La Crítica de Nietzsche a la Tradición Occidental
2.1. La Crítica a la Moral
Nietzsche considera que la moral vigente (platónico-cristiana) es una moral de “contranaturaleza”, opuesta a la vida y contraria a los instintos vitales. La moral contranatural, es decir, la moral enseñada hasta ahora, va contra los instintos de la vida, es una condena —a veces encubierta— de esos instintos. La base filosófica de la moral contranatural es el platonismo, que pasó después al cristianismo, convirtiéndose así el platonismo en la metafísica cristiana. Se explica así que la moral cristiana ponga el centro de gravedad del ser humano no en esta vida, sino en la otra, en el mundo de las ideas, en el más allá salvador. Nietzsche no encuentra palabras suficientemente duras para calificar lo que denomina “complot del cristianismo”. Así afirma que “la vida acaba donde comienza el reino de Dios”.
La moral, según ha sido enseñada e impuesta como «norma de conducta» en Occidente, implica un juicio valorativo negativo sobre la vida, contrario a la vida misma. Se trata de una moral contranatural que tiene por objetivo demostrar la voluntad libre del ser humano. Los cristianos niegan la vida, porque hacen que exista un orden moral en el mundo, orden que transgredimos, y así hacen a los hombres culpables. Nos creemos culpables porque somos libres, pero Nietzsche dice que se nos hace libres porque previamente se nos hace culpables.
Lo que se critica aquí es la idea de un orden moral en el mundo que, a modo de guía, sirva para dirigir la historia del ser humano, algo trascendente al hombre, algo externo al hombre mismo. Hay órdenes, metas, leyes, pero son propias, inmanentes, parciales y humanas. Una guía absoluta, como propone la moral tradicional, sólo es posible si imaginamos a alguien fuera del mundo, fuera de la vida, y eso es lo que ha hecho la moral cristiana, cuyo resentimiento hacia la vida le ha obligado a buscar leyes no de este mundo, sino del más allá, del mundo de las ideas. Como ese orden moral del mundo no viene dado por el propio ser humano, no nos llega de la propia historia, sino de Dios, Nietzsche combate esta idea con la tesis siguiente: si Dios ha sido hasta ahora la gran objeción contra la vida, contra la existencia, nosotros negamos a Dios, negamos la responsabilidad ante Dios; de esta forma «redimimos» el mundo. El ser humano no necesita de Dios para saberse y ser libre, siempre lo ha sido y lo será, porque el mundo no tiene ninguna ley trascendente que le obligue, ni existe ningún ser superior que nos dirija.
Nietzsche, no obstante, al criticar la moral antinatural (la moral tradicional cristiana), no es un amoral (sin moral). Nietzsche solía llamarse «inmoralista» (contrario a la moral establecida), pero no porque fuera amoral; él tiene una moral, aunque muy diferente a la cristiana: la exaltación de la vida en su completo desarrollo, en su creatividad y destrucción naturales, en el originario devenir del ser.
2.2. La Crítica a la Metafísica Tradicional
2.2.1. Crítica Ontológica de la Metafísica
La metafísica tradicional se asienta en un error básico: la creencia en la antítesis de los valores. Los filósofos dogmáticos han creído siempre que las cosas de valor supremo tienen un origen propio, que no pueden derivar de este mundo terreno y efímero, sino que vienen directamente de Dios, del ”otro mundo”. Para justificar una serie de valoraciones o, mejor, de categorías, el filósofo inventa un mundo distinto de éste, que, por tanto, posee categorías totalmente contrapuestas al mundo de aquí.
La ontología tradicional es estática, porque considera el ser como algo fijo, inmutable. Además ese ser no se deja ver tal como es en realidad en este mundo, donde todo es apariencia y falsedad de los sentidos, sino que tiene su propio mundo: lo que el hombre conoce del ser es mera apariencia. Así, al ser este mundo irreal, debemos buscar en el otro para encontrar la verdad. El filósofo dogmático se dedica, dice Nietzsche, a buscar, indagar, “especular”, por encima del movimiento del mundo, porque piensa que el ser del mundo no se puede estudiar en el torbellino de esta vida, que es para él causa de error. Esta separación entre ser real (mundo de las ideas) y aparente (el mundo de aquí) es ya un juicio valorativo sobre la vida, un juicio negativo, porque da más importancia al mundo de las ideas (real) que al mundo de los sentidos (irreal, aparente). Pero no hay un mundo aparente y otro verdadero, sino el devenir constante del ser creando y destruyendo el único mundo existente (el de aquí y ahora). La ontología tradicional se basa, a juicio de Nietzsche, en los prejuicios de los filósofos contra algunas manifestaciones vitales, como el horror a la muerte, a la vejez, al cambio y a la procreación. La ontología está estrechamente relacionada con la moralidad; la división del mundo en real y aparente, del platonismo, está presente en la moral contranatural cristiana que ve en los sentidos una causa de perdición.
