La Poesía Española Anterior a 1939: El Modernismo
Se denomina así al movimiento literario nacido en Hispanoamérica en el último cuarto del siglo XIX y difundido en España por Rubén Darío. Su importancia fue decisiva para la evolución de la poesía española, pues supuso la ruptura con la poesía realista del siglo XIX y el descubrimiento del parnasianismo y el simbolismo franceses. El parnasianismo enseñó a los modernistas la perfección formal y los temas exóticos. Del simbolismo aprendieron el valor de los objetos como símbolos de realidades ocultas. También conocieron la obra de los decadentistas ingleses e italianos. El escritor modernista se rebela contra el materialismo burgués y adopta un estilo de vida bohemio.
Temas
Dos líneas, escapista e intimista. La primera es más representativa. Como consecuencia del rechazo modernista de la sociedad, se huye a épocas pasadas y a lugares exóticos como Grecia y Oriente. Todo ello por su necesidad de soñar mundos de belleza con los que olvidar el mediocre ambiente en el que viven. La línea intimista refleja el malestar del poeta; el modernista se siente dominado por la marginación y la soledad. En los poemas hay un deseo de plenitud y armonía que resulta irrealizable. Como la tristeza es el sentimiento principal, predominan los crepúsculos, la noche, los paseos, etc. En este grupo se incluyen a los hermanos Antonio y Manuel Machado y a Juan Ramón Jiménez.
El Estilo y la Métrica
En el fondo del movimiento modernista late un deseo de armonía, perfección y belleza, que se traduce en el cuidado del lenguaje. El vocabulario se enriquecerá con la incorporación de cultismos, neologismos y voces exóticas. Por la importancia concedida a la música, son abundantes las aliteraciones expresivas. El ritmo del poema varía dependiendo de las emociones: ritmo suave para la tristeza, ritmo intenso para temas épicos. Son frecuentes las sensaciones visuales, auditivas y olfativas. Se pretende crear un universo sensual que estimule los sentidos del lector. Abundan los adjetivos, las sinestesias y las imágenes audaces. Las innovaciones más llamativas corresponden a la métrica. Los modernistas se inclinan por el alejandrino, el dodecasílabo y el eneasílabo. Las estrofas tradicionales adquieren un tono diferente por la variedad de versos empleados.
Antonio Machado
Primera Etapa
Está representada por Soledades (1903). El libro se inscribe dentro de la tendencia del modernismo intimista o simbolista. Para Machado, la poesía es ante todo sentimiento y conocimiento interior. En el prólogo de Soledades la define como “una honda palpitación del espíritu, lo que pone el alma en respuesta animada al contacto del mundo”. Sus temas son la soledad, la melancolía, la fugacidad del tiempo, la evocación de la infancia y la idealización del paisaje. Su poesía se carga de simbolismo. El libro se define por la sobriedad expresiva. El lector debe ir más allá del significado literal de las palabras porque las connotaciones afectivas enriquecen el sentido de los poemas. Versos dodecasílabos y alejandrinos. En cuanto a estrofas, prefiere la silva asonantada.
Segunda Etapa
Representada por Campos de Castilla (1912), supone su integración en la Generación del 98 y la expresión de su inconformismo con la realidad social. El encuentro de Machado con Castilla determina un cambio; pasa a ser descriptiva y realista. En Campos de Castilla se mostrará el paisaje castellano. El paisaje es un vehículo para adentrarse en el alma de España. El paisaje soriano representa a España y, al mismo tiempo, refleja el estado de ánimo del poeta. En 1912 abandona su plaza de profesor por la muerte de su mujer y se traslada a Baeza. Los poemas escritos en Baeza presentan, con respecto a los escritos en Soria, algunas novedades. El paisaje castellano se idealiza desde la distancia, se intensifica la preocupación noventayochista por España, se inicia una línea de meditación filosófica y dedica una serie de poemas a su mujer muerta. Los poemas a Leonor constituyen un pequeño cancionero. Los poemas de meditación filosófica surgen como una vía de evasión; tratan del sentido de la vida, la verdad, la confusión entre el sueño y la realidad. Se trata de una poesía conceptual, en la que las formas populares sirven para exponer con agudeza y concisión pensamientos filosóficos, políticos y morales. Este tipo de poesía sentenciosa con formas estróficas neopopulares se continuará en su tercera etapa.
Tercera Etapa
Representada por Nuevas Canciones. Después, su producción poética se reduce. Con el tiempo, la prosa compensa su decaimiento en la poesía. Su gran obra es Juan de Mairena. Se trata de un conjunto de artículos atribuidos a un personaje ficticio en el que aborda, con un tono a veces serio y a veces irónico, cuestiones de metafísica, lógica, etc. La valoración de la obra de Machado ha sufrido altibajos. Mientras que en la Generación del 27 se lo relegó a un segundo plano, en la posguerra se convierte en modelo poético. Representa al poeta cívico.
