Platón y Descartes: Dos Pilares del Pensamiento Occidental

La Teoría de las Ideas de Platón

Las Ideas Platónicas

La experiencia de un mundo en continuo movimiento y cambio, tal como había sido expresado por Heráclito, le planteaba a Platón ciertas dificultades. Los sentidos nos entregan imágenes móviles o imágenes aparentemente estáticas, pero que también cambian. Frente al mundo sensible, tiene que haber un mundo ideal independiente de las cosas reales. Este universo tiene carácter universal y en él están las ideas, que son inmutables y eternas. Las ideas no son solo conceptos, son fundamento y modelo del mundo real.

Hay dos mundos distintos: uno que cambia, que percibimos por los sentidos, y otro que está libre de cambio, que solo percibimos con el entendimiento. Los objetos del mundo sensible participan de las ideas, aunque sea imperfectamente, y suponen un reflejo del mundo inteligible. El mundo sensible es un mundo aparente, no es real. Las ideas constituyen el fondo de valores éticos, de conceptos estéticos que se enraízan en la mente y el lenguaje.

La Idea del Bien

El mundo de las ideas está jerarquizado: en su base se encuentran las ideas de los objetos y seres del mundo sensible, objetos matemáticos, ideas éticas y estéticas y, finalmente, la idea del Bien en sí. Esta idea es el horizonte y el punto de referencia de las demás ideas. Es el fundamento de todo ser y de todo entender, al ser, pues, el individuo, en muchos aspectos, partícipe de las ideas, esa participación con la idea del Bien tendrá que ser decisiva para su propio existir.

El Alma y el Conocimiento

La palabra “alma” significa en los poemas homéricos “vida”, como principio, como latido, como movimiento. El cuerpo está recorrido por un soplo que lo alienta (primeros testimonios de nuestra cultura).

Características del Alma

Este hecho físico se expresó al mismo tiempo, no ya en un verbo, sino en un sustantivo, psique, que significaba movimiento y principio originador. Es, pues, el principio de la vida del cuerpo y, siguiendo con una cierta concepción dualista, el elemento opuesto a la corporeidad. El alma se mueve por sí misma y transmite este movimiento al cuerpo que, de otra manera, sería inerte y carente de vida. El alma predomina sobre el cuerpo. En el Fedón, Platón define al alma como simple, semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme e indisoluble, mientras que el cuerpo es mortal, multiforme e irracional. El cuerpo muere y el alma marcha a otro lugar divino e inmortal. El alma puede ser arrastrada por el cuerpo. Platón no solo defiende la inmortalidad del alma, sino también su transmigración de unos cuerpos a otros. De esta cadena de reencarnaciones solo puede escapar liberándose de la esclavitud del cuerpo. Describir cómo es realmente la naturaleza del alma no está al alcance de la mente humana, por eso Platón recurrirá, en el diálogo Fedro, al famoso mito del carro alado. (Un auriga y dos caballos, explicar).

Las Tres Fuerzas del Alma

La experiencia enseña a Platón que el alma está compuesta por tres fuerzas. El alma consta de tres partes que tienen a su vez diferentes funciones y se localizan en lugares específicos del cuerpo:

  • Parte racional: Nos diferencia de los animales y supone el elemento más elevado, se asemeja a lo divino y es inmortal. Su misión es conducir a las otras dos partes del alma. Sus virtudes son la sabiduría y la prudencia.
  • Parte irascible: Reside en el pecho y está emparentada con la moral, siendo fuente de pasiones nobles como la valentía. Su virtud es la fortaleza.
  • Parte concupiscible: Es la que tiene que ver con tendencias o deseos menos controlados que los anteriores. Origina bajas pasiones. Su virtud debe ser la templanza.

Cuando el alma racional ejerce correctamente su función, se produce una armonía individual que será reflejo de la armonía social.

