Crisis del Antiguo Régimen y Revolución Liberal en España

TEMA IX: Crisis del Antiguo Régimen

1. Introducción

Las disputas internas del reinado de Carlos IV, el motín de Aranjuez, la invasión francesa y el alzamiento de mayo de 1808 inician el largo proceso de la crisis del Antiguo Régimen. En esta situación crítica, las posturas políticas se radicalizan, conduciendo al enfrentamiento entre liberales y absolutistas. Este enfrentamiento, que dura el reinado de Fernando VII y parte de la Regencia de María Cristina (de 1808 a 1839), demuestra la debilidad de las fuerzas sociales que defendían el liberalismo y la fortaleza de los privilegiados del Antiguo Régimen. De hecho, el triunfo del liberalismo y la implantación de la sociedad burguesa dependerán del ejército, liberal en buena medida por las especiales circunstancias de la Guerra de la Independencia.

P.A. Ruiz Lalinde
IES “Marqués de la Ensenada”
Haro

TEMA X. La Construcción del Estado Liberal

La muerte de Fernando VII inauguró un nuevo periodo en el que se inicia de manera irreversible el proceso de revolución liberal y burguesa. Esta revolución consistió en la liquidación del régimen señorial y la sociedad estamental, a la vez que se abolían las instituciones políticas que caracterizaban el Antiguo Régimen. Así se va configurando un régimen político en el que las clases triunfantes, sobre todo la nueva burguesía agraria, asumen la dirección del Estado y establecen un ordenamiento jurídico y económico que hará posible el desarrollo capitalista, en medio de una turbulenta guerra civil.

10.1. La oposición al sistema liberal: las guerras carlistas. La cuestión foral

a) El carlismo

El testamento de Fernando VII, que dejaba el trono a su hija Isabel, fue rápidamente contestado en 1833 con el levantamiento de numerosas partidas carlistas, que pretendían el reconocimiento de Don Carlos como rey de España. Un grave conflicto civil, camuflado bajo un pretexto dinástico, acababa de comenzar. La cuestión sucesoria daba a cada bando un símbolo aglutinador.

Los carlistas (tradicionalistas apostólicos) eran los seguidores de Carlos María Isidro, hermano menor de Fernando VII, que deseaban la vuelta de la monarquía absoluta y el Antiguo Régimen. Son los herederos de los realistas del reinado de Fernando VII y tienen como lema “Altar y trono” y “Viva la Inquisición”. El bando carlista recibe el apoyo de propietarios y notables rurales, gran parte del bajo clero (no la jerarquía, fiel en general a Isabel siguiendo al Vaticano) más los campesinos descontentos por la forma como se iba produciendo la liquidación del Antiguo Régimen, sobre todo de Navarra, País Vasco, Cataluña, Aragón y Valencia. La defensa de los fueros1 contra el liberalismo uniformizador cobró también importancia. Por último, destacar que fue un movimiento esencialmente rural y que solo recibió el apoyo exterior de la Santa Alianza (Prusia, Rusia y Austria), de carácter únicamente moral.

Los cristinos o isabelinos representan las fuerzas que defendían el liberalismo y que se veían favorecidas por la introducción de las prácticas capitalistas: la mayor parte de la nobleza y la burguesía y las clases populares urbanas. Recibió apoyo material de la Cuádruple Alianza: Francia, Gran Bretaña, España y Portugal.

b) La primera guerra carlista. 1833-1840

La primera guerra carlista se inició con el levantamiento de 1833 y se prolongó durante seis años (1833-1840). Pero durante este periodo los carlistas no van a conseguir nunca generalizar el conflicto a todo el territorio español ni ocupar por mucho tiempo las grandes ciudades del país. Dominaron siempre zonas rurales y utilizaron la táctica guerrillera, bajo la forma de partidas de soldados. Aunque el general Zumalacárregui intentó organizar un ejército, su muerte en el sitio de Bilbao en 1835 inició una etapa en la que los carlistas fueron progresivamente vencidos por el ejército liberal bajo el mando de Espartero (Victoria de Luchana, 1836).

