Teatro Anterior a 1939
En el teatro español anterior a la Guerra Civil, se distinguen dos grandes corrientes:
Teatro Comercial
Los gustos del público y el enfoque comercial de los empresarios teatrales favorecieron un teatro de éxito asegurado. Dentro de esta corriente, se identifican tres tendencias:
- Comedia burguesa: Su máximo exponente fue Jacinto Benavente (1866-1954), Premio Nobel en 1922. Su obra más destacada, Los intereses creados, ironiza sobre los vicios de la alta burguesía.
- Teatro poético: Caracterizado por la búsqueda de la belleza y la expresión lírica.
- Teatro cómico: El género más popular, cuyo objetivo era la risa fácil. Destacan los hermanos Álvarez Quintero, Carlos Arniches (maestro del sainete costumbrista madrileño) y Pedro Muñoz Seca, creador del astracán (humor absurdo) con obras como La venganza de don Mendo.
Teatro Renovador
Paralelamente al teatro comercial, surgieron autores que buscaban nuevas formas de expresión. Autores de la Generación del 98 como los hermanos Machado, con su teatro poético modernista (La Lola se va a los puertos), y los vanguardistas como Ramón Gómez de la Serna, abrieron camino a propuestas innovadoras. También Miguel Hernández y Rafael Alberti hicieron incursiones en el teatro. Sin embargo, fueron Valle-Inclán y Lorca quienes lideraron la renovación teatral.
Valle-Inclán
Tras sus inicios en el modernismo, Valle-Inclán desarrolló un teatro en ciclos:
- Ciclo mítico: Comedias bárbaras (Águila de blasón, Romance de lobos, Cara de plata), ambientadas en una Galicia mítica y dominada por fuerzas oscuras.
- Ciclo de las farsas: Farsa y licencia de la reina castiza, una caricatura de la corte de Isabel II.
- Teatro del esperpento: Su mayor aportación, una visión grotesca y distorsionada de la realidad española. Luces de bohemia (1920) es la obra clave. También pertenecen a este ciclo las piezas breves de Martes de carnaval (Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto, La hija del capitán).
Federico García Lorca
Federico García Lorca renovó el teatro poético, combinando elementos populares y vanguardistas. Sus temas recurrentes son la frustración, el amor y la muerte, a menudo encarnados en personajes femeninos que luchan por su libertad. Su lenguaje es poético y simbólico, y su puesta en escena integra texto, escenografía, música y danza.
Su obra se divide en tres bloques:
- Farsas: Obras como Retablillo de don Cristóbal, con personajes grotescos y conflictos matrimoniales.
- Teatro surrealista: Exploración de lo onírico y lo subconsciente.
- Dramas rurales: El grupo más importante, con obras como Bodas de sangre (amor frustrado), Yerma (maternidad frustrada) y La casa de Bernarda Alba (amor y libertad frustrados), ambientadas en la Andalucía rural y marcadas por un destino trágico.