Podemos resumir su pensamiento con estas cuatro tesis sobre la falsa concepción tradicional del ser:
- “Las razones por las que este mundo ha sido calificado de aparente por el metafísico, fundamentan, antes bien, su realidad; otra especie de realidad diferente es absolutamente indemostrable.” La tradición metafísica occidental toma como verdadera la reflexión de la razón sin darse cuenta de que no está fundamentada en la lógica, ni en el sentido común, sino en la necesidad que tiene el ser humano de sobrevivir en un mundo en devenir. Necesitamos las categorías de la razón porque, gracias a ellas, podemos vivir con cierto reposo, seguridad y calma haciendo frente así al devenir constante del ser.
- “Las categorías del ser verdadero de las cosas son signos del no-ser, de la nada.” La ontología tradicional, al creer que el devenir del ser es un error de nuestros sentidos, sólo se justifica en un mundo donde el ser ha sido “cosificado” mediante los conceptos; pero esos conceptos (unidad, causalidad, finalidad…), se han establecido a costa de negar el ser.
- “Inventar otro mundo distinto a éste implica tener recelo contra la vida, una actitud de recelo frente a la vida como devenir.” Aquí se descubre la intención de Nietzsche: el problema de fondo no es otro que el nihilismo, consecuencia de la perspectiva estática acerca del ser. Inventar otro mundo no tiene sentido si no se pretende que sea mejor que éste que pisamos, lo cual es propio de una actitud de resentimiento hacia la vida. Los síntomas del nihilismo empiezan con el recelo frente a la vida: se duda del valor de la vida, como “venganza” inmediata, por odio, y se inventa otro mundo para darle sentido a la “vida”, como si en este mundo no lo tuviera. De ese punto teórico arranca la moral como antinaturaleza.
- “Dividir el mundo en verdadero y aparente, ya sea al modo platónico-cristiano, o bien al modo kantiano, es una sugestión de la decadencia.” Los filósofos, al racionalizar lo que es imposible de racionalizar, el ser como devenir, inventan ficciones lógicas para así encontrar estabilidad frente al caos, porque el devenir no tiene ni obedece leyes sobrenaturales. Los humanos creamos las categorías, pero con ellas no hacemos sino “momificar” y paralizar el devenir del ser. Buscamos mecanismos adecuados para afirmar la existencia humana frente al mundo, y al hacerlo negamos el devenir del ser. Además, si existe un mundo real y otro aparente, también habrá un ser humano real y otro aparente, equivocado, y en último término un orden moral sobrenatural; de esta forma se quita el primitivo carácter de “inocencia” que poseía el devenir del ser y se hace al hombre dependiente de un principio superior a él mismo, bien sea Dios, bien sea la razón, bien sea la ciencia o la historia.
2.2.2. Crítica Epistemológica de la Metafísica
Nietzsche, aparte de esta crítica general a la ontología, hace una crítica, desde la misma razón, a las categorías y conceptos, pues, a su juicio, nos han inducido a considerar como error el devenir.
Realidad y Concepto
Toda palabra, en su origen, expresa una vivencia original, única e individualizada. Pero al convertirse en concepto, viene a expresar y significar una multiplicidad de cosas, a todas las cuales nombramos con un mismo término, como si todas fueran iguales, cuando, rigurosamente hablando, «nunca son idénticas». El concepto se ha formado prescindiendo arbitrariamente de las diferencias individuales. La verdad aparece así como un conjunto de generalizaciones, ilusiones que el uso y la costumbre han venido imponiendo, y cuya naturaleza desconocemos: «metáforas ya olvidadas que han perdido su fuerza sensible, monedas que han perdido su imagen y que ahora entran en consideración como metal, no como tales monedas».
El proceso de formación del concepto va desde la sensación hasta el producto como tal. Se pasa de la sensación a la imagen mediante metáforas intuitivas, y de la imagen al concepto a través de la “fijación” de una metáfora o conjunto de metáforas. Se niega, pues, todo tipo de proceso lógico en la formación de los conceptos. El hombre, en primer lugar, generaliza las impresiones, las convierte en conceptos y, después, refiere a ellos su vida misma (conocimiento y moral aparecen conjuntamente). Gracias a esta abstracción el ser humano puede hacer frente al devenir, que le arrastraría de intuición en intuición sin posibilidades de supervivencia. Ha sobrevivido, pero ha olvidado la naturaleza metafórica del concepto. El concepto no sirve para hablar del ser. Los conceptos no pueden aprehender la verdadera realidad del ser, que es devenir y cambio. Existiría la Verdad (con mayúsculas) si fuese posible una percepción exacta. Pero esto es imposible, porque entre el mundo del sujeto y el del objeto no caben correspondencias lógicas (causalidad, finalidad, etc.). Sólo es posible un comportamiento estético, que se sabe creativo y efímero.