1 Foralismo, según el cual las regiones debían mantener sus instituciones de gobierno autónomas, su sistema propio de justicia y la exención fiscal y de quintas para el servicio militar.

El último periodo del conflicto (1837-1839) se caracterizó por el traslado de la zona más conflictiva al Maestrazgo, donde se levantaron las partidas de Cabrera, y por la división ideológica dentro del carlismo. Por una parte, se encontraban los partidarios de llegar a un acuerdo con los liberales (los llamados “transaccionistas”) y, por otra, los “intransigentes” (formados por la dirección política más próxima a Don Carlos y buena parte de la base campesina), que consideraban este pacto una traición a los ideales carlistas. La división facilitó que el jefe de los transaccionistas, el general Maroto, acordase por su cuenta la firma del Convenio de Vergara (1839) con el general Espartero, que reconocía la victoria liberal a cambio del mantenimiento dentro del ejército de la oficialidad carlista y de la promesa de Espartero de pedir a la reina el mantenimiento de los fueros. El convenio puso fin a la guerra en el País Vasco, mientras continuó en el Maestrazgo hasta 1840, cuando Cabrera fue derrotado militarmente.

c) El proceso de revolución liberal: la regencia de Mª Cristina. 1833-1840

La regencia de Mª Cristina comenzó con un gobierno presidido por Cea Bermúdez (exministro de Fernando VII) que aspiraba tan solo al restablecimiento del viejo sistema del Despotismo Ilustrado. El descontento de los liberales, que reclamaron la convocatoria de cortes y el estallido de la guerra civil, hicieron ver a la regente la necesidad de profundizar más en el camino liberal como única forma de tener los suficientes apoyos para vencer al carlismo; así es como un viejo liberal moderado llegó al poder.

i) El régimen del Estatuto Real


El nuevo gobierno de Martínez de la Rosa pretendía, lejos de ninguna aspiración 
revolucionaria, encontrar el apoyo de los grupos liberales burgueses, pero sin 
romper con los viejos grupos dominantes. El símbolo de esta primera transición 
fue la 1 del Estatuto Real de 1834, que no reconocía la soberanía 
nacional y que era una carta otorgada. 
 Para los liberales más radicales era claro que el Estatuto Real era demasiado 
moderado y no w suficiente para realizar las reformas a que aspiraban. La 
escisión que ya se había perfilado durante el Trienio Liberal entre moderados y 
progresistas o exaltados se iba haciendo cada vez más grande. 
 Durante la mayor parte del siglo XIX la corona no se limitó a jugar un papel de 
árbitro entre los partidos, sino que intervino activamente en la vida política, 
situándose siempre al lado de los moderados. La Corona nunca llamaba a formar 
gobierno a los progresistas, que recurrieron a los pronunciamientos para poder 
llegar al poder. 
 Ante el carácter moderado del Régimen de Martínez de la Rosa y de sus 
sucesores ( Conde de Toreno), los progresistas recurrieron el verano de 1835 a 
numerosos levantamientos urbanos que comportaron la formación de milicias y 
juntas revolucionarias. 
 Como resultado de esta presión y ante el temor del avance carlista, María 
Cristina nombró jefe del gobierno a un progresista, a Juan Alvarez Mendizábal, 
que inició un programa de reformas que va a resultar decisivo. Lleva a cabo lo 
fundamental de la reforma agraria liberal entre 1835 y 1837:

