La búsqueda de soluciones
1 Estados Unidos y el New Deal
El presidente demócrata Roosevelt planteó al pueblo estadounidense, con el objetivo de salir de la crisis, un New Deal. Planteó por primera vez en los Estados Unidos la intervención gubernamental en el terreno de la economía. Intentó elevar el nivel de compra de los consumidores para así lanzar los precios al alza y devolver de esta manera la confianza a los inversores, con lo que aumentaría el empleo. En el terreno monetario, se produjeron una serie de reformas bancarias que concedían nuevas garantías a los ahorradores. Se daba al presidente la posibilidad de “fabricar” más dinero.
En el terreno agrícola, se compraron y almacenaron productos agrícolas con el fin de reducir su oferta, lo que, junto a una política de limitación de cosechas e indemnizaciones a los campesinos, intentó elevar los precios agrícolas. Se fijaron también precios mínimos, intentando defender el poder adquisitivo de los agricultores.
En el terreno industrial, se fijó la semana de trabajo entre 35 y 40 horas, se garantizó a los trabajadores un salario mínimo y se reconoció el derecho de asociación de trabajadores. Se financió obras públicas para dar trabajo a la gente a la vez que se invertía en mejorar el futuro del país.
El New Deal, aunque no consiguió hacer desaparecer el paro ni reactivó del todo la inversión privada, en el terreno social fue beneficioso tanto en la ayuda a los parados como en el establecimiento de un salario mínimo y en la reducción de la jornada.
2 Gran Bretaña
El Reino Unido adoptó medidas proteccionistas para reservar su economía.
3 Francia
Francia fue afectada por la crisis económica de manera más débil. Las medidas más radicales para luchar contra ella las llevó adelante una coalición de partidos de izquierda, el Frente Popular, que rebajó la semana laboral sin reducción del salario. Todas estas políticas de ayuda a los trabajadores tenían que ver con el peligro de una revolución comunista como la producida en Rusia, por lo que, para prevenirla, era necesario cuidar al proletariado.
4 Alemania
El gobierno nazi planteó la recuperación de Alemania en torno a la autarquía y se comenzó a luchar contra el paro mediante el desarrollo de la industria armamentística. Se pasó de 6 millones de desempleados en 1933 al pleno empleo en 1939.
El desarrollo económico alemán de la época estuvo supeditado a los objetivos políticos nazis, no al bienestar de la población.
La expansión de Estados Unidos
Dos nuevas industrias se desarrollaron rápidamente: la del automóvil y la de la electricidad.
Uno de los grandes impulsores de la economía fue la construcción, produciéndose un auténtico “boom”, con la consiguiente demanda: siderurgia, cementeras, etc. En las grandes ciudades comenzaron a construirse los primeros rascacielos, favorecidos por las estructuras de acero y la aparición de los ascensores.
Se generalizó la estandarización, es decir, la reducción del número de modelos, lo que permitía más fácilmente la producción. Aparece entonces la utilización masiva de la publicidad. Inicialmente, la publicidad solo pretendía informar sobre las características de un producto (ventajas, precio, lugar de compra), pero cuando el producto fue conocido se trató más bien de estimular el consumo.
El paro era escaso y el nivel de vida, elevado. Sin embargo, había ciertos aspectos negativos: desequilibrio entre los productos agrícolas, más baratos, y los industriales, más caros, lo que provocó la disminución del poder adquisitivo de los agricultores.
La prosperidad americana se propagó al resto del mundo a través de las importaciones de productos y de los préstamos al exterior. Después de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos era el país más próspero y Europa tenía que reconstruirse, por eso gran parte de la reconstrucción económica europea se hizo con préstamos norteamericanos.
Los síntomas de la inestabilidad económica
1 El nacionalismo económico
La Primera Guerra Mundial había permitido el nacimiento de industrias en países nuevos ante la imposibilidad europea de continuar produciendo durante los dos años de contienda. La única manera de que esas industrias no desaparecieran ante la nueva competencia sería la adopción de medidas proteccionistas, el establecimiento de derechos arancelarios (impuestos aduaneros), frenando así el comercio internacional y creando tensiones económicas entre países.
