Contexto Histórico
El contexto se sitúa en el largo periodo de la Restauración, que abarca desde el reinado de Alfonso XII (1875-1885) hasta el de Alfonso XIII (1902-1923). Este último reinado culmina con la dictadura de Primo de Rivera, aceptada por Alfonso XIII, quien se exiliaría en abril de 1931. Entre ambos reinados, se encuentra la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), durante la cual, con Sagasta en el gobierno, se produce la guerra hispano-estadounidense y la firma de la Paz de París (ambas en 1898). Aunque el sistema proporcionó estabilidad política a España, sus vicios internos, elementos inasimilables y fisuras, lo harían inviable a largo plazo.
La Importancia de Cuba
Cuba era una potencia exportadora mundial de caña de azúcar (y azúcar de caña), café y tabaco. Aunque se toleraba la venta libre, España mantenía en Cuba un mercado cautivo, protegido por altos aranceles. Esto generaba tensiones con Estados Unidos, partidario del libre comercio y que, además, había intentado infructuosamente comprar la isla al gobierno español.
Los criollos cubanos demandaban autonomía, representación en las Cortes de Madrid, la abolición de la esclavitud y libertad de comercio. En estas dos últimas reivindicaciones, encontraban la oposición de los hacendados españoles en la isla (que poseían esclavos) y de los comerciantes peninsulares.
El Conflicto de Cuba
El primer brote de insurgencia en la isla se produjo en 1868, dando inicio a la Guerra de los Diez Años (1868-1878), que finalizó con la Paz de Zanjón y promesas que se cumplirían tardíamente: la abolición de la esclavitud no llegó hasta 1886 y la autonomía para la isla se concedió cuando ya era inviable (1897).
La Guerra Chiquita (1879) fue sofocada, pero la insurrección resurgió con fuerza en 1895, dando lugar a la fase final del conflicto (1895-1898). En este punto, el independentismo era la opinión mayoritaria de la población cubana, liderada por José Martí, un criollo que había fundado en 1893 el Partido Revolucionario Cubano, promotor de la independencia. Su muerte prematura en mayo de 1895 no desanimó a los líderes independentistas, que contaron con el apoyo de Estados Unidos (suministro de armas).
En 1895, Cánovas envió a Cuba al general Martínez Campos y, posteriormente, al general Weyler, conocido por su política represiva. El cambio de postura del gobierno en 1897, a favor de un compromiso de cesión de autonomía a la isla, llegó demasiado tarde.
La explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana (febrero de 1898) precipitó la declaración de guerra a España por parte de Estados Unidos (abril de 1898). Aunque hubo combates terrestres, la guerra se decidió en el mar, en enfrentamientos desiguales: la batalla de Cavite (mayo de 1898), en la bahía de Manila, y la batalla del puerto de Santiago de Cuba (julio de 1898).
El Tratado de París puso fin a la guerra y al imperio ultramarino español.
Consecuencias de la Guerra y del Tratado de París
- Humanas: Unas 32.000 víctimas españolas (el ejército expedicionario contaba con 180.000 soldados).
- Económicas: Fin del mercado colonial. Repatriación de capitales americanos (con ellos nacerá el Banco Hispanoamericano).
- Políticas: La Restauración continuó, pero con un sistema cada vez más cuestionado. La regeneración política pretendida por las nuevas personalidades del turno no se logró plenamente. Se planteó la creación de un nuevo pequeño imperio colonial en África para recuperar el prestigio perdido: España ya había iniciado la ocupación de Río de Oro (Sahara Occidental) desde 1884 y tenía presencia en la Isla de Fernando Poo (Golfo de Guinea) desde 1858 (por acuerdos con Portugal que se remontaban a 1777); a principios del siglo XX incorporará Río Muni (1904) y el Rif marroquí (Conferencia de Algeciras, 1906), confirmado como protectorado en 1912, un territorio que sería fuente de amargos sinsabores1.
- Morales: Se generó una profunda frustración por la imagen de debilidad que ofrecía España frente a las grandes potencias imperialistas de fin de siglo. Nació así el “problema de España”: su identidad quebrada y el amor a España pese a todo (al calor de ese sentimiento nacerá la Generación del 98) y su regeneración política y económica más allá de la recreación de mitos rancios (Joaquín Costa hablará de encerrar el cadáver del Cid bajo siete llaves).
- Militares: El ejército y la armada españoles quedaron gravemente dañados. Como consecuencia, surgió un sentimiento militar corporativista enfrentado al sistema político, tachado de viciado y culpable de todo, con tentaciones intervencionistas.