La creciente tensión social en la antesala de la Guerra Civil
El ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático. Desde abril se sucedieron los enfrentamientos callejeros violentos entre falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. El 12 de julio fue asesinado por extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto, el teniente Castillo. La respuesta llegó la siguiente madrugada con el asesinato de José Calvo Sotelo, líder derechista, por parte de un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad del Estado. El enfrentamiento era inevitable.
El despertar femenino en los años 30
Las españolas en los años 30 han sido presentadas, en ocasiones, como seres conservadores. Esta visión encerraba algo de verdad, ya que como colectivo estaban en peores condiciones culturales, económicas y sociales que los hombres. Sin embargo, esto no era achacable a su sexo, sino a la desigualdad de oportunidades, especialmente en el mundo rural. Se creía que la mujer tenía una tendencia natural al conformismo y la ignorancia, pero cuando llegó la oportunidad, ellas estuvieron en primera línea. La hora de pasar a un papel social y político más activo llegó para las españolas en los años 30. Gracias a la Constitución de 1931 se permitió por primera vez el voto femenino. Los políticos progresistas, inicialmente reacios a conceder este derecho por temor a la influencia de la Iglesia, terminaron aceptándolo. La situación social de las mujeres estaba en desventaja respecto a la de los hombres, siendo una minoría las que trabajaban fuera del hogar. La remuneración era inferior y los contratos no siempre respetaban la legislación igualitaria. Únicamente el magisterio se fue viendo como una profesión muy de mujeres, llegando incluso a ocupar altos cargos en la administración educativa. El número de diputadas creció progresivamente, y mujeres como Clara Campoamor, Victoria Kent, Federica Montseny y Margarita Nelken empezaron a cobrar mayor peso en la vida política. Surgieron numerosas organizaciones de mujeres, como la Sección Femenina de Falange, encargada de difundir las ideas fascistas, y otras de izquierdas, como Mujeres Antifascistas, cuya presidenta, Dolores Ibárruri, reivindicaba derechos como el aborto y la ocupación de cargos políticos y públicos. La Guerra Civil aceleró este proceso, evidenciando la necesidad de que las mujeres ocuparan los puestos abandonados por los hombres en el frente. Debido a la pobreza y la ausencia de cabezas de familia, las mujeres incrementaron sus labores tanto en el ámbito doméstico como fuera del hogar. El período republicano posibilitó a la mujer una independencia económica y personal, liberándola de la dependencia del marido o del padre.
La Edad de Plata de la educación española
La educación en los años 30 vivió un momento de esplendor. El primer tercio del siglo XX se ha denominado la Edad de Plata de la cultura española, por la calidad y el protagonismo de los intelectuales, literatos y artistas del período, sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de un país con una mayoría de población analfabeta y menos de 40.000 universitarios. Los intelectuales tuvieron un protagonismo especial durante la Segunda República, que a su vez consideró la educación como una prioridad. Muchos dirigentes republicanos y socialistas, como Azaña, Fernando de los Ríos o Julián Besteiro, pertenecieron al mundo de la cultura. Otros, como Ortega y Gasset, Antonio Machado o Gregorio Marañón, apoyaron expresamente al nuevo régimen, creando la Agrupación al Servicio de la República, que colaboró con la política reformista del gobierno de Azaña y ayudó en la acción de extensión cultural del Gobierno republicano-socialista. La mayoría de medidas que se tomaron no fueron debatidas, por temor a los sectores más conservadores y, sobre todo, a la Iglesia. Así, se inició una educación bilingüe en Cataluña y otras regiones, y se suprimió la obligatoriedad de la enseñanza religiosa. La educación se hizo mixta, se crearon 6.750 nuevas escuelas y se emplearon a 7.000 docentes más, mejorando además sus salarios. Para intentar eliminar el analfabetismo y compensar las desigualdades, se prestó especial atención al mundo rural, poniendo en marcha el ambicioso proyecto de las Misiones Pedagógicas, en las que entusiastas intelectuales se iban a las regiones más pobres. La compañía teatral La Barraca, de Federico García Lorca, con actores profesionales y estudiantes, sería un buen ejemplo de esta iniciativa.