2 El problema de las “reparaciones” alemanas y las deudas interaliadas
En la conferencia de paz de Versalles, se impuso a Alemania unos pagos en concepto de “reparaciones”. La suma se fijó definitivamente en una cifra imposible de pagar. Los pagos no se efectuaron y, en 1923, Francia ocupa la región alemana del Ruhr, importantísimo centro industrial. Para cubrir los pagos, Alemania tuvo que recurrir sobre todo a los créditos norteamericanos.
Unido al problema de las reparaciones, aparecía el de las deudas interaliadas. Estados Unidos era prestamista de Inglaterra, Francia e Italia. Esto hizo que Alemania y Europa fueran muy vulnerables ante cualquier descenso en los créditos estadounidenses, descenso que ya comenzó en 1928, cuando parte de los capitales de Estados Unidos se retiraban atraídos por la especulación en la Bolsa neoyorquina de Wall Street.
3 La inestabilidad alemana
Intensa inflación -un aumento generalizado de los precios por encima de los salarios, generando un descenso del nivel de vida- que sufrieron algunos países, y en especial Alemania.
En la Europa derrotada, se produjo un hundimiento espectacular del sistema monetario. El marco pierde totalmente su valor y este clima favoreció la expansión del fascismo.
4 Los problemas de la sobreproducción
La disminución de la demanda -paro, baja capacidad adquisitiva de los agricultores-, unida a la reconstrucción de las economías europeas, al avance industrial de países como Japón, Australia, Canadá…, al incremento de la producción agrícola en América Latina y la expansión norteamericana, hicieron que la producción mundial aumentara por encima de las posibilidades de consumo, organizándose así una situación de superproducción.
La crisis de 1929 – El Crack
El desplome bursátil de Nueva York
Octubre de 1929 supuso el fin de uno de los períodos más especulativos de la historia de la Bolsa mundial. Este alza de la Bolsa de Nueva York no se hallaba en relación con el aumento de los beneficios empresariales; era fruto de una especulación inusitada. La cotización de las acciones en Bolsa sobrepasaba con mucho su valor real.
¿Por qué se produjo esta situación? Las declaraciones optimistas de grandes hombres de negocios acerca de la bonanza económica impulsaron la especulación. Se extiende la práctica de la compra a crédito de las acciones. Esta práctica permitía especular con acciones pagando solo el 10 %. De esta manera, llegan a la Bolsa miles de millones de dólares, que inflan artificialmente las cotizaciones; la especulación se alimentaba a sí misma. El proceso dependía, así, de la credibilidad colectiva.
En esta situación, era suficiente con que algún gran inversor empezara a vender para que cada inversor intentara salvar su depósito con una venta, lo que precipitaba aún más el hundimiento.
A principios de octubre de 1929, ya se manifestaron signos bajistas y el 24 de octubre, el “Jueves Negro”, estalló el pánico, con una oferta de venta de casi trece millones de acciones y una demanda casi nula.
La burbuja especulativa, hinchada durante tres años, se desinfló en tres días; la baja llamó a la baja, comenzando así la quiebra y la ruina primero en Estados Unidos, para afectar más tarde a los demás países, salvo la URSS.
La depresión económica en los Estados Unidos
La crisis bursátil de octubre fue seguida por una gran depresión en la actividad económica de Estados Unidos, que se extendería en poco tiempo al mundo entero.
El descenso en el poder adquisitivo de los miles de especuladores arruinados, que debilitaban así la demanda de productos, y la desaparición de una fuente de financiación para las empresas. El hundimiento de los precios agrícolas (hasta un 50 %) hizo que muchos agricultores no pudieran devolver sus préstamos, con lo que llevaron a la bancarrota a un gran número de pequeños bancos.