La disolución del régimen señorial: La disolución del régimen señorial y la 
desvinculación de la propiedad se hizo mediante una serie de decretos que 
abolieron los señoríos jurisdiccionales, los privilegios de la Mesta y las 
pruebas de nobleza para acceder al ejército y la administración. 
 La jurisdicción señorial ( derecho de los señores a administrar justicia y 
nombrar las autoridades locales) pasaron a manos del Estado, pero los 
señoríos continuaron en manos de los señores como propiedad privada. Se va 
a eximir a los señores de la obligatoriedad de presentar sus títulos de 
propiedad sobre las tierras y se dejó a los pueblos la iniciativa de presentar 
reclamaciones ante los tribunales, que sistemáticamente se resolvían a favor 
de los señores. Como consecuencia de este proceso, miles de campesinos 
tuvieron que dejar sus tierras para pasar a cultivarlas como jornaleros o como 
arrendatarios con contratos renovados con alquileres actualizados. 
– La desvinculación de las tierras: se lleva a cabo mediante la abolición del 
mayorazgo ( propiedades nobiliarias), de todas las propiedades de mano 
muerta ( propiedades de la Iglesia y otras instituciones) y de todas las 
formas de propiedad colectiva ( tierras comunales y de propios). La tierra se 
transformaba así en una mercancía que dejaba de estar vinculada a una 
familia o a una institución, para poder ser comprada y vendida. 


José I tuviese que abandonar Madrid. 
4. La revolución: la obra de las Cortes de Cádiz: 1810-1813.
• La formación del poder revolucionario. 
Las juntas de defensa ejercen el gobierno en las zonas que no aceptaban la soberanía 
francesa: la guerra de la Independencia se convirtió en una guerra revolucionaria. Junta 
Suprema Central: formada por 30 miembros representantes de las Juntas Provinciales. 
Es sustituida en 1810 por un Consejo de Regencia de 5 miembros que puso 
impedimentos a la convocatoria de Cortes hecha por la Junta Suprema Central. 
• Las Cortes de Cádiz: primeros decretos: las cortes duran de 1810-1813. 
La guerra dificultó la convocatoria y la elección de diputados de las provincias 
ocupadas, lo que llevó a elegir suplentes entre los residentes en Cádiz, tanto para los 
diputados de la península como para los americanos. Finalmente unos 300 diputados se 
reúnen en la ciudad sitiada. 
El primer triunfo de los liberales fue conseguir que se formase una sola cámara, que el 
voto se estableciese por individuo, no por estamento. 
Su labor tendió a acabar con el Antiguo Régimen, mediante decretos: 
 * Abolición de la Inquisición. 
 * Supresión de los señoríos jurisdiccionales. 
 * Incautación de bienes de traidores, Inquisición, Ordenes Militares y conventos 
 suprimidos. 
 * Libertad de empresa: fin de los gremios. Libertad de contratación en el campo. 
• La constitución de Cádiz: 1812. 
Además de estos decretos, aprobaron la primera constitución española, que era liberal y 
que establecía una monarquía parlamentaria. En ella destacan los siguientes aspectos: 
 i/ El Estado es garante de los derechos de los ciudadanos: no era patrimonio de


