La Narrativa en Verso: Épica, Mester de Juglaría y el Cantar

LA NARRATIVA EN VERSO

1. LA ÉPICA

Es una narración histórica en verso y su objetivo esencial es la persecución del honor a través del riesgo.

Tipos de épica:

  • Épica heroica: Dirigida a una audiencia popular y compuesta oralmente o por escrito.
  • Épica culta: Escrita normalmente en latín, salvo excepciones como el Libro de Aleixandre, y entroncada con la Eneida de Virgilio.

Aparecería primero la heroica oral, luego la escrita y por último la culta.

2. EL MESTER DE JUGLARÍA

Los juglares eran personajes de humilde origen, cómicos ambulantes que se dedicaban, además, a ejercicios circenses, haciendo juegos malabares, actuando como volantines y saltimbanquis o como bufones que contaban chistes o tocaban instrumentos sencillos, o bailaban y cantaban representando piezas sencillas de mimo o títeres y recitando versos que componían otros autores, llamados trovadores, bien en los lugares públicos (las plazas de los pueblos), bien en castillos de señores feudales por los cuales eran alojados; muchas veces se ayudaban con dibujos.

El verso juglaresco se caracterizaba por anisosilabismo (es un término lingüístico usado en la métrica, que indica que los versos de una estrofa o poema no guardan regularidad en cuanto al número de sílabas métricas).

3. LA EPOPEYA

La epopeya medieval española es básicamente histórica. Se ocupa de sucesos reales y se ajusta a datos topográficos y ambientales, es decir, están ausentes los elementos maravillosos y fantásticos y las fuerzas sobrehumanas. Frente a la germana y la francesa, en nuestra epopeya lo maravilloso queda reducido a unos elementos que por entonces entraban dentro de lo normal: sueños, conjuros, tradiciones.

4. CANTAR DE GESTA

Es el nombre dado a la epopeya escrita en la Edad Media o a una manifestación literaria extensa perteneciente a la épica que narra las hazañas de un héroe que representa las virtudes que un pueblo o colectividad consideraban modélicas durante el medievo.

Solo se ha conservado de forma escrita el Cantar de mio Cid, el Cantar de las Mocedades de Rodrigo y unos cuantos versos del Cantar de Roncesvalles.

5. CANTAR DE MIO CID

El poema de Mio Cid es la primera gran obra de la literatura española escrita en romance. Es un cantar de gesta anónimo que cuenta las hazañas heroicas de un caballero castellano llamado Rodrigo Díaz de Vivar (El Cid Campeador). No se sabe con seguridad cuándo se compuso este poema o Cantar de Mio Cid ni quién fue su autor, pero algunos investigadores creen que debió escribirse en el siglo XII, poco después de que el Cid Campeador muriese, ya que estaban recientes sus hazañas.

En esta obra, el Cid representa el héroe colectivo que ha vencido mil batallas y siempre es fiel a su rey a pesar de que ha sido siempre tratado injustamente. Éste se presenta como un guerrero invencible; pero también como un hombre muy humano que ama a Dios y a los suyos y valora la amistad y la fidelidad. El Cid evoluciona a lo largo del poema. Al principio está en el más absoluto deshonor, acusado de traidor al rey por haber robado los impuestos a los árabes. Es desterrado y tiene que dirigirse a la frontera, a territorio árabe. Se ve obligado a luchar contra los árabes con pocos hombres y, tras vencer en sucesivas batallas, conquista Valencia y se la cede a su rey, a pesar de que éste lo acusó de haberlo traicionado. Gracias a su valor, sabiduría y astucia, va recuperando poco a poco territorios y alcanzando mucho poder. Desde el punto de vista social, el Cid es un infanzón que pertenece a la baja nobleza. Sin embargo, en el poema actúa como un hombre de gran personalidad y superior a los nobles de mayor estatus social. Es un hombre movido por la mesura, la fidelidad a su rey, la religiosidad, la inteligencia estratégica, la valentía, la sabiduría, la fuerza física, la solidaridad con los suyos e, incluso, el humor.

El poema se divide en tres partes:

  • Cantar del destierro: Rodrigo Díaz de Vivar es desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI por culpa de unos cortesanos envidiosos. El Cid parte al destierro tras haber dejado a su esposa, Doña Jimena, y a sus hijas, Doña Elvira y Doña Sol, en el monasterio de Cardeña. En sus sueños se le aparece el arcángel Gabriel, que le predice grandes victorias. Entra en tierra de moros y va ganando numerosas tierras y le envía al rey una muestra para intentar reconciliarse con él y recuperar la honra que había perdido. Tras reforzar sus tropas, ataca Huesca y derrota a los moros de Lérida, ayudado por el Conde de Barcelona, al que hace prisionero y libera días después.