Evolución del Teatro Español hasta 1939: De la Tradición a la Innovación

El Teatro Español Anterior a 1939: Tendencias, Autores y Obras Clave

El teatro, a diferencia de otros géneros literarios, está sujeto a condicionamientos comerciales que influyen enormemente en su contenido ideológico y en su configuración estética. La necesidad de satisfacer al público hace del teatro un género menos expuesto a la experimentación que la poesía o la novela. El teatro español del primer tercio del siglo XX se puede clasificar en dos grandes grupos:

  • Teatro comercial
  • Teatro innovador

Teatro Comercial

Es una continuación del teatro decimonónico: el drama postromántico de Echegaray, la alta comedia de López de Ayala, el teatro de Tamayo y Baus y el de Galdós. Este teatro comercial abarca tres corrientes dramáticas:

  1. La comedia burguesa de Jacinto Benavente y sus seguidores.
  2. El teatro cómico vinculado al costumbrismo y al sainete.
  3. El teatro en verso de herencia romántica y con influencia modernista.

Teatro Innovador

Está representado por autores de la Generación del 98, del Novecentismo y del grupo del 27, que aportaron nuevos enfoques ideológicos y nuevas formas de expresión estética.

Desarrollo del Teatro Comercial

  1. Corriente Benaventina
  2. Teatro cómico
  3. Teatro en verso

1. Corriente Benaventina

Jacinto Benavente (1866-1954) comenzó su carrera teatral con cierta denuncia a lo establecido en El nido ajeno (1894), llegando a ser incluido en la nómina del 98. Sin embargo, para triunfar, adoptó un tono menos crítico hacia la alta burguesía y sus convencionalismos, dando lugar a las Comedias de Salón, entre las que destacan La noche del sábado y Rosas de otoño.

Una excepción es la farsa Los intereses creados (1907), inspirada en la comedia del arte italiano, que ofrece una suave sátira del mundo burgués y es considerada una obra maestra por su calidad literaria. En 1913 escribió el drama rural La malquerida.

Benavente recibió el Premio Nobel en 1922 (en 1912 fue nombrado académico). Su aportación al teatro fue su habilidad escénica, la fluidez de los diálogos y un lenguaje alejado de la oratoria postromántica. Además, creó una especie de escuela. Entre sus seguidores más destacados se encuentran Linares Rivas, con su obra La garra, a favor del divorcio, y Martínez Sierra.

También hubo otros dramaturgos como Luca de Tena, con ¿Quién soy yo? (1935), y Calvo Sotelo, con Una comedia en tres actos.

2. Teatro Cómico

Está representado por el teatro costumbrista y el sainete, un tipo de teatro derivado de los sainetes del siglo XVIII.

Los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches llevan a escena una Andalucía pintoresca, de humor fácil y gracia salerosa, donde “to el mundo e bueno”. Los únicos conflictos que plantean sus obras son de tipo amoroso, en un teatro superficial que contribuyó decisivamente al andalucismo tópico. Algunas de sus obras son El patio, Las de Caín y Malvaloca.

Carlos Arniches, de origen alicantino, se convirtió en el autor más representativo del madrileñismo castizo. En sus sainetes, los tipos convencionales se expresan en un lenguaje curioso, lleno de dobles sentidos y réplicas humorísticas. Ejemplos de sus sainetes son El amigo Melquiades y La chica del gato.

Arniches, a partir de 1916, cultivó junto a los sainetes lo que él llamó “tragedia grotesca“, género en el que se funden lo risible y lo conmovedor, acompañados de una actitud más crítica. Ejemplos de este género son La señorita de Trevélez y Los caciques.

Pedro Muñoz Seca creó el Astracán, un género cómico basado en los despropósitos, los equívocos, los ripios y los disparates, buscando exclusivamente la carcajada del espectador. Su obra más conocida es La venganza de Don Mendo (1918), una parodia del teatro romántico.

3. Teatro en Verso

También llamado teatro poético, combinaba el gusto postromántico y el verso declamatorio (los autores exageraban en la manera de decir las frases). También tiene influencia modernista y una ideología tradicionalista. Su representante más destacado fue Eduardo Marquina, que obtuvo un gran éxito con dramas históricos como Las hijas del Cid o En Flandes se ha puesto el sol.

Menos consistente es el teatro de Francisco Villaespesa, representante de un modernismo fácil y superficial, como en Doña María de Padilla. En esta corriente hay que incluir las dos obras escritas en colaboración por los hermanos Machado, siendo La Lola se va a los puertos (1929) su obra de mayor éxito.

Teatro Innovador

Miguel de Unamuno cultivó el teatro como una forma más de tratar los temas que le preocupaban. El suyo es un teatro de ideas con escasa acción dramática, en el que lo importante es el drama interior de los personajes. Algunas de sus obras son Fedra y El otro.

Azorín hizo un teatro alejado del realismo, basado en la palabra y en la desnudez escenográfica. El tema recurrente en Azorín es el paso del tiempo, especialmente en su trilogía Lo invisible.

Aunque no pertenece a la Generación del 98, el dramaturgo catalán Jacinto Grau estuvo marcado por la disconformidad con el teatro español de su época. Sus obras son cultas y exquisitas, y tuvo un gran éxito en el extranjero. Algunas de sus obras son Don Juan de Carillana, El burlador que no se burla y El señor de Pigmalión, que es la más importante.

Otro grupo de teatro innovador son los novecentistas, vanguardistas y dramaturgos del 27. Entre ellos destaca Ramón Gómez de la Serna, novecentista y vanguardista.