Los clientes que tenían ahorros en los bancos tendieron a retirarlos, ya que las pérdidas en Bolsa y las posibles quiebras financieras así lo aconsejaban. Para responder a esta petición de fondos, los bancos restringieron los créditos, poniendo muchas más condiciones para concederlos, ya que necesitaban tener liquidez por si los clientes querían recuperar sus ahorros. La restricción de créditos afectó de manera directa a la actividad de muchas empresas, ya que, sin créditos, muchas quebraron. La quiebra de empresas y la restricción de créditos hicieron que la población tuviera menos recursos y, por tanto, menos capacidad de compra. Los stocks (mercancía guardada) se acumularon, con lo que los precios bajaron.
Esta bajada de precios y de beneficios llevó a un descenso impresionante en la actividad industrial, que se redujo casi a la mitad. Esta caída de la producción redujo el índice de negocios de las empresas, por lo que éstas despidieron trabajadores. El paro aumentó de 1,5 millones en 1929 a 12,6 millones en 1933. Una increíble contradicción de la demanda que alimentó aún más la crisis. En esta época, no estaban tan desarrolladas como hoy las prestaciones por desempleo, por lo que un parado sin recursos y sin ayuda dependía de la caridad; la miseria se adueñó de grandes zonas del país.
La extensión de la crisis
La exportación de la depresión económica fue rápida y se hizo sobre todo a través de la repatriación de capitales estadounidenses. Esto afectó sobre todo a Alemania y a los países de América Latina, que habían sido inundados por los capitales estadounidenses.
Las consecuencias de la Gran Depresión
1 Los efectos económicos en el sistema productivo
Descenso de la producción industrial: La Unión Soviética no se vio afectada por la Depresión gracias a su situación de aislamiento económico; al ser un país comunista, el resto de países no la ayudaron económicamente y este aislamiento, paradójicamente, la salvó. Japón tampoco sufrió mucho la crisis.
Disminución de la producción agrícola: Se produjo una crisis en la producción de artículos de primera necesidad (alimentos), dado que su precio, ante el aumento de la oferta y el descenso de la demanda, inició una caída libre. Esta situación supuso el hundimiento de países cuyo comercio exterior dependía de unos pocos productos primarios (América Latina).
La extensión de la crisis de la agricultura transformó la Depresión en un acontecimiento mundial.
Contracción del comercio: La caída de la producción industrial y el desplome de la agricultura arrastraron a la baja al comercio internacional. Cuando, a partir de 1933, la recuperación comience a producirse, el comercio internacional continuará semiparalizado, ya que las medidas económicas proteccionistas fueron adoptadas por la mayoría de los países. La autarquía.
El desempleo: Lo dramático de las cifras de los parados aumenta si tenemos en cuenta que los sistemas públicos de seguridad social -incluido el subsidio de desempleo- no existían, en el caso de Estados Unidos, o eran insuficientes. El desempleo generalizado fue la consecuencia primera y principal de la Gran Depresión para el grueso de la población.
2 Las consecuencias en la política económica
Proteccionismo: Ante la extensión de la crisis económica, una de las respuestas más comunes por parte de los gobiernos de los países afectados fue la adopción de medidas que protegieran la economía nacional. Las medidas proteccionistas impedían el desarrollo del comercio internacional.
3 Las consecuencias políticas
El gobierno que estaba en el poder durante la crisis lo perdió, ya fuera de derechas o de izquierdas. El viejo liberalismo estaba desapareciendo y tres opciones competían por la hegemonía política:
- La primera era el comunismo marxista, con la URSS como ejemplo de país no afectado por la crisis.
- La segunda era un capitalismo reformado que había abandonado los principios liberales del mercado libre. El mercado libre había producido precisamente la crisis económica, por lo que algunos defensores del liberalismo se pusieron a favor de un liberalismo más controlado, en el que el Estado interviniera utilizando sus recursos económicos procedentes de impuestos para establecer ayudas y garantizar unos servicios sociales mínimos.
- La tercera opción fue el fascismo, cuyo ascenso no se explica sin las consecuencias de la crisis económica.