Los Modos de Conocer que tiene el Alma

Otros aspectos tienen que ver con los niveles de conocimiento que ordenan esta fuerza interior: el mundo de lo que se ve, el horizonte de las ideas, la luz de la idea suprema, el Bien. Estos tres niveles determinan tres modos de conocimiento:

  1. Sensación: A través de la cual se nos hace presente el mundo. Puede ser engañosa, es el primer filtro a través del que el mundo llega hasta nosotros.
  2. Doxa (Opinión): En el plano en el que encontramos las ideas, el alma se hace forma de conocimiento que ya no es inmediata como la sensación. Apenas se roza el mundo exterior, aunque se refiera a él: su territorio es la doxa, las opiniones.
  3. Ciencia (Episteme): Solo en esa lucha por la verdad, a través de las opiniones, se puede alcanzar el conocimiento que se expresa en la ciencia. Este saber alcanza su momento esencial en el conocimiento del Bien. El Bien es el objeto preeminente de un grado superior conocido por nous, o inteligencia.

Como toda la red conceptual que tejió la filosofía, también surgió de la experiencia de los sentidos. Nous fue una forma de ver, adivinando lo que se veía tras la apariencia. El problema radica en cómo podemos acceder al conocimiento del mundo. Platón propone tres caminos:

  • A través de la dialéctica: Tal y como expone Platón en el libro La República, establece un paralelismo entre ontología y epistemología. El mundo sensible se divide en imágenes, que pueden ser aprehendidas con la eikasia (imaginación), y cosas, que son captadas a través de la pistis (creencia). No puede haber conocimiento científico del mundo sensible porque es particular y cambiante, y solo puede haber ciencia de lo universal e inmutable, esto es, el mundo de las ideas que se aprehende a través de la episteme. El mundo inteligible se subdivide en objetos matemáticos, que son estudiados por la dianoia, e ideas, que son captadas por la noesis (inteligencia). Una vez que el filósofo ha alcanzado el mundo de las ideas, va ascendiendo hasta la idea del Bien.
  • A través de la reminiscencia: El alma ha estado en el mundo de las ideas y puede recordarlo, de ahí la famosa afirmación de que “conocer es recordar”. Esta teoría es denominada anamnesis. Utilizando la mayéutica socrática, se pueden entender y describir complejos teoremas y extraer la verdad que estaba dormida en nuestro interior. El alma ya no es solamente ese motor de vida, es un recipiente de memoria.
  • A través del amor: Por un lado, el hombre ansía encontrar el conocimiento y ascender entre todas las cosas múltiples hasta la idea de Belleza de la que participan esos objetos. El amor ayuda al ser humano a ascender para llegar al conocimiento de las ideas. El alma, al ser de la misma naturaleza que las ideas, siente un impulso amoroso y anhela volver al mundo inteligible al que pertenece.

El Significado Platónico de *Arete*

Platón propone que el aprender determinadas formas de excelencia humana no es para dominar a los otros, sino para dominarse a sí mismo. Y este dominio supone conocerse a sí mismo. El arete radica en el conocimiento. Platón concibe la virtud como armonía de las tres partes del alma. Como vimos antes, cuando cada alma ejerce la función que le corresponde, se alcanza la justicia, y el hombre es virtuoso, armonioso y justo. Por eso, el alma racional debe ser prudente y conducir a la parte irascible, que a su vez tiene que ser valerosa. Ambas deben conducir a la parte concupiscible para que sea temperada y no sea arrastrada por deseos sexuales. Otra virtud fundamental es la sabiduría práctica, que se concibe como prudencia, pero también hace referencia al conocimiento superior de las ideas de Justicia o del Bien.

La Justicia, Ideal de la Comunidad

Platón pretende construir un modelo de organización ciudadana, una polis, que permita establecer lo que comprende su ideal de comunidad: la justicia. Tener una clara idea de la justicia, tal como se plantea, por ejemplo, en Apología. Superar la concepción tiránica de la política, en la que algunos ciudadanos imponen por la fuerza o por engaño su particular egoísmo. Educar a los ciudadanos y, sobre todo, a los políticos. Esa educación llevará al poder a los ciudadanos más inteligentes y generosos. El Estado es un reflejo del ciudadano. Cuando en el hombre cada función del alma actúa como le corresponde, reina en él la armonía y surge la justicia.

