Cultura y mentalidades
Las formas de vida experimentaron una importante transformación gracias a las nuevas libertades en España. El proceso, a menudo más rápido que la capacidad de asimilación de algunos colectivos, incrementó la conflictividad, en ocasiones alimentada por la crisis económica. Mientras en los medios de comunicación se promovía la pluralidad informativa, surgían publicaciones de extrema derecha e izquierda. La violencia de ambos sectores (enfrentamientos callejeros, universitarios e incluso asesinatos) y las movilizaciones populares por motivos políticos, nacionalistas, laborales o estudiantiles fueron frecuentes.
Las modas y tendencias de países desarrollados irrumpieron con fuerza, generando posturas encontradas, como en el caso de las escenas eróticas en el cine (el destape), películas con contenido crítico hacia el régimen anterior y el tradicionalismo (la censura fue suprimida en 1977), o la aprobación de la ley del divorcio. Todo ello fue síntoma de una liberalización o transición social paralela a las transiciones política y económica.
Con la llegada del PSOE al poder en 1982, la cultura sufrió un cierto estancamiento tras las expectativas de la Transición, lo que se denominó la cultura del desencanto. Se promovió entonces una revitalización y modernización cultural, como muestra la fundación en 1986 del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Son también los años de la “movida” madrileña.
A finales de los 80, el desaliento se extendió, derivando en el posmodernismo tras el hundimiento del bloque soviético y la caída de las ideologías.
En las últimas décadas, ha habido cierta intervención gubernamental en los medios de comunicación, especialmente en el ámbito audiovisual. Paralelamente, se crearon grandes grupos de comunicación que controlan radio, televisión, prensa y editoriales, a menudo politizados y con capacidad de presión mediática. En 1990 surgieron las televisiones privadas, desapareciendo el monopolio de TVE.
En 1984 se promulgó una ley del cine, impulsando a directores como Garci y Almodóvar, premiados con óscars, aunque en los últimos años ha disminuido el número de espectadores de cine español.
La democracia ha supuesto un esplendor artístico, con pintores como Miquel Barceló, Eduardo Chillida o Antonio López, arquitectos como Rafael Moneo y escultores como Santiago Calatrava.
. Los gobiernos democráticos. Los desafíos del golpismo y del terrorismo. Cambios políticos, sociales y económicos. Cultura y mentalidades1
Los gobiernos socialistas (1982-1996)
Los objetivos fundamentales del PSOE, bajo el liderazgo de Felipe González, fueron: la modernización económica de España mediante la reestructuración del sistema productivo; la extensión del Estado del bienestar con la ampliación de derechos sociales y servicios básicos en salud, educación y Seguridad Social; la modernización y democratización de la Administración y la integración de España en instituciones occidentales (OTAN y Unión Europea).
El ingreso en la OTAN se realizó tras referéndum en 1986 y en la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) en enero de 1986, tras largas negociaciones iniciadas en la época de Suárez. Esto supuso la modificación de leyes y normas, sobre todo económicas (creación del IVA, leyes de aduanas, normas de producción, etc.). La integración en Europa consagró la democracia española e impulsó la modernización de la economía y la sociedad.
Uno de los problemas más acuciantes era la reforma de las Fuerzas Armadas, con el doble objetivo de modernizarlas y acabar con el golpismo, para evitar intentos de golpe de Estado como la “Operación Galaxia” o el 23-F. Una ley orgánica de 1984 estableció un nuevo plan estratégico, redujo plantillas y legalizó la objeción de conciencia. Los generales franquistas fueron relegados y sustituidos por militares más jóvenes y leales a la democracia. Aun así, en 1985 hubo un último intento de golpe militar, atajado por el servicio de inteligencia (CESID2), también reformado. Se reorganizaron la Policía (ahora Policía Nacional) y la Guardia Civil, que mantuvo su estatuto militar.
El problema del terrorismo de ETA persistió, aunque quedó cada vez más aislada (a lo que contribuyó el pacto de Ajuria Enea, que integraba a todas las formaciones democráticas vascas contrarias a la violencia).
El PSOE tuvo mayoría absoluta en su primera legislatura (1982-1993); de 1993 a 1996 necesitó el apoyo de nacionalistas. Entre las leyes sociales destacan la Ley de Educación (LODE), que decretaba la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los dieciséis años, la reforma universitaria, que aumentó la autonomía de las universidades, y la despenalización del aborto. A partir de 1992, los escándalos de corrupción de altos cargos del gobierno y la creación por parte de la policía de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), que cometieron atentados contra miembros de ETA, deterioraron la imagen del PSOE, que perdió las elecciones en 1996. Esto se unió a una profunda crisis económica tras un periodo de bonanza desde finales de los ochenta hasta 1992.
El primer gobierno del Partido Popular (1996-2000)
De 1996 a 2000, el gobierno del PP gobernó con apoyo de fuerzas nacionalistas. De 2000 a 2004, con mayoría absoluta.
El partido atrajo electorado de centro tras el liderazgo de José María Aznar, en sustitución de Manuel Fraga. Además, el PSOE sufrió divisiones internas, evidenciadas con la renuncia de Felipe González a la secretaría general y que continuaron hasta la elección de José Luis Rodríguez Zapatero en julio de 2000.
Además de leyes importantes, la estabilidad económica, la incorporación al euro, el aumento de la renta por habitante, la reducción del déficit público y la del paro fueron aspectos positivos. Las diferencias con los sindicatos se plasmaron en la huelga de junio de 2002 contra la reforma del sistema de protección al desempleo. Otro tema sin solucionar fue el terrorismo de ETA y el enfrentamiento político entre el gobierno vasco y el gobierno de España.