Historia de la Península Ibérica: De la Conquista Musulmana a la Unificación de los Reyes Católicos

La Conquista Musulmana y la Formación de Al-Ándalus

La conquista musulmana de la Península Ibérica se enmarca en la expansión islámica iniciada en el siglo VII, que había alcanzado el norte de África. Esta invasión fue facilitada por las luchas internas del reino visigodo. Tras la coronación de Rodrigo, último monarca visigodo, los partidarios de los hijos de Witiza solicitaron el apoyo musulmán para recuperar el trono. En 711, el gobernador del norte de África, Musa, envió al general bereber Tariq con 7,000 soldados, quienes derrotaron a Rodrigo en la batalla de Guadalete. Para 716, gran parte de la península estaba bajo control musulmán gracias a la falta de apoyo popular a las élites visigodas y a acuerdos de rendición pacífica, como el tratado de Tudmir en Murcia.

Etapas Políticas de Al-Ándalus

  • Emirato dependiente de Damasco (714-756): Durante este período, Al-Ándalus fue una provincia del califato Omeya, con su sede en Damasco y gobernada por un emir. La expansión musulmana se frenó en Covadonga (722) y Poitiers (732). Se establecieron sistemas defensivos en Mérida, Toledo y Zaragoza.
  • Emirato independiente (756-929): Con la caída de los Omeyas en Damasco tras el ascenso de los abasíes, Abderramán I, único superviviente de la dinastía, se proclamó emir independiente en Al-Ándalus. Aunque se desligó políticamente de Bagdad, reconoció la autoridad religiosa del califato abasí.
  • Califato de Córdoba (929-1031): En 929, Abderramán III se autoproclamó califa, logrando la independencia política y religiosa. Este periodo fue el más próspero de Córdoba, destacando por su desarrollo cultural, militar y económico. La influencia continuó con Al-Hakam II, mientras que el visir Almanzor lideró campañas militares contra los reinos cristianos. La muerte de Almanzor en 1002 y las luchas internas propiciaron la disolución del califato en 1031.
  • Reinos de taifas e invasiones almorávide y almohade (1031-1212): La fragmentación del califato derivó en pequeños reinos independientes, débiles militarmente y obligados a pagar tributos a los reinos cristianos. La conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085 motivó la llegada de los almorávides, quienes reunificaron Al-Ándalus. Posteriormente, los almohades asumieron el control, pero fueron derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), marcando el declive musulmán.
  • Reino nazarí de Granada (1238-1492): Tras las Navas de Tolosa, Al-Ándalus quedó reducido al reino nazarí de Granada, que sobrevivió gracias a su ubicación estratégica, el pago de tributos a Castilla y las crisis internas de los reinos cristianos. Finalmente, en 1492, los Reyes Católicos conquistaron Granada, poniendo fin al dominio musulmán en la península.

Sociedad, Economía y Cultura en Al-Ándalus

La sociedad de Al-Ándalus fue diversa étnica y religiosamente. Los musulmanes, grupo mayoritario, incluían árabes, bereberes, sirios y muladíes (cristianos convertidos al islam), entre los que surgían conflictos. Judíos y mozárabes (cristianos en territorio musulmán) debían pagar tributos especiales. En el nivel más bajo estaban los esclavos, generalmente prisioneros de guerra.

Económicamente, Al-Ándalus destacó por sus ciudades como centros de artesanía y comercio, además de innovaciones agrícolas, como nuevos sistemas de riego y cultivos como el arroz, la caña de azúcar y el algodón. Culturalmente, sobresalió en campos como la medicina, la filosofía, las matemáticas y la astronomía, dejando un legado arquitectónico emblemático, como la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada.

La Reconquista y los Reinos Cristianos

Tras la invasión musulmana, los primeros focos de resistencia cristiana surgieron en la cordillera Cantábrica y los Pirineos. En el norte, Pelayo lideró la victoria en Covadonga (722), estableciendo el reino de Asturias, que se transformaría en el reino de León bajo Alfonso II, con la expansión hasta el río Duero. En el siglo X, Fernán González logró la independencia del condado de Castilla respecto a León.