Niveles de Organización del Estado

  • Nivel superior: Corresponde al logos, a la racionalidad y la reflexión. A este nivel pertenecen los gobernantes, que han sido elegidos entre los guardianes y que fundan su superioridad en el saber. La función de estos gobernantes es gobernar teniendo siempre presente la justicia.
  • Guardianes: Otro nivel de los ciudadanos es el de los guardianes, cuya misión es defender al Estado de los posibles ataques exteriores. Esta clase tampoco puede, como la de los filósofos, tener bienes materiales y su entrega a la tarea común debe ser total. La parte del alma que corresponde a los guardianes es la irascible y su virtud es el valor.
  • Pueblo: Por último, el pueblo, formado por campesinos, comerciantes y artesanos. Son el fundamento económico de la polis. Su virtud es la templanza, que controla y equilibra sus impulsos.

Descartes: Búsqueda del Conocimiento Seguro

El objetivo de Descartes era descubrir un conocimiento seguro, estable, que se sitúe más allá de toda duda razonable. Descartes adquirió pronto la idea de que todo conocimiento debía regirse por el procedimiento de la matemática.

El Método Cartesiano

En el Discurso del Método, expone un método que consta de cuatro reglas:

  1. Regla de la evidencia: No admitirá como verdadero nada que no aparezca en la mente de manera evidente, esto es, con claridad, que posea presencia directa e inmediata, y distinción, que sea intuida en su peculiaridad individual y sin mezcla de ninguna otra.
  2. Regla del análisis: Como solo se puede tener evidencia de las naturalezas simples, cuando estemos ante un problema complejo, compuesto de naturalezas complejas, hay que dividirlo en cuantas partes más simples sea posible.
  3. Regla de la síntesis: Una vez que se ha descompuesto el problema y se obtienen naturalezas simples, hay que recomponerlo por medio de la síntesis.
  4. Regla de la enumeración: Consiste en revisar todo el proceso hasta estar seguros de no omitir nada.

Duda Metódica

El objetivo es, por tanto, un saber seguro y cierto construido por nuestra razón, en el que podamos confiar más allá de toda duda. Descartes utilizará la duda metódica. No es una duda escéptica que pone en entredicho cualquier verdad e incluso niega la validez del conocimiento, sino una herramienta metodológica, un método de acercamiento a la verdad. En primer lugar, Descartes encuentra que los sentidos nos engañan y que, por tanto, no se puede confiar en ellos como fuente de conocimiento seguro y objetivo. Descartes exagera la duda hasta el punto de pensar que Dios puede engañarnos.

La Primera Verdad: El *Cogito*

La verdad necesaria de la propia existencia como sujeto que duda y es víctima del engaño. Llega Descartes a la conclusión de que todo es falso, pero en ese momento del razonamiento encuentra un resto indubitable, algo de lo que no puede dudar. La evidencia de la existencia personal cuando se piensa es la primera verdad y el modelo de certeza para la afirmación de las verdades que consiguientemente puedan presentarse clara y distintamente. “Cogito, ergo sum” (Pienso, luego existo). Es una intuición evidente, clara y distinta que cumple las exigencias del primer paso del método. Descartes procederá a construir su filosofía como una secuencia de intuiciones evidentes.

