Evolución poética de Miguel Hernández: Tradición y vanguardia
Tradición y vanguardia en la poesía de Miguel Hernández
La poesía de Miguel Hernández es absolutamente personal. Pasó por una serie de influencias que mezclan la tradición poética castellana con la vanguardia poética propia de los años que vivió.
La Generación del 27 y la fusión de tradición y vanguardia
Toda la obra de la Generación del 27 se caracteriza por la mezcla de tradición y vanguardia. Sin embargo, los movimientos europeos como el futurismo, dadaísmo o surrealismo se consideraban ajenos a una tradición que despreciaban. Poetas españoles como Lorca o Alberti no rechazaron la tradición de nuestra Edad Media, Renacimiento o Barroco. Las lecturas vanguardistas que realizaban se mezclaban con los grandes clásicos.
El nombre que recibe este grupo procede de un homenaje que estos poetas realizaron para conmemorar los 300 años de la muerte de Góngora, quien estaba injustamente olvidado y fue acusado de ser excesivamente oscuro y cerebral. Este interés se debe a que lo consideraban cercano al vanguardismo. Los poetas españoles de esa generación estaban interesados en el concepto de “poesía pura”, que pretendía eliminar lo anecdótico y sentimental de la poesía. Al homenajear a Góngora, unen tradición y vanguardia; nuestros poetas del 27 encuentran una semejanza con la transformación de la realidad a través de la metáfora que intentan con su “poesía pura”.
Primeras influencias: Góngora y la vanguardia
Miguel Hernández comienza su obra literaria, al margen de su obra de adolescencia, cuando realiza su primer viaje a Madrid para buscar su reconocimiento como poeta y amistades literarias. Encuentra ese ambiente “vanguardista” en Luis de Góngora. Alberti, por ejemplo, escribe un libro imitando totalmente en técnica y métrica a Góngora, llamado Cal y canto.
Su primer libro, Perito en lunas, consiste en un ejercicio de estilo gongorino. Aparece dedicado a Valéry, Góngora y Jorge Guillén: tradición y vanguardia en un mismo plano. El libro está compuesto por 42 octavas reales, como Góngora, y también comparte su concepción del poema como transformación metafórica de la realidad. Este libro es más personal que el de Alberti, pues trata de sus experiencias como pastor en una transformación gongorina, asentándose en lo real y lo inmediato, en la cercanía de la naturaleza de su vida de pastor y no en un mundo mitológico ni fabuloso.
La influencia de Neruda y el surrealismo
En el segundo viaje a Madrid sufre la gran influencia de Pablo Neruda, así como la del surrealismo. Según Neruda, “Caballo verde para la poesía”, lo humano, político y universal debe entrar en el poema, “ensuciarlo”. El poeta surrealista Vicente Aleixandre también forma parte de esta tendencia.
En El rayo que no cesa observamos esta dualidad. La tradición se encuentra en los maestros del soneto amoroso, y la vanguardia aparece en el primer poema Un carnívoro cuchillo y en la Elegía a Ramón Sijé. Se aleja de la poesía pura y se acerca a la impureza. Lo cósmico, telúrico y desbordante de la tierra, la naturaleza y las pasiones empiezan a notarse en su poesía. Se convierte en una vanguardista expresión del dolor que llega a un territorio marcado por la carne o la tierra, elementos que empiezan a inundar la poesía de vanguardia y que llegan a Miguel Hernández a través de Neruda, entre otros.
Poesía de guerra y compromiso social
Con Viento al pueblo trata una poesía más directa para animar a los soldados, una evolución hacia lo impuro de forma radical. Se nota la influencia de Pablo Neruda y se hace dedicatoria a Vicente Aleixandre. Con esta obra, olvida las resonancias clásicas y la vanguardia de la poesía pura para dar lugar a una poesía directa que busca el corazón de los hombres. Lo que aumenta en esta obra es la influencia surrealista: imágenes violentas para expresar la violencia de guerra y la pasión de lucha.
En El hombre acecha continúa la línea expresiva desbordada, del dolor, de la herida y de la muerte. En la métrica, alterna estrofas tradicionales populares como el romance y el soneto con el verso libre vanguardista.
La sencillez y la superación de la dualidad
Con Cancionero de ausencias, es más difícil hablar de influencias. La torrencialidad surrealista heredada prácticamente desaparece y solo pervive en poemas amorosos como Hijo de la luz y de la sombra, donde encontramos la imagen telúrica y cósmica unida al verso libre.
Lo que domina el resto del libro es el poema corto de verso breve, de emoción contenida y reflexiva, cercano a poetas como Machado o Bécquer. Desaparece la sonoridad y el poema canta y llora en baja voz. La cercanía de la muerte y la fugacidad de la vida se expresan de forma directa. Con este último libro, Miguel Hernández supera totalmente la dualidad a través de su estilo personal, en la sencillez absoluta.