Explorando el Teatro de Valle-Inclán: Modernismo, Mito y Esperpento

La Trayectoria Dramática de Ramón María del Valle-Inclán

Valle-Inclán es el dramaturgo más sobresaliente de la España del siglo XX. Genial innovador del teatro español, rechaza el realismo burgués del teatro anterior y propone una total renovación de la escena española en todos los aspectos, experimentando diversos métodos. Su obra teatral se divide en cuatro grupos:

Inicios dramáticos: los dramas decadentistas o modernistas

Se trata de piezas teatrales bajo la estética modernista, a las que Valle incorporó personajes con lenguaje y actitudes realistas, tratados de forma irónica y hasta caricaturesca. En sus primeras obras (El marqués de Bradomín, El yermo de las almas), Valle dramatiza el tema del adulterio, libre de la carga ética de la alta comedia.

Ciclo mítico

Se suelen incluir aquí las Comedias bárbaras, El embrujado y Divinas palabras. Todas estas obras se sitúan en una Galicia intemporal, arcaica y supersticiosa, con personajes faltos de moral, sacrílegos y feroces, y en un mundo de pasiones donde conviven lo sobrenatural, lo misterioso y la muerte. Las Comedias bárbaras (trilogía formada por Águila de blasón, Romance de lobos y Cara de plata) dramatizan la tragedia de la familia Montenegro. El personaje principal es el patriarca Juan Manuel Montenegro, despótico, cruel y violento, pero también justo y caritativo. Representante de la decadente aristocracia rural, simboliza el último de los héroes de un mundo en destrucción. Su grandeza se contrapone a la codicia y vulgaridad de sus hijos (llamados “los lobos”), a excepción de don Miguelito (“Cara de Plata”), el único que posee alguna de las cualidades de su padre. “Los lobos”, a la muerte de su madre, desposeen de la herencia al padre, se entregan a la rapiña y, al final, aunque el pueblo trata de salvar al padre, lo matan. En Divinas palabras, el protagonista es un enano hidrocéfalo al que exponen sus familiares (sus tíos Marica del Reino, el sacristán Pedro Gailo y su mujer, Mari Gaila) por las ferias para ganar dinero. Cuando Mari Gaila deja al muchacho para encontrarse con su amante Séptimo Miau, un grupo de gente lo emborracha hasta ocasionarle la muerte, hecho que desencadenará un intento de linchamiento de dicha mujer.

Las farsas

Contraponen lo sentimental y lo grotesco para afrontar de otra manera la realidad y desmitificar la sociedad tradicional. Pertenecen a este grupo La marquesa Rosalinda, Farsa infantil de la cabeza del dragón, Farsa italiana de la enamorada del Rey y Farsa y licencia de la Reina castiza (sátira demoledora del reinado de Isabel II y de la vida de palacio).

El esperpento

Este subgénero, de creación valleinclanesca, nace de una determinada situación histórica (decadencia exterior de España, hambre y miseria, turno de partidos políticos y corrupción generalizada) y sigue la tradición española representada por Quevedo o Goya. El esperpento (que consiste en ver “la realidad desde arriba”) es un proceso de deformación sistemática de la realidad para ofrecer su imagen grotesca y de este modo criticar la sociedad burguesa por su corrupción e inautenticidad. Esta visión deformada se consigue a través de distintos procedimientos entre los que sobresalen:

  • La presentación de ambientes degradantes (tabernas, burdeles, antros de juego, míseros interiores, calles inseguras, calabozos) y de personajes marginales (borrachos, prostitutas, pícaros, mendigos, artistas fracasados y bohemios).
  • Los protagonistas son presentados como marionetas sin voluntad, bajo las técnicas de la animalización y la cosificación.
  • La deformación idiomática: se mezclan el lenguaje culto y hasta pedante con las expresiones vulgares o la jerga castiza, el habla tabernaria, de la delincuencia o del prostíbulo.

El ciclo esperpéntico se inicia con su obra más destacada: Luces de bohemia (1920), drama en el que se cuenta el dantesco viaje nocturno del poeta ciego Max Estrella, guiado por don Latino de Hispalis por diversos lugares madrileños (la librería, la buñolería modernista, las calles, el calabozo, el periódico, el despacho del ministro) hasta llegar a la puerta de su casa al amanecer, lugar en el cual muere. Las últimas escenas presentan el velorio ridículo del fallecido, la visita al cementerio de sus amigos Rubén Darío y el marqués de Bradomín y la traición final de don Latino, que se queda con el billete de lotería premiado de Max, mientras que su esposa e hija se suicidan acosadas por la miseria. En esta pieza destaca la escena XII, donde se recoge la teoría del esperpento. Además, comprobamos que el autor presenta una visión despiadada de la sociedad puesto que todos los personajes (marginales, autoridades oficiales o artistas bohemios), incluso los protagonistas son descritos como falsos, hipócritas y repugnantes, sin que podamos sentir simpatía alguna por ellos (quedan excluidos el obrero anarquista catalán que conoce Max en la cárcel y al que luego asesinan; y la madre que llora desgarrada por el asesinato a manos de la policía de su hijo pequeño durante una protesta social). Otras piezas esperpénticas son Los cuernos de don Friolera, que ridiculiza el tema del honor transmitido por el teatro clásico; Las galas del difunto parodia el mito del don Juan y La hija del capitán, tremenda crítica contra los levantamientos militares tan frecuentes en la historia de España. Estas tres obras constituyen la trilogía Martes de Carnaval.