España en los años 30: De la República al Frente Popular

Las elecciones de 1933 y el bienio de derechas

Las elecciones generales se celebraron el 18 de noviembre de 1933. Fueron las primeras en España en las que votaron las mujeres. La izquierda se presentó a los comicios desunida, mientras que la derecha concurrió unida y organizada en muchas circunscripciones. El resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha, lo que inauguró el Bienio Negro. Dos fuerzas políticas obtuvieron los mejores resultados: el Partido Radical y la CEDA. El presidente de la República, Alcalá Zamora, confió la formación de gobierno al Partido Radical, que conformó un gabinete monocolor, pero contaba con el apoyo de la CEDA.

La paralización de las reformas

El nuevo gobierno, presidido por Alejandro Lerroux, inició su mandato paralizando buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo, se frenó la reforma agraria. La cuestión agrícola también enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña a raíz de la promulgación de la Ley de Contratos de Cultivo. Los propietarios catalanes, organizados en torno a la conservadora Lliga Catalana, buscaron el apoyo de la mayoría conservadora en las Cortes. El gobierno de la Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una ley nueva. Por otro lado, el gobierno central se enemistó con los nacionalistas vascos. El gobierno también intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero. Se aprobó una amnistía para los sublevados del año anterior. El viraje y la obstrucción de las reformas impulsadas en el bienio de izquierdas tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT. El sector radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno, que se materializó en huelgas y conflictos. Lerroux, jefe de gobierno, accedió a las peticiones de la CEDA y, el 5 de octubre de 1934, les otorgó tres carteras ministeriales.

La Revolución de Octubre de 1934

Tras la entrada de la CEDA en el gobierno, se produjeron huelgas y manifestaciones en algunas grandes ciudades para defender las reformas sociales. El movimiento fracasó y se declaró el estado de guerra, pero los acontecimientos fueron especialmente graves en Asturias. Allí, los mineros protagonizaron una revolución. La represión fue durísima: más de 1000 mineros muertos, lo que desencadenó una campaña de solidaridad internacional con las víctimas. En Cataluña, la revuelta tuvo un carácter más político que en Asturias. Contó con el respaldo del presidente de la Generalitat, Lluís Companys, quien pretendía evitar la entrada de la CEDA en el gobierno; por ello, proclamó el 6 de octubre la República Catalana. Se declaró el estado de guerra y el ejército, al mando del general Batet, ocupó el Palacio de la Generalitat.

La crisis del segundo bienio

Se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña, se anuló definitivamente la Ley de Contratos de Cultivo y los campesinos fueron obligados a pagar la totalidad de las rentas. Se nombró a Gil Robles ministro de la Guerra y a Francisco Franco jefe del Estado Mayor. Una fuerte crisis de gobierno estalló en el otoño de 1935. El Partido Radical se vio afectado por una serie de problemas, como el caso del estraperlo. Gil Robles quería que lo nombrasen presidente del gobierno, pero Alcalá Zamora se negó y decidió convocar elecciones para febrero de 1936.

Las elecciones de febrero de 1936 y el Frente Popular

Para presentarse a las elecciones, los partidos de izquierda se agruparon en el Frente Popular, una coalición electoral basada en un programa común que defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados. La CNT no participó en el pacto. Los partidos de derecha formaron distintas coaliciones, lideradas por la CEDA. De acuerdo con lo firmado en el programa del Frente Popular, el nuevo gobierno quedó formado por republicanos, mientras que los socialistas y el resto de partidos se comprometieron a prestarles apoyo parlamentario. Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República y Casares Quiroga, jefe del gobierno.

El Frente Popular en el poder

El nuevo gobierno puso rápidamente en marcha el programa pactado en la coalición electoral. Se decretó una amnistía y se obligó a las empresas a readmitir a los obreros despedidos. La Generalitat volvió al poder y se restableció el Estatuto de Autonomía. El nuevo gobierno reanudó el proceso reformista interrumpido en 1933. Esperanzados con las nuevas ideas de cambio, los partidos de izquierda y los sindicatos se lanzaron a una movilización popular. La nueva situación fue recibida por las derechas con absoluto rechazo. Los enfrentamientos se propagaron entre febrero y julio de 1936 por todo el país.

Hacia el golpe de Estado

La misma noche de las elecciones de febrero, el general Franco quiso declarar el estado de guerra. En los primeros momentos, la conspiración militar tuvo escasa fuerza y mala organización, hasta que se puso al frente el general Emilio Mola. La conspiración contaba con el apoyo de las fuerzas políticas de la derecha. El 14 de julio se produjo en Madrid el asesinato, a manos de un grupo de izquierdistas, del dirigente monárquico José Calvo Sotelo. Su muerte aceleró los planes golpistas y el alzamiento se inició en Marruecos el 17 de julio, dando origen a una guerra civil que se prolongaría durante tres años.

Partidos, elecciones y fuerzas políticas y sindicales

El PSOE fue la organización política más representativa de la izquierda obrera. Otra fuerza importante procedía del campo anarquista, la CNT. El peso del republicanismo de izquierdas y de centro fue también muy significativo; el partido más importante fue el Partido Radical. Finalmente, las derechas tardaron casi dos años en crear Acción Popular, la principal organización que nutrió a la CEDA.

La economía, las luchas sociales y los límites del reformismo

A principios de la década de 1930, Andalucía seguía siendo una región caracterizada por su economía agraria y el desigual reparto de la propiedad. En cuanto al sector industrial, aparecía asociado a las actividades agrícolas, pesqueras o mineras. La minería era un claro exponente de la dependencia andaluza de los capitales foráneos. Estaba previsto que la Ley de Reforma Agraria tuviera un gran impacto en Andalucía. La desilusión por las expectativas insatisfechas cundía entre los jornaleros y la conflictividad sociolaboral iba en aumento. Un ejemplo de esta realidad fue lo sucedido en enero de 1933 en la localidad gaditana de Casas Viejas.

Bienios de derechas y Frente Popular en Andalucía

El triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se tradujo en la liberación de presos políticos y sindicales, la toma de tierras y cortijos, la reposición de los ayuntamientos y la apertura de Casas del Pueblo que llevaban meses clausuradas.

Partidos y sindicatos en la Segunda República

La etapa republicana inauguró un periodo de gran actividad de las formaciones políticas y sindicalistas. El parlamento pasó a ser el centro de la vida política del país.

Las formaciones de izquierda

Destacaron dos partidos republicanos: los Radical-Socialistas y Acción Republicana. El papel de estos partidos en la República proviene más de su prestigio que de su fuerza electoral. En el ámbito regional, destacaron organizaciones como la Organización Republicana Autónoma Gallega y Esquerra Republicana de Catalunya. El partido más sólido y estructurado de la izquierda era el PSOE. Dentro del PSOE existían dos corrientes: una socialdemócrata y otra más revolucionaria. Más a la izquierda destacó el PCE. Se creó en 1936 el POUM. Mención aparte merece el sindicato anarquista CNT. En esta central sindical se enfrentaron dos corrientes: los trentistas y la corriente más radical, la FAI.

Los grupos de la derecha

Existían algunas formaciones republicanas de centro-derecha, como el veterano Partido Radical o la Derecha Liberal Republicana. Los partidos conservadores y católicos se desmoronaron tras la proclamación de la república. Entre estos grupos cabe destacar el Partido Agrario, el Liberal Demócrata y Acción Española. El gran partido de la derecha católica fue la CEDA, dirigida por Gil Robles.