La Sustancia

En los Principios de la Filosofía, Descartes define la sustancia como “una cosa que existe en forma tal que no tiene necesidad sino de sí misma para existir”. La definición solo es aplicable en propiedad a Dios, pues solo Él es independiente y existe por sí mismo. Descartes extiende el término sustancia a la res cogitans (sustancia pensante) y a la res extensa (sustancia extensa), entendiendo que designa cosas que solo necesitan del concurso de Dios para existir. De ahí que diferencie entre sustancia infinita (Dios) y sustancias finitas (el pensamiento y la extensión). Las sustancias tienen un atributo, que es su esencia y se identifica con ella, y unos modos, que son las maneras en que aparece. La respuesta es que soy un sujeto, una cosa o sustancia que piensa. Se afirma de este modo la existencia de una sustancia cuyo atributo es el pensamiento y sus modos, todo aquello que es objeto de conciencia: pensar, dudar, querer, imaginar, incluso sentir. El pensamiento es la actividad que define o indica la esencia de la sustancia pensante. Todo el ámbito de la corporeidad está dentro del paréntesis abierto por la duda. El pensamiento es un atributo que me pertenece, siendo el único que no puede separarse de mí. La sustancia extensa corresponde con el mundo que percibimos con los sentidos; su atributo es la extensión y sus modos, la figura y el movimiento.

Uno de los grandes problemas derivados del proceso de la duda metódica es que se incurre en el denominado solipsismo subjetivista: solo podemos estar seguros de nuestra propia existencia, de nuestra conciencia subjetiva, porque “yo pienso, luego yo existo”. No se puede demostrar ni la existencia de otras conciencias ni la existencia del mundo exterior a mi mente. Este “yo”, es decir, el alma, por la cual soy lo que soy, es enteramente distinta al cuerpo y hasta más fácil de conocer que él.

El Problema de la Comunicación entre la *Res Extensa* y la *Res Cogitans*

La concepción de las sustancias pensante y extensa como recíprocamente independientes y heterogéneas planteaba el problema de explicar su interacción e incluso su unión en el caso del hombre como sujeto compuesto de un alma puramente espiritual y un cuerpo extenso. Descartes trató de dar una explicación teórica de la interacción de las sustancias en el hombre, viendo en la glándula pineal el punto en el que el alma conecta con el cuerpo y queda afectada por los movimientos corporales que hasta allí llevan los espíritus o corpúsculos de materia sutil del sistema nervioso.

La Existencia Necesaria de Dios

En la res cogitans, en sí mismo como sujeto pensante, halla Descartes las ideas o pensamientos. En general, estas pueden ser innatas, adventicias o facticias. Entre ellas figura la de Dios como sustancia infinita, eterna, omnipotente y omnisciente, creador universal de todas las cosas que están fuera de él. La idea de Dios no puede ser una idea adventicia porque en el mundo físico no encontramos nada que sea infinito ni perfecto, tampoco puede ser facticia ya que estas se originan a partir de las adventicias, por tanto, solo puede ser una idea innata. La idea de Dios como ser infinito incluye la absoluta perfección y, por tanto, la falta de malicia. De ahí concluye Descartes que Dios no puede ser engañador, es decir, actuar de modo tal que yo siempre me engañe cuando afirmo la verdad de lo que concibo clara y distintamente. De este modo, podemos afirmar también la realidad del mundo exterior de la naturaleza, en los términos en los que la concebimos de forma clara y distinta, no solo como posible, sino como dada independientemente de nosotros, esto es: Dios como una garantía de la existencia.

El Ideal Científico de Descartes

Descartes perseguía sustituir a Aristóteles y a la filosofía de la ciencia aristotélico-escolástica, ofreciendo un sistema total del saber.

Leyes del Movimiento

  • Primera ley de inercia: Cada cosa permanece en el estado en que está mientras que nada modifica ese estado.
  • Segunda ley: Dice que las trayectorias reales de los cuerpos son curvas.
  • Tercera ley: Regula que cuando un cuerpo empuja a otro, no podría transmitirle ningún movimiento, a no ser que pierda al mismo tiempo otro tanto del suyo.

Descartes pone en relación estas tres leyes, su necesidad y su inmutabilidad con la inmutabilidad de Dios. Las leyes que gobiernan el movimiento de la materia son universales.

La Cosmología Cartesiana: Los Vértices y los Torbellinos

El universo cartesiano, creado y conservado por Dios, marchaba por sí mismo. Es como una máquina, un reloj, que su creador ha puesto en marcha y después continúa su movimiento siguiendo sus propias leyes.