Santos Tec Nar: El Narrador-Testigo
En esta novela aparece un narrador que está fuera de la acción, pero que demuestra una gran cercanía al mundo que narra y un conocimiento detallado del marco en el que sitúa los hechos. Son signos de esta presencia del narrador-testigo: la utilización de la tercera persona narrativa, la minuciosidad y el detallismo.
El Narrador-Acorde
En esta novela, el narrador se identifica con el personaje, es decir, se produce una asunción por parte del narrador de los pensamientos y del modo de hablar de algunos de sus personajes; la escritura se adapta a las experiencias, estímulos y reacciones de estas criaturas de ficción. En Los santos inocentes, la presencia de este narrador-acorde es perceptible en todo el relato e influye decisivamente en su sentido último. Su presencia se hace más clara en ciertos pasajes.
Denuncia Social: El Latifundio y la Conciencia de Propiedad
La novela se desarrolla en un latifundio donde viven una serie de criados, caracterizados por la baja calidad de vida y la pobreza. Este espacio es utilizado a menudo por sus dueños para diversiones, fiestas y cacerías con invitados ilustres. Delibes destaca la idea de que el latifundio favorece la diferencia en el modo de vida entre propietarios y siervos. Pero el dato de mayor alcance social es la arraigada conciencia de propiedad que los amos tienen, y que se extiende no solo a la tierra, sino también a los hombres. El señorito Iván es un buen ejemplo de esto.
La Novela Hispanoamericana del Siglo XX
El realismo dominó por completo la producción en los primeros treinta años del siglo XX, pero a partir de los años cuarenta la narrativa hispanoamericana comienza una lenta pero implacable transformación de las formas narrativas realistas vigentes hasta entonces. Los grandes novelistas europeos y norteamericanos de la primera mitad de siglo, las Vanguardias y, en especial, el Surrealismo, influyen en la utilización de nuevas técnicas y perspectivas.
Esta profunda renovación sucede en toda América y coincide con una época de transformaciones profundas en la vida social de los países americanos, con un espectacular crecimiento de las grandes ciudades y una realidad cada vez más alejada del mundo rural postcolonial del siglo XIX. Hasta 1960, conviven en las novelas y en los cuentos de los autores hispanoamericanos diversas tendencias, que suponen una primera gran renovación de la narrativa hispanoamericana, que, fundamentalmente, implica un nuevo lenguaje para expresar la realidad hispanoamericana.
Cortázar y la Renovación Narrativa
Cortázar es uno de los grandes renovadores de la narrativa hispanoamericana, especialmente con su novela Rayuela, y uno de los maestros del género del cuento. El realismo de Cortázar se caracteriza por la peculiar manera de contar de forma objetiva lo anómalo y fantástico, con lo que hace que lo insólito e imaginario resulten creíbles y verosímiles, ganando con ello un enorme poder de sugestión. La irrupción de lo fantástico en lo cotidiano sirve para afirmar una visión del mundo transgresora y surrealista. La intrusión de lo sobrenatural en lo cotidiano provoca una sensación inquietante en el lector. Esta ambigüedad permite interpretar el cuento de diversas formas. Espejos y fotografías son símbolos de esto.
Estructura de la Novela
En cuanto a la estructura externa, la novela se divide en seis capítulos. El tiempo narrado en cada uno de ellos no es el mismo, pues oscila entre los dos años del primero, cuarto y quinto, los cinco del segundo y el tercero, y los diez años que transcurren en el último. Internamente, la obra presenta una estructura cíclica y circular. El primer párrafo de la novela se relaciona con el último. Estos dos párrafos señalan otros elementos significativos de la novela: el límite temático, el límite temporal, el tono informal del relato y la presencia de los protagonistas.
Se podría considerar una estructura paralelística: la historia de Cuéllar acaba, la vida del grupo sigue y la historia colectiva vuelve a comenzar con la nueva generación de los protagonistas de la novela. Podemos estructurar la historia de Cuéllar así:
- Incorporación de Cuéllar al grupo.
- Castración.
- Nacimiento de su apodo y alegre fama del protagonista.
- Primera crisis de Cuéllar. Distanciamiento y cambio de carácter.
- Crisis definitiva. Punto de inflexión: enamoramiento de Teresita.
- Decadencia del personaje (inestabilidad interior, machismo exhibicionista, infantilismo y muerte estúpida).
La Castración y sus Consecuencias
La castración física de Cuéllar marca desde el principio la frustración psicológica del protagonista. Es en el colegio religioso donde se inicia el proceso de castración colectiva al que es sometido el protagonista. Los otros lo castran simbólicamente al exigirle cosas que son difíciles de realizar. Pero ellos también están castrados simbólicamente, pues están sujetos a los valores de su clase social. La sociedad miraflorina es una sociedad machista. Muestra de este machismo son muchos de los comentarios de los personajes y el hecho de que para estos “cachorros” hay, además, violencia física. Tres mitos vertebrarán este organigrama de una clase social privilegiada:
- Los deportes (por ejemplo, el fútbol es el deporte absolutamente masculino).
- El sexo: en una sociedad machista, el atributo que da más prestigio es el sexo.
- El materialismo: los valores de la sociedad miraflorina se basan en la necesidad de crear unidades familiares cerradas a las relaciones con otras clases sociales.
Hipocresía, Fracaso y Sociedad Burguesa
Después de la castración, la vida del muchacho ya no será la misma y deberá enfrentarse a la hipocresía social del mundo que está viviendo: Cuéllar acaba reconociéndose como marginado. La sociedad es la que le impone tener que ser hipócrita el resto de su vida; si no, sería marginado y expulsado de su entorno. El fracaso se manifiesta en varios niveles: no es aceptado en el grupo, su condición de castrado lo aleja de la sociedad machista y fracasa en su relación con Teresita. Fracasa como hombre y se convierte en un marginado social. La muerte es el resultado de su fracaso. La novela termina con el inicio de un nuevo ciclo de frustración y degradación física. Los cachorros es una metáfora de la realidad, la incorporación al grupo y la frustración que experimenta el adolescente burgués al no poderse integrar en su sociedad. La violencia se presenta tanto física como simbólicamente.