5. El reinado de Fernando VII. 1814-1833.
La crisis de Antiguo Régimen iniciada con las disputas en el reinado de Carlos IV, el 
motín de Aranjuez y el levantamiento del 2 de mayo de 1808, conduce a un 
enfrentamiento entre absolutismo y liberalismo, en el que las posturas políticas se 
radicalizan. El hecho de que la pugna dure todo el reinado de Fernando VII da cuenta de 
la fuerza de los privilegiados del Antiguo Régimen y la debilidad de las fuerzas 
liberales. Pero al final de esta etapa es evidente que el AR está acabado y que las clases 
dominantes estructurarán de otra manera el Estado. 
a) La restauración del absolutismo: 1814-1820. 
En 1813, la derrota de Napoleón se acerca y este negocia con Fernando VII: se firma el 
tratado de Valençay por el que se restituye en el trono a Fernando VII y este se 
compromete a rehabilitar a los afrancesados. 
 Por fin, en marzo de 1814, Fernando llegaba a España. La regencia y las Cortes 
ordinarias tenían la intención de hacer jurar inmediatamente al rey la Constitución por 
miedo a que este quisiese volver al absolutismo. 
 Sin embargo, el rey en su viaje de regreso a España siguiendo un itinerario distinto al 
marcado por las cortes, ve signos de división política en las fuerzas políticas del interior. 
El general Elio se pronuncia cerca de Valencia ante el rey por la vuelta al absolutismo. 
En la misma ciudad un grupo de diputados (cien) le entrega un escrito, el Manifiesto de 
los Persas, solicitando la restauración del poder absoluto y la derogación de la 
legislación liberal. Si a esto añadimos el ambiente de verdadero fervor popular que 
acompañaba el recorrido del rey y que la situación en Europa con la derrota de Napoleón 
era favorable a la vuelta al absolutismo, no es extraño que el rey decida proclamar el 
decreto de 4 de mayo en Valencia por el que anulaba la Constitución y toda la 
legislación de Cádiz. En Madrid fueron detenidos o asesinados los principales dirigentes 
liberales. En los siguientes días se restauró toda la legislación anterior a 1808, se 
restableció el régimen señorial y la Inquisición. Era un verdadero golpe de Estado 
absolutista en el que convergen de nuevo los grandes poderes tradicionales: monarquía, 
nobleza e Iglesia. 
 Los liberales han de pasar a la clandestinidad y recurren a los golpes insurreccionales 
(pronunciamientos) apoyándose en los sectores liberales del ejército surgidos de 


guerra contra Napoleón, como forma de intentar poner fin al absolutismo. Hasta 1820 la 
mayor parte de ellos pagará con la vida el intento (Lacy, Porlier, Vidal…). 
 En general, el gobierno de aquellos seis años fue totalmente inoperante, no sólo por 
los continuos cambios de ministros y las acciones de los liberales que intentaban ponerle 
fin, sino sobre todo por la imposibilidad de llevar adelante este sistema político. La 
situación del país era caótica: destrucciones en la infraestructura productiva y 
eliminación de la flota; desastre demográfico; la situación de la hacienda era 
catastrófica, los problemas tradicionales se habían agravado con la guerra y estos no 
tenían solución si no se cambiaban las estructuras impositivas del Antiguo Régimen; las 
colonias americanas estaban en rebeldía, provocando una parálisis del comercio. O se 
implantaban las reformas propugnadas por el liberalismo (abolición del régimen 
señorial, reforma de los impuestos, libertad de empresa), o era imposible mejorar la 
situación económica. Y a estas reformas se oponían aquellos que habían dado su apoyo 
al golpe absolutista de mayo de 1814. 
 Aislado, arruinado e impotente, con un ejército desorganizado y mal pagado, el 
régimen absolutista no resistirá el levantamiento generalizado de 1820. 
b) El trienio liberal. 1820-1823. 
 El 1 de enero de 1820, Riego proclamó la Constitución de Cádiz en Cabezas de San 
Juan y restablece las autoridades municipales constitucionales. Recorre varias 
localidades andaluzas sin encontrar adhesiones y con deserciones, pero algunas ciudades 
se suman al pronunciamiento. El ejército encargado de combatir a Riego proclama la 
Constitución de Cádiz y Fernando VII se ve obligado a jurar la Constitución: 
“marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”. 
 Este hecho tendrá una fuerte repercusión fuera de España: en Portugal, Piamonte y 
Nápoles sobre todo. 
En España: 
i) Se crea una Junta Provisional de Gobierno reconocida por juntas similares 
formadas por todo el país que convoca elecciones y se abren las Cortes el mes de 
junio. A la vez se decretaba una amnistía que permitió la vuelta de los liberales y 
de antiguos afrancesados. 
ii) Se decreta la libertad de reunión y asociación que son el origen de la formación 
de las Sociedades Patrióticas. Con la libertad de expresión aparecen 700 
periódicos. 
iii) Se crea una Milicia Nacional: cuerpo armado de ciudadanos voluntarios. 
Entre 1820 y 1823 se intentó por primera vez llevar a la práctica toda la tarea y el 
espíritu de Cádiz: abolición de los señoríos jurisdiccionales; supresión de la Inquisición;