Juan Ramón Jiménez
Generación de 1914. Son años de superación del modernismo. Pedro Salinas sintetizó ese proceso con la fórmula “de la exquisitez sensorial de la poesía modernista se pasa a una lírica más reflexiva e intelectual”. Es el prototipo de poeta consagrado a su obra. Su idea de la poesía está presidida por una triple búsqueda de belleza, conocimiento y eternidad. El mérito de su obra está en que resume y anuncia todos los caminos recorridos por la poesía española desde el modernismo hasta nuevas formas de la Generación del 27. Fue considerado maestro por los poetas del 27.
Fases
Época Sensitiva
Primer momento (1903-1907): se caracteriza por el intimismo simbolista. Los sentimientos de soledad, melancolía, los temas del paso del tiempo y la muerte, la versificación tradicional, la musicalidad suave y el lenguaje sencillo sitúan esta poesía al margen del modernismo ornamental y sonoro del primer Rubén Darío y en línea con la tradición neorromántica. Libros más interesantes: Arias Tristes (1903) y Jardines Lejanos (1904).
Segundo momento (1908-1915): típicamente modernista, donde se percibe el uso del color y de otras sensaciones, la versificación propia de este movimiento y una adjetivación brillante. Con todo, el modernismo de Juan Ramón es de tipo intimista, orientado hacia la contemplación y la confesión sentimental. Destacan Elegías, La Soledad Sonora, Poemas Mágicos y Dolientes. A esta época corresponde Platero y yo (1914), libro plenamente modernista compuesto por poemas en prosa.
Época Intelectual
La ruptura con el modernismo se produce en 1916. En este año, Juan Ramón escribe Diario de un Poeta Recién Casado. El poeta lo considera su mejor libro y la crítica, un libro clave en la lírica contemporánea. Ofrece una poesía en la que se elimina lo anecdótico para dar paso a la concentración conceptual y emotiva. Por eso predominan los poemas breves, con versos libres, sin rima o con leves asonancias. El tema central será el ansia de trascendencia. El poeta, en su deseo de escapar de la muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad mediante la belleza poética o el mar.
Época Verdadera
Durante su exilio en América, prosigue su indagación poética, cada vez más encerrado en sí mismo y atento a la creación de una obra cada día más exigente y ambiciosa. Aspira a alcanzar la poesía total, es decir, una poesía que sintetice el mundo del hombre. Ese propósito se refleja en el uso de términos contrarios, ya que por medio de la contradicción de elementos se accede a la síntesis. Destacan En el Otro Costado (1936-1942) y Dios Deseado y Deseante (1948-1949). Juan Ramón Jiménez encarna la búsqueda solitaria de la belleza y lo absoluto. Sirvió de ejemplo para los poetas puros y los componentes de la Generación del 27. Los poetas de la posguerra se distanciaron de su estética, pero en los años 70 los novísimos lo recuperarán.
La Generación del 27
Con el nombre de Generación del 27 se alude a un grupo de poetas nacidos a finales del siglo XIX y principios del XX que alcanzaron su madurez poética en la década de los veinte. La componen Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Gerardo Diego y Dámaso Alonso. En esa fecha, 1927, algunos miembros del grupo se reunieron en el Ateneo de Sevilla para celebrar el tercer centenario de la muerte de Góngora; vieron en él un ejemplo de poeta volcado en la creación de un mundo literario propio. Los poetas del 27 no tuvieron maestro espiritual, pero Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna y Ortega y Gasset fueron sus inspiradores. En concreto, Juan Ramón representaba el modelo de escritor completamente dedicado a la perfección de su obra. Su poesía les atraía porque enlazaba la tradición de los romances con la vanguardia de la poesía pura. Ramón Gómez de la Serna les dio a conocer los movimientos de vanguardia de la época, y Ortega y Gasset sentó las bases de la nueva estética en el ensayo La Deshumanización del Arte. Los poetas del 27 conciliaron tradición y modernidad. Si por un lado estaban al tanto de la poesía que se producía en Europa, por otro, admiraron a los clásicos españoles: Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Góngora, Lope de Vega. Lorca y Alberti se interesaron por el romancero y el cancionero tradicional.
Federico García Lorca
Tras su etapa modernista, Lorca cultivará la línea popular. En Romancero Gitano y Poema del Cante Jondo empleará estrofas populares para transmitir la frustración y el destino trágico del ser humano. Lorca proyecta sobre la vida marginada de los gitanos sus propias obsesiones. Su estilo se define por las metáforas sorprendentes, la naturaleza animada y un sistema simbólico de raíz psicoanalítica. Una crisis personal conduce a Lorca a abandonar la línea andalucista y a escribir con técnica surrealista Un Poeta en Nueva York. Su viaje a Estados Unidos en el momento dramático del desplome de la bolsa neoyorquina produce un profundo impacto en él. Es un libro de protesta. Formalmente, el versículo y las imágenes alucinantes le sirven para expresar ese mundo absurdo y deshumanizado.
