La Escuela de Atenas
Cronología
Del año 1510 al 1511.
Estilo
De estilo renacentista, periodo del Cinquecento. Autor: Rafael. Técnica: fresco. Soporte: muro. Localización: Sala de la Signatura (Ciudad del Vaticano).
- Consolidación de la técnica de pintura al óleo de origen flamenco y nuevos soportes como la tela.
- Las figuras se relacionan con las miradas y las manos.
- Utilización del chiaroscuro (define el contorno de las figuras a través de iluminaciones y sombreados).
- Leonardo introduce el sfumato y la perspectiva científica.
- Miguel Ángel acentúa el concepto de terribilità en la Capilla Sixtina.
La obra se caracteriza por estar creada en base a un cuidadoso estudio, una gran sabiduría artística y un dibujo perfecto. Sus figuras transmiten vida.
En la composición conjuga la humanidad de las figuras que discuten con viveza con los fríos y ordenados elementos arquitectónicos que proporcionan un efecto dinámico. Las figuras se mueven en todas direcciones, como si buscaran nuevos conocimientos y nuevas inspiraciones; sólo el viejo Platón tiene un puesto de majestuosa calma. En este fresco destaca la armonía dentro de cada grupo —todas las figuras tienen su papel y son protagonistas por algún motivo— y el equilibrio entre los diferentes grupos.
La aportación de Rafael fue su concepción espacial, la profundidad y la amplitud del espacio en que se mueven las figuras.
La plasmación de este espacio en La Escuela de Atenas fue influida por el ideal arquitectónico que Bramante proponía en aquel tiempo, una revisión personal de la arquitectura clásica.
Por otra parte, Rafael consiguió reflejar con gestos simples ideas de gran complejidad. Por ejemplo, sólo un gesto sirve para dar a entender las ideologías de Platón y Aristóteles: el primero señala el cielo, el mundo de las ideas, y el segundo, la tierra, la realidad humana.
Rafael se formó en el taller de Il Perugino, un pintor especializado en plasmar un mundo más sereno y armonioso que el real. Rápidamente Rafael asimiló el estilo de su maestro, pero lo enriqueció observando a Leonardo y Miguel Ángel, que estaban introduciendo concepciones artísticas nunca vistas.
Iconografía
Aristóteles y Platón, los dos grandes filósofos de la Antigüedad, son el centro de la escena; caminan mientras conversan. En el cuadro conviven, bajo un mismo techo, las siete artes liberales: en primer plano, a la izquierda, Gramática, Aritmética y Música; a la derecha, también en primer plano, Geometría y Astronomía; arriba de la escalera, Retórica y Dialéctica. Las figuras de algunos sabios del pasado son retratos de artistas, humanistas y príncipes de la corte pontificia.
Significado
La escena recoge un gran número de filósofos de la Antigüedad que se ocuparon de los diversos asuntos humanos desde diferentes perspectivas. No está representado ningún filósofo contemporáneo de Rafael porque consideraba que, desde los griegos, lo único que habían hecho los filósofos era comentar a sus antepasados.
En medio del dibujo, ahí andan los dos grandes filósofos de la Antigüedad, Platón con el Timeo en la mano, y Aristóteles, con un volumen de la Ética. Platón, como representante de la filosofía abstracta e idealista, señala hacia arriba, al mundo de las ideas, mientras que Aristóteles, representante de la filosofía empírica, dirige la mano plana hacia el suelo, la realidad. Platón es la única figura que emana calma en medio de todos estos filósofos que discuten entre sí y dirigen las miradas en todas direcciones.
El matemático griego Pitágoras lee rodeado por un grupo que lo mira embelesado. Pitágoras personifica la Aritmética y la Música.
Heráclito se muestra pensativo y muy quieto a pesar de que la idea central de su filosofía es que todo está en movimiento perpetuo. Heráclito, que tiene la fisonomía de Miguel Ángel, sirve de introducción a la composición. A la izquierda de Pitágoras, leyendo un libro que le sostiene un niño, hay Epicuro, para quien la felicidad residía en la búsqueda de los placeres del espíritu.
Diógenes el Cínico, que renegaba de las posesiones terrenales y de las convenciones sociales, está indolentemente tumbado en la escala, totalmente indiferente a lo que ocurre en su entorno.
Euclides, en primer término y representando la geometría, mide con el compás una figura geométrica. Euclides tiene la cara del arquitecto Bramante.
Próximo a Platón, Sócrates expone sus ideas, y Alejandro Magno —a quien se distingue porque va armado—, rey de Macedonia y discípulo de Aristóteles, lo escucha atentamente junto a otros curiosos.
El profeta Zoroastro es plasmado de cara y con una esfera celeste, y Ptolomeo II, con una corona en alusión a los reyes egipcios de este nombre, aguanta el globo terráqueo, símbolo de su teoría de que la Tierra era el centro del universo.
El joven con birrete negro que mira con intensidad al espectador para captar su atención es el mismo Rafael, que se representó junto a Sodoma, uno de sus discípulos.
La obra de Rafael inspiró a grandes pintores, como Aníbal Carracci y Nicolás Poussin durante el Barroco, o a grandes maestros del dibujo como Ingres, ya en el siglo XIX.
Función
La obra tiene la función de decorar la estancia de la Signatura en el Vaticano. Se llama de la Firma porque en ella se firmaban los actos de gracia y tenía que convertirse en la biblioteca del Papa.