Evolución de los Reinos Cristianos

En los Pirineos, Carlomagno creó la Marca Hispánica, una zona fronteriza que incluía territorios desde Pamplona hasta Barcelona. Al morir Carlomagno, estos condados se independizaron, dando lugar al reino de Pamplona, los condados aragoneses y catalanes, que más tarde se unificaron bajo líderes como Vifredo el Velloso y Borrell II de Barcelona.

A comienzos del siglo XI, Sancho III de Navarra reunió distintos territorios, pero, tras su muerte, los dividió en Castilla, Aragón y Navarra. En 1085, Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo, aunque el avance cristiano fue frenado momentáneamente por los almorávides. Durante el siglo XII, los reinos cristianos, como Castilla, Aragón y Portugal, ampliaron sus dominios con conquistas clave, incluyendo Zaragoza (1118) y Lisboa (1147). La unión matrimonial entre Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV en 1137 dio lugar a la formación de la Corona de Aragón.

Consolidación de la Reconquista

La victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) marcó un punto decisivo. Fernando III unió Castilla y León y conquistó ciudades como Córdoba, Murcia y Sevilla. Mientras tanto, Jaime I de Aragón tomó las Baleares y Valencia, y Portugal completó su territorio con la conquista de Faro en 1249. La Corona de Aragón continuó su expansión en el Mediterráneo, incluyendo Sicilia y Nápoles.

Repoblación, Instituciones y Economía en la Edad Media

Estrategias de Repoblación

La repoblación de los territorios conquistados siguió varias estrategias. Entre los siglos VIII y X, se empleó la presura, mediante la ocupación de tierras en el norte del Duero por campesinos. En los siglos XI y XII, se fundaron villas con privilegios legales (repoblación concejil) para atraer pobladores. En el siglo XIII, las tierras al sur del Tajo se distribuyeron entre nobles, la Iglesia y órdenes militares, manteniendo comunidades musulmanas (mudéjares) y judías en barrios separados, sujetos a tributos.

Instituciones Políticas

Las instituciones principales incluían la monarquía, las Cortes y los municipios. En Castilla, la monarquía concentraba más poder, mientras que en Aragón predominaba el pactismo, limitando la autoridad real. Las Cortes medievales reunían a la nobleza, el clero y la burguesía, con funciones consultivas en Castilla y legislativas en Aragón. Los municipios gozaban de cierta autonomía, aunque con el tiempo, el control monárquico aumentó, mediante figuras como el corregidor en Castilla o el Consejo de Ciento en Barcelona.

Economía Medieval

Económicamente, Castilla destacó por la cría de ovejas merinas y la exportación de lana a Europa, fortaleciendo a los ganaderos y fomentando mercados como el de Medina del Campo. La Corona de Aragón se centró en el comercio marítimo desde ciudades como Barcelona, Palma y Valencia, impulsando el crecimiento de la burguesía.

Crisis del Siglo XIV y la Baja Edad Media

El siglo XIV estuvo marcado por crisis económicas, sociales y demográficas debido a malas cosechas, la peste negra y despoblación, especialmente en Cataluña. La escasez de mano de obra incrementó los precios y redujo las rentas feudales, lo que provocó revueltas campesinas, como la de los remensas en Cataluña. En las ciudades, el declive comercial afectó a artesanos y comerciantes, aumentando las tensiones sociales, especialmente contra los judíos, que sufrieron ataques violentos y conversiones forzadas.

Inestabilidad Política y la Unificación de los Reyes Católicos

En la Baja Edad Media, la inestabilidad política fue significativa. En Castilla, la guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara terminó en la batalla de Montiel (1369), con Enrique II coronado rey. Tras la muerte de Enrique IV, Isabel, casada con Fernando de Aragón, se impuso frente a Juana la Beltraneja, consolidando el poder real.

En Aragón, el Compromiso de Caspe (1412) llevó al trono a Fernando de Antequera de la dinastía Trastámara. Cataluña enfrentó conflictos como las revueltas de los remensas y la lucha entre facciones urbanas en Barcelona. Tras la muerte de Martín I, estos conflictos derivaron en una guerra civil que Juan II logró resolver consolidando su poder.

Navarra también vivió tensiones internas, y en 1512 Fernando el Católico ocupó el reino, integrándolo en Castilla pero manteniendo sus instituciones. La unión de los reinos bajo los Reyes Católicos consolidó un Estado fuerte y sentó las bases para la España moderna.