Luis Cernuda
La obra poética de Luis Cernuda se resume en la dialéctica romántica sueño/realidad. Esta oposición provoca el desengaño, ya que sus sueños de belleza, placer y libertad tropiezan con un mundo vulgar que aplasta sus ideales. El poeta intenta superarlo por medio de la evasión a sus dos paraísos predilectos: la juventud y Grecia. En la obra de Cernuda se distinguen dos etapas: la primera abarca hasta 1936 y se reúne bajo el título La Realidad y el Deseo; la segunda corresponde a su producción en el exilio.
Rafael Alberti
En su obra se repiten los temas de la nostalgia del paraíso perdido y la preocupación social que le llevó a tratar asuntos de la realidad española contemporánea. Su poesía conoció cuatro fases: la neopopular, inspirada en las formas de poesía tradicional; la barroca, influido por Góngora; la surrealista, presente en su libro Sobre los Ángeles; y la social, en la que plantea el papel del poeta en la sociedad. En la poesía escrita en el exilio se mantiene viva esa preocupación junto a la evocación y el recuerdo de España.
Poesía Española a Partir de 1939
Miguel Hernández
De todos los poetas que proclamaron su lealtad a la República, posiblemente sea Miguel Hernández quien mejor encarne la fidelidad a sus ideas y la actitud comprometida de su poesía y, sobre todo, de su vida. Su obra sirve de puente entre dos etapas de la poesía española: el grupo del 27 y la generación del 36. Influirá en los poetas sociales.
Tendencias de Posguerra
La victoria de Franco dejó en manos de Falange el control de los medios de propaganda y difusión cultural del nuevo régimen político. La cultura fue considerada un arma al servicio de la ideología oficial. Los escritos de los autores sospechosos de republicanismo o que no comulgaban con la glorificación de los valores imperiales y cristianos de la historia de España fueron prohibidos y mutilados. A pesar de ello, no faltaron obras que mostraban una visión diferente del triunfalismo oficial. Dámaso Alonso distingue en la poesía española de los años 40 dos corrientes: la poesía arraigada y la desarraigada.
Años 50: La Poesía Social
La antología Consultada de la Joven Poesía Española (1952) de Francisco Ribes supuso el lanzamiento de la poesía social de los cincuenta, cuyo origen hay que buscar en la poesía desarraigada de los 40 y en la influencia de Antonio Machado, Miguel Hernández y los autores hispanoamericanos Neruda y César Vallejo. Se defiende un nuevo concepto de la poesía. Para Gabriel Celaya, la poesía debe tomar partido ante los problemas. Es un instrumento para transformar el mundo. Los poetas sociales se proponen dar testimonio de la realidad de España y dirigirse a la “inmensa mayoría”. Los temas que más se reiteran son la preocupación por España, la injusticia social, la alienación y los deseos de libertad y paz. Los poetas sociales, en su intento de llegar a la “inmensa mayoría”, emplean un estilo llano, intencionadamente prosaico, que incorpora a veces fórmulas del lenguaje coloquial.
Años 60
A principios de la década de los sesenta, la poesía social presenta síntomas de agotamiento. Se inicia una renovación poética por parte de una serie de autores que no participaron directamente en la guerra, aunque habían sufrido sus consecuencias. Los nuevos poetas no renuncian a mostrar su radical inconformismo con la situación del país, pero reivindican, frente a los poetas sociales, un concepto de poesía basado en la experiencia personal: recuerdos de la infancia y la familia, los años de la guerra, etc. En el estilo es visible el alejamiento de los modos expresivos de las tendencias precedentes.
Años 70
En 1970 se publica la antología del crítico José María Castellet Nueve Novísimos, que representa en buena medida la nueva forma de concebir la literatura. En primer lugar, incorporan en su poesía los mitos cinematográficos y héroes de los medios de comunicación de masas. Rechazan la tradición inmediata de la poesía social y reivindican a poetas españoles y extranjeros olvidados por la cultura oficial. En la temática encontramos lo personal junto a lo público. La renovación del lenguaje poético es su objetivo principal. Para ellos, la poesía es ante todo un problema de estilo. Los novísimos crearon escuela durante algunos años, pero pronto su influencia fue combinándose con otras tendencias. Dentro del panorama de la poesía de las tres últimas décadas del siglo XX, se pueden destacar la línea surrealista, la tendencia culturalista y clásica, la tendencia experimental y la poesía de la experiencia.