ven reflejadas en la pared que tienen frente a sí, son copias de los objetos que pasan a través de un camino que hay a su espalda y que se proyectan en dicha pared gracias a la luz de un fuego que arde entre la entrada de la cavernosa vivienda y los prisioneros. Dichas sombras simbolizan el grado ínfimo de opinión (eikasia), que es el tipo de conocimiento que poseen las personas que no han recibido ninguna educación y que, por tanto, no poseen ni la pístis ni la ciencia.
Esas personas ni siquiera tienen un conocimiento directo del mundo sensible y cambiante, sino copias de la realidad. Platón se refiere a las personas que creen conocer la realidad, pero en el fondo conocen las interpretaciones de la realidad, las opiniones comunes sobre la polis o también al tipo de conocimiento que tiene quien toma un aparente acto virtuoso por uno verdaderamente virtuoso o una ley injusta como si fuera una auténtica ley.
Regreso a la Caverna y las Tinieblas
El regreso a la caverna es un concepto fundamental en el mito de la caverna que describe Platón al comienzo del libro VII de la República. El regreso a la caverna es una metáfora cuyo significado es ético y político. No hay ningún interés epistemológico en volver a la caverna, ya que el objeto de conocimiento de la ciencia se encuentra en el exterior y ha sido ya conocido.
Una vez conocida la idea del Bien, el filósofo vuelve a la caverna poniendo en práctica lo que ha aprendido de las ideas, intentando que la ciudad sea lo más justa posible. Esta vuelta no es que se haga de buen agrado, pues alcanza la felicidad al contemplar la idea del Bien, perdiendo interés en los objetos del mundo sensible; sin embargo, debido a la compasión por el resto de prisioneros, se ve obligado a regresar a la caverna.
Las tinieblas se distinguen de las sombras. Las sombras representan los objetos sensibles, las tinieblas simbolizan la oscuridad. Al volver del exterior luminoso, quien ha alcanzado el conocimiento es incapaz de diferenciar entre las distintas sombras, y aun pudiendo, carecerían de interés para él. Esto provocaría burlas por parte de los prisioneros ignorantes, que piensan que las sombras son la realidad, que llegarían a pensar que ha quedado ciego e incapacitado por salir al exterior.
Platón menciona, una posible referencia a lo que ocurrió con su maestro Sócrates, que los prisioneros reaccionarían violentamente si el filósofo intenta obligarles a salir de la caverna de manera forzosa, llegando incluso a matarlo. En general, todo lo existente dentro de la caverna es pura tiniebla en comparación con la luz de la idea del Bien.
Ascenso al Mundo de Arriba y la Contemplación del Sol
El ascenso al mundo de arriba y el sol son dos conceptos fundamentales en el mito de la caverna que describe Platón al comienzo del libro VII de la República. El ascenso al mundo de arriba puede ser interpretado como el proceso del alma de dejar atrás la doxa (opinión) propia del mundo sensible hasta llegar a la episteme (ciencia) del mundo inteligible. En este camino, el alma se libera de los elementos negativos que aporta el cuerpo (las pasiones y los sentidos). Platón consideraba, por influencia de los pitagóricos, que el cuerpo es la tumba del alma.
La salida de la caverna se realiza a través de la práctica de la dialéctica ascendente, que permite conocer las ideas y tomar conciencia de que los objetos del mundo sensible no son más que copias de la auténtica realidad. El ascenso al mundo de arriba también se identifica con el proceso educativo, cuya dificultad es señalada por Platón cuando habla sobre el rechazo que siente el prisionero que es liberado y arrastrado en contra de su voluntad. Este es un proceso epistemológico y ético que conlleva la práctica de las virtudes para controlar las partes más impuras del alma.
Por otra parte, el sol se identifica con la idea del Bien en el mito de la caverna. Con respecto a la realidad, el sol es la causa del resto de ideas y de los objetos materiales. Es esencial en la epistemología, ya que de la misma forma que el sol arroja luz que permite ver los objetos, permite al alma conocer el resto de ideas. Siguiendo la lógica de la dialéctica, destaca que el Bien en sí mismo está fuera de las posibilidades de conocimiento humano, puesto que no hay otra idea más allá de esta que permita entenderlo plenamente. Para finalizar, también en la política la idea del Bien es necesaria para conocer en qué consiste realmente la justicia.