A través de las palabras y de los conceptos no se llega nunca a penetrar en el origen de las cosas; ni siquiera las formas puras de la sensibilidad y de la inteligencia (el espacio, el tiempo, la causalidad, etc.) pueden proporcionarnos jamás nada que se aproxime a una verdad eterna.
Realidad y Lenguaje
La filosofía está en relación con el lenguaje, por eso las filosofías terminan por cumplir un cierto «esquema básico», sucediéndose según un determinado orden. La misión del filósofo es ir a los orígenes, y en los orígenes encontramos la filosofía de la gramática, que nos lleva a una visión particular de la realidad, lo que hace que todas las filosofías cumplan este esquema básico. Nietzsche nos pone un ejemplo: el parecido filosófico entre las filosofías india, griega y alemana se debe al apriori parecido lingüístico. Esto no quiere decir que Nietzsche identifique sin más pensamiento con lenguaje, porque el lenguaje apunta hacia algo fuera del lenguaje y del propio pensamiento, las propias cosas, el mundo en que nos movemos. Otra cosa es la relación que se establezca entre cada filosofía y su correspondiente esquema lingüístico; parecería que cada sistema como tal está condicionado por la funcionalidad de su gramática.
Nietzsche se pregunta si no estaremos siendo “engañados” por el propio lenguaje. “La razón en el lenguaje: ¡Oh, qué vieja hembra engañadora…! Creo que no vamos a desembarazarnos de la idea de Dios porque aún seguimos creyendo en la gramática.”
La Crítica de las Ciencias Positivas
Nietzsche critica la ciencia positiva porque supone una matematización de lo real; matematización que no nos ayuda a conocer las cosas, sino sólo a establecer una relación cuantitativa con ellas. La matematización anula las diferencias de las cosas. Reducir la cualidad a cantidad es un error y una locura. Nietzsche no ataca la ciencia en sí, sino una metodología determinada (el mecanicismo y positivismo de su época). Este método se relaciona con la metafísica tradicional porque se inspira directamente en la lógica, reductora de las diferencias, es decir, en la ontología que trata el devenir del ser como si fuera una apariencia. Se consuma el proceso de matematización de la realidad en el momento en que arbitrariamente prescindimos de las cualidades propias de las cosas, ya que el modelo matemático tiende a la estabilidad formal de las relaciones entre mundo y hombre. Pero dichas relaciones no pueden ser más que formales, es decir, externas.
La crítica a la ciencia y a su idea del progreso tiene dos vertientes:
- Ciencia y moral: La ciencia investiga el curso de la naturaleza, pero no da órdenes. La ciencia sólo conoce cantidad y número; nada sabe de la pasión, de la fuerza, del amor, del placer, etc.; además, ni la física, ni la química, ni las matemáticas explican al ser humano: es éste quien explica a aquéllas. La ciencia no puede hacer juicios valorativos sobre la vida, no ofrece leyes morales que puedan obligarnos.
- Ciencia y estado: La ciencia se ha convertido en nodriza al servicio de unos intereses creados; concretamente, el estado la ha tomado a su servicio con el fin de explotarla para sus fines. El “monstruo más frío de todos los monstruos, el estado”, posee en la ciencia su más fiel servidor.
Contexto Cultural y Filosófico de Nietzsche
Contexto Cultural: Nietzsche (nacido en Röcken en 1844 y fallecido en Weimar en 1900) perteneció al siglo XIX, un siglo dinámico, activo, creador, científico y pluriforme. Se dio un nuevo enfoque, donde la vida humana se explicaba a través de la experiencia de los fenómenos naturales. Socialmente, Europa era democrática y liberal. Culturalmente, se dio una reacción contra el realismo a través del impresionismo y el modernismo.
Filosofía y Obras: En la filosofía de Nietzsche se distinguen tres etapas:
- Hasta 1877: Distinción entre espíritu apolíneo y dionisíaco. Obra principal: El nacimiento de la tragedia.
- Desde 1878: Exaltación de la Ilustración. Obras: Humano, demasiado humano, Aurora y La gaya ciencia.
- Desde 1883 hasta 1889: Concepción de la vida como dolor, lucha e irracionalidad. Obras: Así habló Zaratustra, Más allá del bien y del mal, La genealogía de la moral, Crepúsculo de los ídolos, El anticristo, Ecce homo y La voluntad de poder (póstuma).
Crepúsculo de los ídolos es un resumen de su filosofía, donde ataca la metafísica y la moral tradicional. El título es una ironía contra Wagner, compositor de El crepúsculo de los Dioses.
Influencias: Recibió influencia de la Grecia clásica, Heráclito, la Ilustración, Schopenhauer y Wagner. Ejerció una gran influencia en el pensamiento contemporáneo, especialmente en el existencialismo, el vitalismo y la posmodernidad.
Actualidad y valoración: Nietzsche ha hecho tambalear los cimientos de la cultura occidental. Su crítica a la moral tradicional y su énfasis en la vida como devenir siguen siendo relevantes en la actualidad.